“El servicio secreto, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y la policía local de Dallas fueron criticados en el extenso informe emanado de la comisión Warren” –integrada por siete personalidades-, que tuvo a su cargo la investigación del asesinato cometido en la persona del presidente John F. Kennedy”. Así informó El Comercio el 28 de setiembre de 1964, un día después de hacerse público el esperado documento.
Hace 55 años, el dossier que fue divulgado en horas de la noche, en Washington, concluyó que los disparos que produjeron la muerte del presidente, y sacudieron al mundo en noviembre de 1963, fueron obra de un solo hombre: Lee Harvey Oswald, de 24 años, que se decía marxista y que buscó hacerse un lugar en la historia.
“Dice el informe que el FBI tenía considerable información acerca de Oswald, que no puso a disposición del Servicio Secreto con anterioridad al asesinato”, revela la nota.
“El Servicio Secreto, a cuyo cargo está la protección y custodia del presidente de los Estados Unidos, no realizó investigación alguna en los edificios frente a los cuales pasaría el presidente y la comitiva de autos que le seguía en su visita a Dallas”, publica El Comercio.
“La Comisión Warren no encontró evidencias que justificaran que Oswald, o Jack Ruby, formaran parte de una conspiración, interna o foránea, para asesinar al presidente”, indica la información.
“Las balas que mataron al presidente Kennedy…fueron disparadas por Lee Harvey Oswald”. Así de enfática fue la resolución capital de uno de los documentos más esperados por la ciudadanía norteamericana, y que hasta hoy origina polémicas interminables y cuestionamientos de todo calibre.
El decano dice además que “…la Comisión no ha encontrado pruebas de que nadie colaborara con Oswald en el planeamiento o ejecución del asesinato”.
“Por la dificultad de convertir negociaciones en certidumbre” -dice la Comisión dirigida por el jurista Earl Warren-, “no puede establecerse categóricamente la posibilidad de que haya habido otras personas vinculadas con Oswald o con Ruby, pero si tales pruebas existen, ellas han estado más allá del alcance de cualquier organismo investigador y de los recursos de los Estados Unidos y no han sido llevadas a la atención de esta Comisión”, manifiesta una de las sentencias medulares del expediente.
Una de las primeras figuras públicas en criticar ásperamente el texto de la Comisión fue el filósofo británico Bertrand Russell. El Premio Nobel sostuvo que “las pruebas habían sido falseadas” y “había versiones contradictorias”. Además, afirmó “que la Comisión fue constituida para impedir que se haga la luz sobre los hechos”.
El 22 de noviembre de 1963, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, recorría las calles de Dallas junto con su esposa, Jacqueline, cuando fue impactado por disparos realizados desde los alrededores, muriendo a los pocos minutos en un centro hospitalario.
Kennedy anticipó cómo podría ser asesinado
El informe de la Comisión Warren desveló que, poco antes de morir, el presidente Kennedy comentó que no sería difícil matar a un presidente y explicó cómo podría hacerse con un rifle telescópico, el tipo de arma utilizada para asesinarlo.
En la mañana del 22 de noviembre de 1963, cuando el presidente se encontraba en Fort Worth, antes de partir del hotel, junto a su esposa y Kenneth O’Donnell, consejero personal del mandatario, “conversaban de los riesgos inherentes a las apariciones presidenciales en público”, indica el informe Warren.
Según O’Donnell el gobernante comentó que si alguien realmente quisiera tirar contra el presidente de los Estados Unidos no sería una tarea muy difícil. “Todo lo que había que hacer era buscar un edificio alto y premunirse de un rifle telescópico y no habría medio para defenderse contra tal atentado”, dijo Kennedy.
Al concluir la conversación el presidente se dispuso a partir para Dallas.