“El que trabaja con las manos, la cabeza y el corazón es un artista de su propio progreso”, dijo alguna vez Isaac Lindley Stoppiane, pilar fundamental de Inca Kola, la empresa de gaseosas más recordada por todos los peruanos. El 18 de octubre de 1989, hace 30 años, falleció el último de los pioneros de la industria de bebidas gaseosas en el Perú.
Isaac era el menor de ocho hermanos, pese a ello estaba destinado a convertirse en la cabeza de Inca Kola. La muerte de su padre José Robinson Lindley y la de sus cuatro hermanos mayores en un corto tiempo, hicieron que asumiera la dirección de la compañía en 1945.
Una gerencia inesperada
Luego de esa tragedia familiar, convocó a una reunión extraordinaria con sus tres hermanas restantes, las únicas que le quedaban; así, junto a las viudas de sus hermanos y sus hijos decidió el destino de la fábrica. Aquel día eligieron continuar con las enseñanzas de sus predecesores y votaron por el menor de los hermanos, por Isaac Lindley para que sea gerente de la empresa.
Asumió la gerencia en 1945, apenas finalizada la Segunda Guerra mundial. No obstante, la situación del Perú y de la empresa no era la esperada: las consecuencias de la guerra podía apreciarse en una restringida actividad comercial. Pese a ello, Lindley incentivó el cambio de imagen de su marca y promovió su desarrollo. Para entonces Inka Kola ya se encontraba en la mesa de la mayoría de los limeños, algo que le costó lograr en algunos años, desde que apareció en el mercado peruano el 18 de enero de 1935, coincidiendo con el 400 aniversario de la ciudad de Lima.
Otro hecho resaltante del menor de los Lindley fue abstenerse de recibir por mucho tiempo el sueldo que le correspondía como gerente. “He querido dejar estos sueldos sin cobrar, porque he visto que el negocio podía usar mejor esos fondos en asuntos que son urgentes. Me reservo la oportunidad de cobrarlos cuando nuestros acreedores hayan sido totalmente satisfechos. Entonces volveremos los ojos sobre nosotros mismos”, mencionaba.
El esfuerzo de innovar
Bajo su mando, la fábrica adquirió la primera máquina automática que embotellaba 36 unidades por minuto; cambió la botella con etiqueta por una propia con la marca en alto relieve, y renovó la frase publicitaria. La nueva sería: “Inca Kola solo hay una y no se parece a ninguna”.
El “benjamín” de la familia inició el proceso de expansión de la empresa a nivel nacional para lograr que Inca Kola tuviera un lugar en los hogares peruanos y competiera fuertemente con Coca Cola que ya había llegado al Perú en 1936. Para lograr su propósito estableció alianzas con otras empresa del ramo: Cassinelli en Trujillo-Piura, Panizo en Ica, Siu en Cusco y Arequipa, Martorell en Tacna y Moquegua y Higushi en la selva central.
Años más adelante, Inca Kola se convirtió en el pionero de la inversión publicitaria en la televisión: auspició la transmisión de programas y obras teatrales en vivo, especialmente luego de que Isaac y su hijo, John Lindley, se unieran a Genaro Delgado Brandt y a sus hijos, principales accionistas del naciente Canal 13 Panamericana Televisión. Uno de los programas que destacó fue “Limeñísima”, conducido por Chabuca Granda y que contó con un presupuesto de aproximadamente medio millón de soles.
Posteriormente se filmaron los primeros comerciales de la bebida amarilla, en los que cuales empezaron a asociar el producto con las costumbres culinarias peruanas, logrando una gran identificación por parte del consumidor.
El valor humano
La gente con la que trabajaba y el cliente tomaron valor. Pocos empresarios peruanos pensaban así. El “Míster”, como lo llamaban en su empresa, fue el creador de la cultura organizacional, una filosofía orientada al público que hasta el día de hoy perdura como una marca institucional. Lindley predicó con el ejemplo. Trabajó ininterrumpidamente desde los 14 años de edad. Sus jornadas diarias eran de 12 ó 14 horas y siempre fue el primero en llegar y el último en irse.
Algunos trabajadores de la empresa contaban a los diarios que durante el día el “Míster” bajaba a la planta de producción para hablar con ellos y antes de retirarse en la noche hacía su última visita. Viajaba continuamente a las provincias donde tenía sucursales, y si algún colaborador estaba enfermo, él mismo lo visitaba para enterarse de su estado de salud o saber si le faltaba algo a él o a su familia.
El modelo de gestión que creó llamó la atención de los sectores académicos. En 1997, la Universidad de Harvard reconoció el éxito de la empresa y decidió incluirlo como materia de estudio para los alumnos que cursaban el último año de la carrera de administración de negocios. En reiteradas ocasiones, don Isaac fue premiado como el empresario social y líder industrial del Perú.
Víctima de un paro cardiaco, el 18 de octubre de 1989, Isaac Lindley Stoppiane dejó de existir. Fue un pionero. Un hombre de acción y un progresista. Es fue su legado al país.