/ NoticiasInformación basada en hechos y verificada de primera mano por el reportero, o reportada y verificada por fuentes expertas.
| Informativo
Juan Gabriel: el día que el ‘Divo de Juárez’ cantó, bailó y dio luz a un estadio en Arequipa | FOTOS
Hace 25 años, el cantante y compositor mexicano Juan Gabriel dejó una huella honda en el estadio de la UNSA en Arequipa. Antes de presentarse en Lima en dos conciertos, prefirió primeros llenarse de energía volcánica en el sur del país.
El mundo estaba aún conmocionado por la muerte prematura en un accidente automovilístico de la princesa Diana, la popular ‘Lady D’, aquel nefasto día del 31 de agosto de 1997. Días después, los funerales de la noble británica estaban por realizarse en Londres, mientras, en esos mismos momentos Juan Gabriel pisaba tierra arequipeña. Era el 4 de setiembre de ese año. El cantante y compositor mexicano era una rutilante estrella latina que ese año cumplía 25 años dedicados al canto y la creación musical.
A pesar de la recesión económica en todo el continente, Juan Gabriel llenaba estadios en su país y fuera de él. La ciudad de Arequipa, al sur del Perú, se rindió al ‘Divo de Juárez’ con sumisión y pleitesía de fans. Nadie recordaba allí que Juan Gabriel era Alberto Aguilera Valadez. Solo sabían que el querido artista musical fraguó a pulso su propio camino al éxito, rebasando fronteras, idiosincrasias, culturas, públicos que ante él coreaban sus canciones, que eran verdaderos himnos a la vida. En Arequipa, el divo fue más divo que nunca.
El concierto sería en el Estadio de la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA), cuya cancha se llenaría completamente, así como dos tribunas. La idea de los hermanos Sachún, Rodolfo y Walter, de traer a Juan Gabriel al Perú se confirmó recién en julio de ese año 97, cuando fueron personalmente a Guadalajara, México, para estar en la presentación de su reciente álbum “Junto otra vez”, el cual grabó con Rocío Durcal. A su repertorio clásico, sumaría, en sus conciertos en el Perú, las canciones de ese nuevo hijo musical.
Ya para entonces los Sachún pudieron confirmar su visita al país, y que su primer concierto sería el jueves 4 de setiembre de 1997 en tierras charatacas. En Arequipa estaban contentos con la noticia, porque además de escuchar al gran cantante, ese show permitiría mejorar la iluminación del estadio de la UNSA. El viernes 5 y sábado 6 de setiembre en Lima, su espectáculo se trasladaría al Jockey Plaza de Surco.
JUAN GABRIEL: LA FOTOGRAFÍA DEL MOMENTO
El artista grababa por entonces algunas escenas de la telenovela “Te sigo esperando”, donde se interpretaba a sí mismo. Un dato curioso de esa telenovela: el propio Juan Gabriel se encargó de escribir los parlamentos de sus escenas, en las que dio un mensaje a las madres que habían perdido a un hijo o hija. Era su debut como actor de telenovela, y pensaba en actuar en otras, pero siempre y cuando hubiera un mensaje positivo, “que enseñé a la gente a ser más humana”, declaró a la prensa.
Cerca de la medianoche del miércoles 3 de setiembre de 1997, el cantante y compositor llegó a Lima. Por la mañana, el jueves 4, en un vuelo chárter que luego se canceló para hacerlo en uno comercial, Juan Gabriel se llegó a la Ciudad Blanca. Quiso ir a visitar un orfanato allí, puesto que sentía una especial ternura y solidaridad con las instituciones que amparaban a los menores abandonados, pero ese y otros compromisos se tuvieron que cancelar. El artista no se sintió muy bien en esas primeras horas, además lo abrumó un poco todo el barullo que se armó alrededor de él.
Dos semanas antes de llegar al país, Juan Gabriel se abrió al público peruano en una entrevista concedida a El Comercio. Era un artista que por esos días podía decir al mundo que había vendido 60 millones de discos como intérprete, 15 millones como productor y 25 millones de placas con sus temas grabados por otros artistas. Eran cifras que podían dejar boquiabierto a todos.
“Yo nací en Parácuaro, Michoacán, un 7 de enero de 1950, pero me trajeron a Ciudad Juárez cuando tenía tres meses de edad, por eso es que todas mis vivencias nacen ahí. Pero también tengo mis raíces en Michoacán y lo amo con todo mi corazón. Creo que es como una bendición el haber nacido ahí, porque de ahí también traigo mis raíces musicales, mezcladas con el turbulento escándalo que hay en Ciudad Juárez, donde se combina la música de todas partes. Entonces, fusionando lo estadounidense con lo ranchero, he tenido la base para crear mi propio estilo musical”, así había resumido sus propios antecedentes de vida y música.
Era la voz del artista que se abría más y más a su público. Juan Gabriel no sabía fingir, menos mentir; era tan transparente como las aguas de un río de las altura.Así había confesado que su infancia había sido bonita y triste a la vez: “Fue una mezcla extraña de sentimientos, igual que deben sentir todos los niños que se crían en esas circunstancias, con muchas privaciones. Mi mamá tenía que trabajar de sirvienta y no podía atenderme. Por eso tuvo que internarme en la Escuela de Mejoramiento Social, donde permanecí de los 5 a los 13 años de edad”, relató, conmovido. Pese a dolor de la lejanía a su madre, Juan Gabriel recordaba a su maestra Micaela Alvarado, a quien dedicó una canción de su disco ‘Recuerdos II’.
Días antes de su llegada al Perú, Juan Gabriel había dicho: “La música es lo más cercano a Dios”. La frase sonaba exagerada, pero para él no lo era. “Yo no sé si sea un perfeccionista empedernido. Lo único que sé es que me gustan las cosas muy bien hechas y yo me puedo tardar todo el tiempo que sea necesario. Los ejecutivos pueden cambiar y nosotros podemos desaparecer, pero los discos quedan ahí. Me iré algún día, pero deseo dejar recuerdos muy bonitos a la gente y por eso me tardo todo el tiempo que sea necesario, porque cada disco se queda para toda la vida”, así fue su sentencia de vida, arte y humanidad.
JUAN GABRIEL EN AREQUIPA: LA CRÓNICA DE UNA NOCHE SENSACIONAL
La noche el jueves 4 de setiembre de 1997 sería inolvidable para los arequipeños suertudos que pudieron asistir al estadio de la UNSA. Ya desde la mañana, mucha gente había rodeado el Hotel Libertador. Tanto en el aeropuerto como allí, en plena ciudad, fue casi imposible acercarse al ‘Divo de Juárez’. Solo una niña, Marylin, le llegó a entregar un ramo de flores. La prensa quedó algo inconforme.
El avión comercial lo había traído puntual y él raudo se escabulló de los micrófonos y las cámaras fotográficas y de TV. Llevaba encima un sacón beige que lo cubría todo. Juan Gabriel estaba agotado, necesitaba descansar unas horas. Cargar las pilas. Aun así, saludó al público a la altura de la Plaza de Armas desde la movilidad que lo llevaba al hotel.
Como reseñó el enviado especial, Alfredo Kato, “se había anunciado que la municipalidad local le iba a rendir un homenaje. Que luego iba a visitar un orfanato, un restaurant turístico y dar un breve paseo por la ciudad. Y al parecer tenía todas las intenciones. Pero todo este itinerario se canceló”. El estrés terminó por agotar al divo mexicano.
La gente compró prácticamente todas las entradas en venta. El titular de la crónica de El Comercio del día siguiente fue: “Arequipa tembló a ritmo de Juan Gabriel”. La antigua e histórica Sección C del diario decano impactaba. Alfredo Kato, el cronista de ese acontecimiento, no podía dejar de vincular la presentación del ‘Divo de Juárez’ con los temblores, siendo Arequipa un centro de continuos movimientos sísmicos.
Para Kato, el “hijo predilecto del Popocatepec” se abrigó en las falsas del Misti para entregar al exigente público arequipeño “un espectacular show”. Por Radiofoto llegaron las imágenes del concierto. Efectos de la tecnología de esos años. Había en el estadio unos 35 mil asistentes que escucharon la voz ronca del artista. El frío mistiano le había cobrado factura.
Se esperaba, como hizo en otras ocasiones, que cantara sin detenerse. Juan Gabriel no hacía pausas largas en sus presentaciones. Un concierto de él duraba en esos años cerca de tres horas. Arequipa no fue la excepción. A las 7 de la noche en punto, el espectáculo comenzó alternando canciones románticas con unas más vivaces y pícaras.
El artista más popular de México fue más showman que nunca. Hizo cantar, bailar, gozar a un público que abarcaba todas las edades. Las sillas estuvieron de adorno, porque la mayoría saltó de ellas al compás de su voz. El mexicano, bien informado y despierto, supo apelar al conocido orgullo regionalista arequipeño para metérselos al bolsillo.
Como era costumbre en Juan Gabriel, buscó una canción emblemática del país como el ‘El Cóndor Pasa’ para, variando la letra, llenar de elogios a los peruanos, a quienes consideró como personas capaces de lo mejor. El público respondió con olas en las tribunas.
Juan Gabriel estaba iluminado esa noche. Bailó y fue festejado por todos. Estaba con tantas ganas de volar en el escenario que hizo ademán de hacerlo de la mano de los miembros de su coro. Pero el periodista Kato se quedó con una imagen muy hermosa de ese histórico concierto: “Hubo un momento emocionante cuando el público levantó sus pañuelos blancos y encendió sus velas. Fue un bello espectáculo realzado con el cielo estrellado de Arequipa y arrullado con la voz de Juan Gabriel”.
Pocas veces después se vivió en Arequipa un concierto tan romántico, divertido y poético como aquella noche del 4 de setiembre de 1997. La noche de Juan Gabriel en el sur del Perú.
¿CONOCES NUESTRA TIENDA VIRTUAL?
En nuestra tienda virtual contamos con una selección de las mejores ilustraciones, fotos y páginas históricas de El Comercio que podrán solicitar fácilmente a través de un simple formulario ubicado en la siguiente dirección: https://www.tiendaelcomercio.com/.
VIDEO RECOMENDADO
Nuestro Archivo Histórico presenta su tienda virtual