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‘El asesino de Comas’: el sanguinario delincuente que apuñaló a varias personas tras una discusión en un bar en los años 60
Juan Singuenza Pacheco, de 25 años de edad, asesinó a un obrero del Ferrocarril Central a principios de junio de 1964. El criminal tenía fama de ser muy impulsivo y varios antecedentes policiales por robo.
Era el mediodía del viernes 5 de junio de 1964, cuando varias personas transitaban tranquilamente por el jirón Lima, en Comas. Es así como un transeúnte vio a un hombre desangrándose en una vereda de la cuadra 7 de la mencionada avenida. Al acercarse, se dio cuenta que era Pantaleón Torres Castillo, de 56 años de edad, quien vivía en el jirón Alvarado, lote 9 GNº 14, a espaldas del lugar.
El obrero del Ferrocarril Central estaba casado y tenía seis hijos. Al percatarse que aún tenía vida, varios vecinos fueron a avisarle a su esposa, Victoria Guardamio Paucar y a su hijo mayor, Leonidas Torres Guardamio, de 30 años. Ellos lo trasladaron hasta la Asistencia Pública del Rímac, en donde la víctima llegó cadáver. En el nosocomio, los médicos solo pudieron comprobar que Pantaleón recibió más de 12 puñaladas en el tórax, abdomen y espalda. El brutal ataque fue mortal.
Minutos después del deceso, la Guardia Civil (GC) de Comas y la División de Homicidios de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP), llegaron al hospital para iniciar las averiguaciones del caso. Más tarde, los agentes policiales detuvieron a seis personas que vivían por el lugar del asesinato. Todos ellos eran allegados a la víctima. A los sospechosos los mantuvieron incomunicados. Tampoco se reveló sus identidades.
También informaron que el trágico hecho se trataría de un ajuste de cuentas. No descartaron que el móvil haya sido un asalto. Por esos años, en esa zona del distrito del norte de Lima sucedían robos a diario por la falta de vigilancia policial del lugar. Esa noche, la autopsia confirmó que el obrero del Ferrocarril Central falleció por “heridas por instrumento punzo cortante penetrante del tórax y abdomen inferidas por mano ajena”.
El domingo 7 de junio de 1964, la GC de Comas informó que había identificado al presunto asesino de Torres Castillo. El sanguinario delincuente se llamaba Juan Singuenza Pacheco y tenía 25 años de edad. Vivía en la calle Tarma H. L. 82, en ese distrito limeño. Según la policía, esto se logró luego de interrogar a varios vecinos y a Valentina Solis, quien tenía un bar en el mercado de Comas. Ahí estuvo el conocido criminal tomando licor con dos amigos el día del homicidio.
Después de las 11 de la noche, la dueña les dijo que ya no les podía seguir vendiendo alcohol porque iba a cerrar. Esto hizo que Singuenza se enojara y empezara a insultarla. Los guardias del mercado escucharon sus gritos y llegaron al local. Allí el delincuente los atacó con un cuchillo de cocina que tenía en su bolsillo. Los agentes lograron bloquear los ataques y golpearlo con un palo.
Cuando se retiraron de la cantina, el criminal volvió para insultar a Valentina y la hirió en el pecho con el mismo cuchillo. Luego, se fue corriendo a la calle en busca de dinero para seguir tomando. A unos pasos del recinto, encontró a Pantaleón Torres, a quien mató de varias puñaladas. Algunos testigos incluso mencionaron que escucharon a la víctima rogarle al delincuente y decir gritar su nombre para que no lo siga hiriendo.
Con esos datos, la Guardia Civil se dirigió a la casa del asesino la mañana de ese 7 de junio. Ahí solo encontró el cuchillo ensangrentado. Según su vecina, Singuenza y su padre, que era con quien vivía en un cuarto, abandonaron la casa horas antes. El arma blanca fue identificada por Solis. El criminal tenía fama de ser muy impulsivo y varios antecedentes policiales por robo. En ese momento, la policía de Comas solo contaba con 11 efectivos en un distrito donde ya había más de 260 mil habitantes.
Al día siguiente, el lunes 8 de junio de 1964, la policía del sector logró ubicar a Victor Singuenza, padre del presunto asesino. Al ser interrogado por los agentes, Victor dijo que desconocía el paradero de su hijo. Horas después, confesó que “podría estar en la casa de mi hija María Luisa Singuenza” y dio la ubicación exacta. Segundos más tarde, varios agentes fueron al lugar ubicado en el lote 14 de Mendocita. Allí les dijeron que el criminal había salido con unos amigos.
Tras buscar por varios minutos, Singuenza fue encontrado en un bar cercano a la casa de su hermana. Al verse acorralado, el malhechor se quiso enfrentar a los policías con el apoyo de sus amigos. Los agentes lograron reducirlo y capturarlo en cuestión de segundos. Cuando iba a ser metido a un camión policial, el delincuente sacó una cuchilla automática y se cortó el lado izquierdo del cuello. Por eso, tuvo que ser trasladado a la Asistencia Pública Central.
Tras salir del nosocomio, en la carretera a Puente Piedra, el criminal intentó voltear el camión que lo trasladaba a la comisaria girando bruscamente el timón del conductor y pisando el acelerador. Ya en la dependencia policial, Singuenza le reveló a un cronista de El Comercio que no recordaba nada de lo que ocurrió con Torres. Confesó que esa noche estuvo tomando licor con sus amigos “Zavaleta (panadero) y Bonifacio De la Rosa Villegas, en el bar de Valentina Solis Ramírez, ubicado en el puesto N.º 5 del mercado central de Comas”.
Cerca de la medianoche, los guardianes del recinto le dijeron que debía abandonar la cantina “La Valentina” porque iban a cerrar. Es ahí donde él se resistió y fue “apaleado” por la seguridad del mercado. Por eso, volvió a entrar al bar y acuchilló a Solis, a quien acusó de “soplona”. Luego, abandonó rápidamente el local. Solo recordaba hasta ese momento porque, según reveló, estaba muy borracho. Al día siguiente, cuando regresó del trabajo, se enteró por su padre que la policía lo estaba buscando. Creyendo que era por la agresión a Valentina, huyó de Comas con dirección a Santoyo. Después, se fue a esconder a la casa de su hermana.
A las dos de la tarde del martes 9 de julio de 1964, Juan Singuenza confesó ser el asesino de Pantaleón Torres Castillo. En su cruda confesión, indicó que luego de atacar a Valentina y salir de su local, se encontró con su víctima cuando se dirigía a su casa. Es ahí donde se le acercó al obrero y le dio “una palmada en el hombro” al confundirlo con un amigo.
Según el confeso asesino, el trabajador respondió lanzándole una piedra en el pecho. “Allí perdí los papeles, saqué mi cuchilla y le di hasta cansarme”, contó, sin remordimiento. Sin embargo, la policía aseguró que Torres no tuvo tiempo de defenderse porque el delincuente ni bien lo vio lo atacó por la espalda, desfogando toda la furia contenida por lo sucedido con los guardias en el bar.
Singuenza detalló el crimen luego que los investigadores le presentaran varias pruebas en su contra. El ‘asesino de Comas’, como lo llamó la prensa nacional, hizo su dura confesión delante de su padre, al que le pidió perdón, prometiéndole que cambiaría de vida cuando saliera de la cárcel. Es así como se cerró este increíble caso policial de los años 60. Un cruel asesinato de un obrero del Ferrocarril Central que terminó con la captura de un sanguinario e impulso delincuente que sembró el terror entre los limeños hace más de 50 años.
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