Hace 25 años murió Julio Ramón Ribeyro

Escritor peruano Julio Ramón Ribeyro contemplando la Costa Verde, cuando ya había decidido vivir en Lima, a comienzos de los años 90.   

SESION DE FOTOS HECHA PARA LA REVISTA SOMOS.

FOTO: MONICA NEWTON/ EL COMERCIO
Escritor peruano Julio Ramón Ribeyro contemplando la Costa Verde, cuando ya había decidido vivir en Lima, a comienzos de los años 90. SESION DE FOTOS HECHA PARA LA REVISTA SOMOS. FOTO: MONICA NEWTON/ EL COMERCIO
/ MONICA NEWTON
Carlos Batalla


A mediados de los años 80, Julio Ramón Ribeyro (1929-1994) llegaba a su máximo reconocimiento del público peruano. Era nuestro escritor, nuestro cuentista, aplaudido, agasajado y capaz de seguir escribiendo y cumpliendo a la vez con tareas diplomáticas.

En 1972, había sido nombrado agregado cultural del Gobierno peruano en Francia y delegado adjunto en la Unesco. Pero la literatura era su pasión y le dedicaba tiempo robándoselo incluso a la propia embajada.

Por esos años, entre 1972 y 1973, se le detectó un cáncer que por poco se lo llevó tempranamente en el hospital Saint Louis de París. El cáncer cedió al empuje del narrador y Riberyro se recuperó casi milagrosamente.

Fue un narrador sensible y de espíritu clásico. Un cuentista de la brevedad, exquisito y contundente a la vez. Sobrio, no mediático, y justamente eso hizo que se le catalogara como un autor esquivo.

LIMA, 3 DE AGOSTO DE 1994

ENTREVISTA AL ESCRITOR PERUANO JULIO RAMON RIBEYRO, UNO DE LAS MAYORES VOCES DE LA NARRATIVA BREVE EN AMERICA LATINA. SUS CUENTOS SE REUNEN EN LOS VOLUMENES DE 'LA PALABRA DEL MUDO' Y 'CUENTOS COMPLETOS'.

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LIMA, 3 DE AGOSTO DE 1994 ENTREVISTA AL ESCRITOR PERUANO JULIO RAMON RIBEYRO, UNO DE LAS MAYORES VOCES DE LA NARRATIVA BREVE EN AMERICA LATINA. SUS CUENTOS SE REUNEN EN LOS VOLUMENES DE 'LA PALABRA DEL MUDO' Y 'CUENTOS COMPLETOS'. FOTO: SERGIO URDAY / EL COMERCIO
/ SERGIO URDAY

El Perú lo quería

Radicado en Francia desde los años 60, él iba y venía de Europa a América con las señas de un desarraigo en la mirada. Pese a esa sensación, el autor de “Crónica de San Gabriel” (1960) y “Los geniecillos dominicales” (1965) solía ser recibido en el Perú con cariño.

Ribeyro era entrañable en el Perú. Pero, ¿por qué exactamente? La respuesta podría estar en que supo retratar en su literatura al hombre común en su entorno diario. Recreó conflictos, revivió esperanzas y volvió suyo lo nuestro; pobres o ricos, morales o inmorales, héroes o traidores, todo eso que somos se quedó grabado en su mundo representado.

El escritor llegó a ser embajador del Perú ante la Unesco de 1986 a 1990. Y en los primeros años de la década de 1990, pensó en quedarse a vivir en la capital. Lima y su Costa Verde del Pacífico era un espacio que lo regocijaba, que le otorgaba la paz que buscaba, rodeado de buenos amigos.

La muerte en Lima

Ribeyro estaba cansado y de nuevo enfermo. No dejaba el cigarrillo y tampoco quería dejar el Perú, alejarse de su país, por eso retornó para quedarse en forma definitiva en 1993. Aquí publicó “La tentación del fracaso”, tercer volumen (1992-1995). Ese mismo año le dieron otro premio de cultura, como diez años antes en 1983.

Sin embargo, el premio mayor para él llegó el 3 de agosto de 1994: desde México le comunicaron que había ganado el Premio de Literatura Latinoamericano y del Caribe Juan Rulfo, que le otorgó 100 mil dólares, uno de los más altos del continente.

Este premio era un reconocimiento continental, pero Ribeyro no pudo recogerlo porque el hombre de figura quijotesca, murió el 4 de diciembre de 1994, hace 25 años. Doce días antes de la entrega oficial del premio mexicano.

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