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| Crónica
La espada perdida de Bolívar: cuando una reliquia de la independencia desapareció de un museo limeño en 1968
El arma que el libertador usó en las batallas de Junín y Ayacucho se extravió durante la desintegración del Museo Nacional del Perú a inicios del siglo XX. El valioso artículo había sido donada por el general colombiano Tomás Mosquera en 1868.
Era la mañana del 3 de agosto de 1968, cuando una increíble noticia indignó a todos los peruanos. Ese día, El Comercio anunció que se había perdido la espada que usó Simón Bolívar en las batallas de Junín y Ayacucho (1824). Esta reliquia había sido donada al Museo Nacional del Perú por el general colombiano Tomás Mosquera en 1868. Cuarenta años antes, el mismo libertador venezolano le había entregado su valiosa arma al militar en Bogotá.
Este obsequio había desaparecido tras la desintegración del importante recinto cultural peruano. Tampoco se encontraba guardada en el Museo Bolivariano ni en el Museo Histórico Militar. Luego de varios días de incertidumbre, la viuda de Eloy Ureta reveló que tenía atesorada en su casa una espada del libertador. El valioso objeto era un obsequio que un reconocido médico peruano le había hecho a su difunto esposo. El galeno admiraba la labor que había desempeñado el comandante chiclayano en el conflicto con Ecuador en 1941. Aun así, no se pudo determinar dónde quedó la otra arma perdida.
Sorprendente noticia
La mañana de ese 3 de agosto, el diario decano informó que había desaparecido la espada que usó Simón Bolívar en la lucha por la independencia de nuestro país. Esta reliquia fue donada al Museo Nacional del Perú por el general colombiano Tomás Mosquera el 28 de julio de 1868. El valioso obsequio fue entregado al ministro de Gobierno, Antonio Gutiérrez de la Fuente.
Este recuerdo fue un regalo que le hizo el libertador venezolano al alto militar cafetero en Bogotá en 1828. Así lo confirma una carta enviada a la capital colombiana el 15 de febrero de ese año. Este mensaje entre Bolívar y de la Fuente, junto a las notas que intercambiaron el general colombiano y el ministro peruano, fueron publicadas por El Comercio en su edición del 1 de agosto de 1868.
La espada del libertador desapareció luego de la desintegración del importante museo peruano. Este recinto limeño fue cambiando de domicilio con el pasar de los años. Es así como quedó dividido en pequeñas galerías. Esta valiosa arma tampoco se encontraba custodiada en el Museo Bolivariano (ahora Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú) ni en el Museo Histórico Militar, ubicado en el Centro de Lima. En el local de Pueblo Libre, solo se conservaba la espada que donó el presidente de Haití, Petion, al Senado peruano en 1927.
Especialistas hablan del tema
Esa tarde, el director del Archivo Histórico, Antolín Bedoya Villacorta, le reveló a un cronista de este diario que la espada de Bolívar se había perdido durante la invasión de las tropas chilenas a Lima en el siglo XIX. Además, confesó que “muchas otras reliquias” se extraviaron en esa Guerra con Chile.
Según Bedoya, su afirmación se basaba en que no existían documentos de referencia de la espada del libertador cuando se estructuraron los museos peruanos a inicios del siglo XX. “Ellos, al igual que muchas otras instituciones, tuvieron que organizarse nuevamente como consecuencia de la situación en que quedó el país después del conflicto de 1879. Algunas instituciones cambiaron de nombre, otras se reestructuraron y otras nacieron posteriormente. Este es el caso de los museos peruanos”, dijo el director.
Al día siguiente, el 4 de agosto de 1968, el general Felipe de la Barra, conocido por sus estudios e investigaciones acerca de la historia del Perú, reveló que era imposible saber la ubicación de la pieza perdida: “No se puede saber dónde está la espada que usó Simón Bolívar en la b porque se ha perdido el rastro de su existencia”.
Además, aclaró que lo mismo había sucedido con otras valiosas reliquias que formaron parte de nuestra historia. “Y ese fenómeno no solamente se ha producido con las reliquias del libertador sino con muchas otras de distintas épocas de la historia nacional. Por ejemplo, un reloj que se obsequió a Bolívar en el Perú después de pasar por varias manos ha llegado ahora al poder privado de un expresidente de Venezuela”, explicó el militar peruano.
De la Barra también reveló que durante su permanencia en Caracas pudo apreciar una espada pulida y adornada por piedras preciosas que nuestro país le obsequió a una de las figuras más resaltantes de nuestra independencia. El sable se encontraba guardado en una de la salas del Museo Bolivariano de la capital venezolana.
Se encuentra otra espada
La mañana del 5 de agosto de 1968, la viuda de Eloy Ureta le reveló a un cronista de El Comercio que tenía guardada una espada del reconocido libertador. Esta preciosa arma se la habían regalado a su difunto esposo en 1943. El obsequio se lo hizo el doctor Luis Humberto Delgado como reconocimiento al desempeño del mariscal chiclayano durante la Guerra con Ecuador.
La espada tenía una hoja de acero dentado y un mango elaborado de fino bronce, con una figura de felino. En la carta que envió el médico, explicaba que este sable le había pertenecido a su tío abuelo, el general Ildefonso Coloma, prócer de nuestra independencia. Con esta arma, el valiente militar luchó en las batallas de Pichincha, Junín y Ayacucho. El general peruano recibió este obsequio de manos del propio Simón Bolívar. Sus descendientes guardaron esa pieza como un tesoro. Después, se la obsequiaron al héroe norteño.
Consuelo de Ureta también explicó que solo podía acreditar que la espada le pertenecía a Bolívar por lo expuesto por el médico en la carta. Además, agregó que había cuidado muy bien esta reliquia y que la iba a donar al Museo Histórico Militar. También mostró las cartas que intercambiaron el doctor Delgado y su esposo. “Trataré de ser digno depositario de ella (la espada) pues el hombre que la poseyó es uno de aquellos, cuya obra siempre he admirado, tratando de asimilar sus brillantes enseñanzas y sobre todo, sus principios de honor y libertad”, escribió el comandante. Aun así, no se pudo determinar dónde quedó la otra arma perdida.