Días después de que el Papa Paulo VI reapareciera en la Plaza San Pedro del Vaticano tras ser operado de una dolencia renal, una osada acción policiaca sorprendió a todos los limeños. El 21 de noviembre de 1967, una intervención frustró el asalto a una agencia del Banco Comercial del Perú, ubicada en Pueblo Libre. Sucedió en el momento en que los delincuentes despojaban de sus pertenencias a los trabajadores. Los agentes policiales fueron ascendidos y premiados por su valerosa acción.
ROBO CUIDADOSAMENTE PLANIFICADO
Eran las ocho de la mañana de ese 21 de noviembre de 1967, cuando Jorge Ramírez y su primo Jorge Joya se reunieron en una casa de Pamplona Alta, en San Juan de Miraflores. Allí revisaron los últimos detalles de un minucioso plan para asaltar una agencia bancaria de Lima. Tras varias horas, ambos tomaron un taxi y se dirigieron a La Victoria. Luego se enrumbaron hacia Villa El Salvador, donde se detuvieron en un lugar descampado.
Al estacionarse, los jóvenes aprovecharon para amenazar al chofer con un revólver. Rompieron el parabrisas del vehículo de un disparo para intimidarlo. Entonces este solo atinó a colaborar. Con el auto en sus manos, los delincuentes fueron hasta una agencia del Banco Comercial del Perú, ubicada en la esquina de las avenidas Cayetano Heredia y Mariátegui, en Pueblo Libre.
Dentro del automóvil, los dos sujetos se pintaron “el rostro con lápiz labial y nos pusimos mallas de mujer como pantalones”, así declaró uno de los delincuentes. Trataron de disfrazarse de mujeres. Entonces estaban listos para realizar el atraco de su vida.
LETAL ASALTO BANCARIO
Cerca de las 2 de la tarde, ambos bandidos salieron del auto junto al chofer, a quien apuntaban con una pistola por la espalda. Ocultaron otra arma en un costalillo, y se acercaron cuidadosamente a la agencia bancaria. Hicieron que el taxista tocara la puerta insistentemente. En ese momento, el administrador del local les negó la entrada ya que habían cerrado dos horas antes. Sin embargo, ante la amenaza con un arma tuvo que dejarlos pasar.
Ya en el interior de las oficinas, los asaltantes redujeron al administrador y a una empleada. Uno de ellos llevó al gerente ante la caja fuerte del banco. De allí extrajo 216 mil soles en efectivo y los colocó en dos costalillos. Luego lo trasladó al baño y le quitó su reloj, una sortija de oro y mil soles, y después lo amarró de manos y pies. La empleada fue colocada delante del mostrador de atención tras ser amenazada de muerte.
AUDAZ INTERVENCIÓN POLICIAL
Mientras esto ocurría dentro del banco, Ramón Rojo Navarro, un agente policial que estaba de descanso, pasó por el lugar y observó algo sospechoso a través de las ventanas de vidrio. Para salir de la duda, buscó al agente de la Policía más cercano. Allí apareció el guardia civil Hugo Guillén Jurado, quien ingresó a la entidad bancaria y le preguntó a la empleada si ocurría algo. Ella lo negó, muy nerviosa. Esto acrecentó las sospechas del oficial que insistió en sus preguntas. Algo andaba mal.
En ese instante, uno de los delincuentes, Jorge Ramírez, salió del baño y se encontró con el policía. “Ahora nos la jugamos”, gritó el sujeto a su cómplice y disparó sin misericordia. Tras fallar sus tiros, el guardia respondió de inmediato. Su disparo hirió al malhechor en el ojo izquierdo. El hampón caminó tres metros y se desplomó. Perdió la vida fuera de la agencia. Al presenciar la sangrienta escena, su compañero de atraco, Jorge Joya, empezó a llorar y rindiéndose pidió clemencia: “No disparen, me entrego. No tiren por favor”, suplicó.
Minutos después, el comisario de Pueblo Libre llegó al lugar acompañado por un numeroso grupo de policías. Detuvo al delincuente y cubrieron el cuerpo inerte del otro. Luego, el juez Instructor de Turno ordenó el traslado del cadáver a la morgue.
El agente Hugo Guillén dio sus primeras impresiones al reportero de El Comercio: “Yo solo he cumplido con mi deber de Guardia Civil para evitar la consumación del atraco; pero al verme amenazado y en peligro de muerte, tuve que disparar contra el asaltante”.
HOMENAJE A LOS VALEROSOS POLICÍAS
Al mediodía del jueves 23 de noviembre de 1967, la Policía de Pueblo Libre terminó el atestado que corroboró todo lo sucedido en el frustrado asalto. El delincuente sobreviviente y el chofer fueron puestos a disposición del Juez de Turno y encerrados provisionalmente en una carceleta. Aunque ambos estaban implicados en el robo, ninguno de ellos tenía antecedentes policiales.
Horas después, el jefe de la Novena Región de Policía, general Marroquín Cueto, rindió homenaje a los guardias en un local de la 29° Comandancia de Radio Patrulla. En el lugar, Hugo Guillén Jurado y Ramón Rojo Navarro recibieron su ascenso al grado de Cabo de la Guardia Civil en presencia de jefes, oficiales y personal subalterno de la institución.
Luego recibieron las felicitaciones del director general de la Guardia Civil. Ambos policías fueron finalmente premiados en una ceremonia realizada por el directorio del Banco Comercial del Perú.