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La increíble historia del piloto que sobrevivió sin alimentos durante varias semanas en una selva virgen peruana en los años 70
El hecho se dio en Madre de Dios en 1975. Tras 14 días perdido en la selva, Álvaro Priano fue hallado por unos trabajadores del Instituto Geofísico del Perú (IGP).
Días antes que el secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, se reuniera con los delegados de Israel y Egipto para llegar a un acuerdo provisorio de paz, una increíble historia de supervivencia se conoció en el Perú. El 14 de junio de 1975, El Comercio anunció que hallaron con vida a Álvaro Priano Azaña, un piloto peruano que había desaparecido en la selva de Madre de Dios.
Su desaparición se dio cuando el helicóptero que piloteaba fue desviado por una fuerte tormenta de la zona. Tras ello, el aviador estuvo perdido por catorce días en una selva virgen. Unos trabajadores del Instituto Geofísico del Perú (IGP) lograron rescatarlo con vida. Días después, fue trasladado de emergencia a Lima. Ya en nuestra capital, contó los detalles de su travesía por la jungla peruana desde la sala de una clínica.
Era la mañana del jueves 29 de mayo de 1975, cuando Álvaro Priano Azaña salió del campamento de abastecimiento de la empresa petrolera norteamericana Perú Cities Service hacia la localidad de Manú, en Madre de Dios. A bordo de un helicóptero Hughes-500, alzó vuelo y estuvo en el aire por treinta minutos. Luego, avisó a la compañía de Servicios Aéreos Amazónicos S.A. (SAASA) que una fuerte tormenta lo estaba desviando de su ruta. Tras ello, desapareció sin dejar rastro.
Esto hizo que la empresa aeronáutica avisara que se había perdido. Por eso, envió para su búsqueda a varios helicópteros, aviones particulares y de la Fuerza Aérea del Perú (FAP). También organizó una expedición de rescate por tierra con personal especializado. Una difícil misión porque el aviador estaba perdido en una selva virgen. Sin embargo, su familia no perdía la esperanza de encontrarlo con vida. Es así como en los días siguientes no se obtuvo rastro del piloto.
Semanas más tarde, a las tres y media de la tarde del 12 de junio de 1975, Priano fue hallado con vida en las orillas de un río de Madre de Dios. El aviador estaba con la ropa mojada y armado con un machete que le ayudaba a defenderse de los animales salvajes de la zona. Horas después, fue conducido en un helicóptero de la FAP hasta una clínica en Cusco. Su estado de salud era de pronóstico reservado. Por eso, al día siguiente sería trasladado a Lima.
A las diez y veinte de la mañana del sábado 14 de junio de 1975, Álvaro Priano llegó alAeropuerto Internacional Jorge Chávez a bordo de un avión de la compañía aérea Faucett. Vestido con un pantalón jean, casaca de cuero negra y lentes oscuros, el piloto bajó lentamente por la escalinata de la nave ayudado por su esposa, Aída Villavicencio, y por una aeromoza.
Durante el desembarco, Villavicencio le confesó que nunca había perdido la esperanza de encontrarlo con vida y que “todas las noches rezaba” por él. Ya en suelo limeño, el aviador declaró para la prensa nacional: “Estoy muy débil. Casi no puedo caminar”, dijo, con dificultad para hablar. Luego, explicó que una fuerte tormenta en la selva de Manú lo hizo realizar un aterrizaje forzoso y aclaró que “en ningún momento el helicóptero se vino a tierra”.
También reveló que tuvo que caminar catorce días por la inexplorada jungla y que fue rescatado por una balsa del Instituto Geofísico del Perú (IGP). Sus pies llenos de hematomas y ampollas mostraron las dificultades por las que tuvo que pasar. Tras estas declaraciones, el piloto se abrazó muy fuerte con su madre y hermanos. Después, fue trasladado a laClínica Anglo Americana, en San Isidro.
En ese nosocomio fue internado en la sala de Cuidados Intensivos. Dos horas después, fue conducido en una silla de ruedas al cuarto 231. También se le administró suero para contrarrestar su deshidratación. Ya en esa sala, Priano expresó su agradecimiento por sobrevivir tantos días en una zona desconocida: “Gracias a Dios, estoy con vida y creo que he vuelto a nacer de nuevo. Nunca perdí la fe y la esperanza de sobrevivir en la selva porque para eso estamos entrenados”.
Más tarde, los médicos del hospital revelaron que el estado de salud del aeronauta era delicado. Cabe resaltar que Álvaro Priano, de 32 años de edad, se graduó como piloto comercial en 1968 y estudió una especialidad en vuelos de helicópteros en Estados Unidos. También llevó un curso de aviación comercial en Buenos Aires, Argentina. Antes del accidente, el aviador peruano tenía un excelente récord de viajes y cientos de horas de vuelo.
Al día siguiente, el domingo 15 de junio de 1975, cronistas de los diarios Correo y Ojo llegaron hasta la habitación del valiente piloto. Esa vez, el aviador estaba celebrando el día del padre acompañado por sus hijos, esposa, amigos y familiares. Tras unos minutos, empezó la entrevista contando que quedó semiinconsciente tras el accidente.
“Cuando me recuperé, me senté en un asiento del helicóptero y me puse a pensar. Mi primera reacción fue sobrevivir. Jamás pensé en la muerte y desde el primer instante del accidente que ocurrió en horas de la tarde, me encomendé a Santa Rosa de Lima”, dijo Priano. Ya recuperado de los golpes, cogió un machete y empezó a caminar para encontrar un lago lo más pronto posible. Es así como llegó al río Lidia.
Su travesía se volvió más difícil al saber que no contaba con ningún alimento. Una necesidad que la combatió haciéndose “la idea que no tenía hambre”. “A veces pensaba en las comidas de mi casa. En las parrilladas, en los anticuchos. La boca se me hacía agua, pero seguía para adelante. Siempre bordeando el río”, dijo el valiente piloto, que tampoco quiso recordar las cosas que tuvo que comer para sobrevivir tantos días en la jungla.
Asimismo explicó que por las noches buscaba cuevas o hacía excavaciones para enterrarse hasta el cuello y así evitar ser picado por los mosquitos. Esto lo forzaba a dormir poco. Además, nadaba siete horas al día. Por eso, cada mañana intentaba caminar por donde había más Sol para que su ropa pudiera secar: “De las dos semanas de travesía por la selva virgen, solo en dos oportunidades pude tener seca la ropa. El resto del tiempo las llevaba empapadas de agua”.
Priano también confesó que durante su caminata por la selva no pudo ver aviones, lanchas ni personas. Solo escuchó, una vez, “el ruido de un avión comercial que volaba muy alto”. Además, tuvo que lidiar con cientos de fieras y animales que bajaban a las orillas del río a tomar agua. “En un oportunidad me persiguió un otorongo al cual felizmente pude despistarlo”, narró, sonriente.
Toda esa parte de la jungla era más tormentosa por los rayos, truenos y lluvias de la zona. Por eso, el aviador relató que “vivir perdido en la selva 14 días es como haber vivido en Lima 14 años. Todo lo que hice por vivir fue por mis hijitos y gracias aSanta Rosa de Lima”. Asimismo, calculó haber caminado más de 60 kilómetros siguiendo la corriente del río. Además, siempre supo la hora y fecha de los días porque tenía un reloj que cuidaba mucho.
Segundos después, el piloto narró el milagro que sucedió la tarde de ese 12 de junio. Ese día, vio, desde muy lejos, a unos trabajadores delIGP recogiendo sus carpas mientras él seguía su ruta para sobrevivir. Esto hizo que se acercara muy lento, por el cansancio y dolor de espalda, y empezara a gritar pidiendo ayuda. Su débil voz hizo imposible que lo escucharan. Por eso, pensó, por unos segundos, que todo era parte de su imaginación.
Al llegar a las carpas se dio cuenta que los trabajadores se estaban yendo del lugar porque desembarcaron allí por error. “Les expliqué mi situación y me subieron a una lancha. Gracias a ellos pude salvarme a tiempo aunque todavía tenía fuerzas para caminar y nadar. Santa Rosa de Lima había hecho el milagro”. Así terminó su travesía por una parte inexplorada de la selva de Madre de Dios.
Este accidente, Álvaro Priano lo consideró una “graduación como piloto de helicópteros”. También reveló que tras ser dado de alta volvería a volar. Finalmente, aclaró que el día de su desaparición se dirigía desde una zona de abastecimiento hasta la base principal de Manú. Semanas después, fue dado de alta de la clínica limeña. De esta manera, terminó una verdadera historia de supervivencia que sucedió en el Perú hace más de 40 años.
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