A finales de 1980, un audaz sismólogo norteamericano apellidado Brady lanzó oscuros pronósticos acerca de una cadena de terremotos que devastaría la costa peruana.
Se atrevió, incluso, a poner mes y día a sus predicciones: el 28 de junio de 1981 ocurriría el primero de los tres grandes sismos que azotarían nuestro país.
Los eventos catastróficos, según lo denominó él mismo, despertaron enorme preocupación en la población peruana y los medios se enfocaron en el tema.
El 21 de diciembre de 1980, El Comercio tituló en portada: “Predicciones de un sismo en el Perú rechaza científico”.
El ingeniero peruano Julio Escobar manifestó “su total desacuerdo con las predicciones de un sismo en la costa del Perú”.
“Nadie pude predecir un sismo y menos aún dar fechas exactas como lo ha dado a conocer el norteamericano Brian Brady”, aseveró Escobar.
La base científica de Brian Brady
Los sismólogos Brian Brady y William Spence anunciaron haber desarrollado en “reloj espacio-temporal”, basado en nuevas teorías geológicas, para prever cuándo se producirá un movimiento telúrico, informó el decano el 26 de enero de 1981.
“Tres terremotos que comenzarán aproximadamente el 28 de junio y culminarán hacia el 9 de setiembre, remecerán el subsuelo marino a unos 50 kilómetros al oeste del Perú”, dijo Brady, geofísico de la Oficina de Minas de Estados Unidos, en una sesión del Consejo Nacional Norteamericano para la Predicción de Sismos.
A pedido de las autoridades peruanas, Brady y Spence desmenuzaron sus conclusiones ante esta entidad, pues sus predicciones no habían sido verificadas por las agencias oficiales del gobierno norteamericano.
Fechas y magnitudes
Un primer sismo, de una magnitud comprendida entre 7,5 y 8 en la escala de Richter, se producirá en una región próxima a Lima a fines de junio, afirmó Brady.
Este movimiento de tierra será el comienzo de una serie de eventos que continuará 40 días después con un segundo terremoto de magnitud 9,2, que se extenderá a lo ancho del Perú.
Transcurridos treinta días de este sismo (en los primeros días de setiembre), el tercero afectará el mismo sector, añadió Brady. Este último será el más violento de todos, con una magnitud de 9,9 en la escala de Richter y deberá impactar toda la costa del Perú y el norte de Chile.
Según Brady y Spence, este movimiento telúrico será comparable al que sucedió en Chile en mayo de 1960, el más devastador de la historia.
Consejo norteamericano se pronuncia sobre las predicciones
El 28 de enero el Consejo Nacional de Evaluación de Pronósticos de Terremotos de Estados Unidos emitió su opinión.
“Los miembros del Consejo no están convencidos de la validez científica de la predicción de Brady-Spence”, sentenció el organismo en su declaración, y añadió: “recomendamos al gobierno del Perú no considerar con seriedad esta predicción”.
El Consejo declaró también que “lamenta que los pronósticos de terremotos basados en evidencia tan vaga y especulativa hayan recibido tanto crédito fuera de la comunidad científica”.
La decisión fue comunicada al gobierno peruano, sin embargo, la memoria colectiva no pudo borrar esa “fatídica fecha” de junio, y los medios tampoco. La preocupación no se disipó.
Hasta que llegó el “Día T”
Cuando los peruanos tuvieron en sus manos un ejemplar de El Comercio del 28 de junio de 1981, pudieron leer en la portada: “Defensa civil pide serenidad”.
“Nada semejante a un terremoto ocurrirá hoy en Lima, sostuvieron funcionarios de Defensa Civil, al hacer un llamado a la población para que no se intranquilice frente a vaticinios sin base cierta”, decía la nota.
El jefe de este organismo, Edmundo Masías, lamentó que muchos peruanos hayan sido impactados por las predicciones del físico norteamericano.
Por su parte, el jefe de la Oficina de Estudios Sísmicos del Instituto Geofísico de los Estados Unidos John Filson –quien llegó desde su país-, descartó también la fatídica teoría de Brady.
“Si debo aceptarla –dijo Filson- tendría que rechazar otros principios físicos”.
De mismo modo, el sismólogo peruano Fernando Oshiro Higa hizo hincapié en que Brady, para sostener su teoría, se basó en estudios de laboratorio sobre “rajadura” y “ruptura” de las rocas.
El día siguiente
“Domingo transcurrió normalmente”, publicó El Comercio la mañana posterior al “día de la catástrofe”.
Si bien hubo cierta intranquilidad entre una parte de la población y hasta se adoptaron alguna medidas preventivas, prevaleció la confianza en que todo transcurriría como cualquier otro día, como efectivamente ocurrió.
Incluso, el presidente de la República, Fernando Belaunde Terry, permaneció varias horas en Pisco, donde inauguró un moderno complejo pesquero –en la zona que según Brady sería el epicentro del terremoto-.
Se pudo apreciar también la afluencia acostumbrada del público a los mercados, cines, canchas deportivas y parques de recreación.
En algunos lugares de venta de licor se llegó a bautizar alguno de sus preparados como “Brady”.
Sin embargo…la Tierra se movió
El doctor Nelson Herrera de Defensa Civil dio cuenta que el día 28 sí se registraron dos temblores de baja intensidad (Pucallpa y Tacna), que pasaron totalmente desapercibidos para la población.
Y es que los movimientos telúricos son más frecuentes de lo que pensamos, pero la mayoría imperceptibles.
No fue que Brady atinó ligeramente en su predicción. Es como levantarnos una mañana y pronosticar que durante el día va a suceder un accidente de tránsito en Lima. Eso no nos convierte en Nostradamus.
En setiembre un remezón sí sacudió el Perú
El 6 de setiembre de 1981, en horas de la tarde, el suelo peruano vibró tras el pitazo final del árbitro Arnaldo Cézar Coelho, que señaló la culminación del partido entre Perú y Uruguay por las eliminatorias al Mundial de España. El empate 0 a 0 aseguró la ansiada clasificación del equipo peruano y desató una fiesta colectiva que remeció al país.