El gestor cultural y director ejecutivo de Sinfonía por el Perú, Miguel Molinari, nos ayuda a reconstruir los primeros años formativos del tenor peruano Luis Alva (1927), hasta que cumplió, a los 29 años, su sueño de debutar en la Scala de Milán, el 16 de febrero de 1956. La Scala era el escenario perfecto para cualquier tenor del mundo.
A los seis años llegó a Lima desde Piura para estudiar en los colegios La Salle y Anglo Peruano. En esos tiempos cantaba en las actuaciones escolares, pero al terminar sus estudios secundarios ingresó como cadete a la Marina. Durante tres años se imaginó como un marino, sin embargo, en algún momento de ese periodo lo escuchó cantar Rosa Mercedes Ayarsa de Morales, la gran compositora, maestra y musicóloga peruana, quien lo convenció, como ha contado el propio Alva en su momento, de que lo suyo no era la vida militar sino el arte. “Tu futuro no está en la Marina, sino en tu voz”, le dijo Ayarsa, quien lo incorporó rápidamente a su compañía.
Esta historia nos la cuenta Molinari, para quien Luis Alva destacó notoriamente desde muy joven. En 1949, por ejemplo, a los 22 años, interpretó al personaje de Javier en la zarzuela ‘Luisa Fernanda’ y fueron numerosas sus presentaciones en radio a finales de esa década. “En esos años hubo un concurso de canto llamado El Gran Caruso, que promocionaba la Metro-Goldwyn-Mayer, a raíz de la película “El Gran Caruso” (1951), protagonizada por Mario Lanza. Era una competencia a nivel global, cada país hacia una selección y luego había una semifinal. Alva participó en ese concurso pero no ganó, quedó segundo. Ganó un barítono que no hizo la carrera, el que la hizo fue Luis Alva”.
Para Molinari fue en ese momento que el tenor peruano quedó convencido de su destino en Italia, y desde entonces buscó por todos los medios lograr esa meta en su vida.
LUIS ALVA HACIA ITALIA
En 1953, Luis Alva, a sus 26 años, vendió todas sus pertenencias para comprar los pasajes y costear su estadía en Milán. Buscaba el reconocimiento de los maestros y público italianos. El Comercio informó también que recibió el apoyo de la Internacional Petroleum Company (IPC) y, posteriormente, el Ministerio de Educación le concedió una beca.
“En Milán toma contacto con un maestro de canto, empieza a presentarse en algunas audiciones, y logra ser requerido por la ‘Piccola Scala’, un teatro contiguo al Gran Teatro de la Scala de Milán. La ‘Piccola Scala’ se estaba promocionando en ese tiempo, era una sala donde se hacían óperas de cámara. Alva participaría en ‘Cosí fan tutte’, de Mozart. Se preparó y se entusiasmó como nunca”, recuerda Molinari.
Pero luego Víctor de Sabata, el director de la Scala, lo llamó y le pidió escucharlo en ‘El matrimonio secreto’ de Cimarosa. “Lo audiciona, Alva canta el aria y le parece bien a De Sabata. Y este le pide estudiar la ópera y que olvide ‘Cosí fan tutte’”, dice Molinari. El tenor debutó y fue muy felicitado. Luego se enteró de que el director de orquesta Carlo Maria Giulini, que dirigía ‘El Barbero de Sevilla’, lo quería en su elenco. Ya no sería en la ‘Piccola Scala’, sino en el escenario mayor, en la Scala de Milán.
“Alva se quedó sorprendido. ‘¿No le han dicho?’, le dijo Giulini. Así debutó en la Scala de Milán y fue un gran suceso. En ese elenco todos eran figuras. El único debutante fue él como el Conde de Almaviva. Estaban María Callas como Rosina, Tito Gobbi como Fígaro, Nicola Rossi-Lemeni como don Basilio, que era un famosísimo bajo, y Melchiorre Luises como don Bartolo, todos eran megaestrellas de la ópera”, cuenta, emocionado, Molinari.
EL DEBUT SOÑADO DE ‘LUIGI’ ALVA
Así, el gran Teatro de la Scala de Milán abría sus puertas a Alva para que interpretara al Conde Almaviva. Horas antes de su debut, aquella noche del 16 de febrero de 1956, el tenor peruano había declarado: “Me agrada sobremanera el papel y me cabe el honor de actuar al lado de María Meneghini (nombre de casada de la gran María Callas) que hace de protagonista. ¿Si me siento excitado? No, por lo menos hasta el momento. He pasado por tantos ensayos que ya estoy casi acostumbrado. Pero todo puede cambiar cuando comience lo verdadero”, publicó El Comercio, al día siguiente.
Esa noche, Luis Alva, a sus 29 años, volvió a nacer cuando escuchó los prolongados aplausos del público milanés. Por supuesto que no todos los aplausos eran para él, sino también para el gran elenco que lo acompañaba, entre los que estaba la diva María Callas, quizás en su mejor momento, pues meses después, en octubre, debutaría en el Metropolitan Opera House de Nueva York como Norma, de Bellini.
Pero ese invierno milanés de 1956 fue inolvidable para ‘Luigi’ Alva. El peruano saboreaba un triunfo personal. Cinco veces los llamaron para recibir la aprobación del público en esa noche del ‘Barbero de Sevilla’ en la Scala. Alva le dio un brillo especial al Conde de Almaviva, con una refinada y trabajada voz de tenor ligero que dejó a la exigente crítica italiana más que satisfecha: la dejó expectante, esperanzada en un nuevo valor para la lírica .
La ópera era el lugar donde alguien con las capacidades vocales y actorales de Luis Alva podía expresarse artísticamente en un altísimo nivel. El Comercio informó el 17 de febrero de 1956 sobre el reconocimiento de los diarios italianos como ‘El Corriere della Sera’ de Milán, para el que Alva poseía “un fino timbre de voz… mostrando cierta ternura. Fue el mejor cantor de anoche, con una interpretación tierna y afectiva”. ‘El Corriere Lombardo’: “Canta con voz quejumbrosa aunque masculina, y con bellos acentos”. ‘El Popolo de Milano’: “El joven tenor peruano se desempeñó con donaire”. Y ‘La Notte’: “Él conquistó al público al cantar su aria con expresiva gentileza”.
Uno de los críticos más conocidos de entonces, el maestro Giulio Confalonieri, escribió en ‘La Patria’: “Sólo buenas, muy buenas cosas pueden decirse del joven Luis Alva que en corto tiempo ha saltado a roles que entrañan la más alta responsabilidad. Él representó una figura llena de espléndidas armonías vocales, una figura que fue aristocrática y plena de juventud al mismo tiempo”.
Molinari aborda un punto importante: “‘Luigi' Alva fue la sensación porque todos esperaban la acostumbrada calidad de los otros cantantes, pero algunas de estas estrellas no provocaron mucho entusiasmo porque sus carreras estaban más vinculadas con los personajes dramáticos. Entonces, la aparición fresca de este joven apuesto, carismático y con una voz bellísima y un gran histrionismo, lo convirtió en el triunfador en ese estreno”.
Molinari añade una exquisita anécdota, pues recuerda que luego de ese 16 de febrero de 1956, y por muchos años, el personaje de Alva, el Conde de Almaviva, fue conocido con el nombre de “Conde de Alvaviva”, por el apellido del tenor peruano.
SU REGRESO MOMENTÁNEO AL PERÚ
En octubre de 1957, Luis Alva regresó al Perú luego de cuatro años de ausencia. Su permanencia en Europa significó un avance en su perfeccionamiento técnico y en su experiencia humana, vital en la consolidación de su carrera artística. Alva llegó a Lima más maduro y seguro de sus dotes artísticas. El público limeño le hizo sentir de inmediato en casa.
Ante las preguntas de la prensa en una conferencia que dio en el Hotel Bolívar, Alva contestó que nunca olvidó el Perú, que siempre mantuvo su “acento peruano” y que el ambiente lírico nacional era aún muy limitado, por no decir, nulo. Alva indicó que del único tenor peruano que se hablaba en Italia era de Alejandro Granda, a quien admiraba y seguía sus pasos.
Explicó a la prensa su característica interpretativa como tenor lírico ligero. “No lanzo ‘disparos’”, advirtió el maestro, dueño de una voz calificada por los expertos italianos como fina, suave y única. Una voz muy difícil de encontrar en el ambiente lírico. El Comercio le preguntó: “¿Cuál es su meta?”. Alva contestó entonces, sin titubear: “Mi meta es la de que vuelva a Lima la ópera verdadera, la ópera auténtica y yo pueda actuar ante todos ustedes como es debido. Sí, ese es mi máximo ideal”.
El joven Alva llegó para presentarse como concertista en un recital en el Teatro Municipal y hacer algunas presentaciones en radio ‘El Sol’. Al mes siguiente, en noviembre, retornó a Italia, a Milán, para proseguir con su carrera como artista lírico. Muchas veces regresó, pero volvió a Italia, donde reside hasta hoy en día. Y sí, llegó a cantar y a actuar en numerosas ocasiones en la ópera que siempre soñó hacer en su propio país, y luego fundó con mucha ilusión Prolírica.