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Martha Hildebrandt: la primera entrevista de su vida a El Comercio
Ayer, 8 de diciembre de 2022, falleció a los 97 años, en su casa de la avenida 28 de Julio, en Miraflores, la destacada lingüista y colaboradora del diario El Comercio, la doctora Martha Hildebrandt. Recordamos aquí la primera entrevista que este diario le hizo a raíz del premio nacional ‘Javier Prado’, que recibió a comienzos de los años 50.
El dictador Manuel A. Odría llevaba un año y cinco meses en el poder. Pese a la tensa situación política y social en que aún vivía el país, la vida cultural seguía su curso. Los merecidos premios a la actividad intelectual e investigativa se dieron sin retrasos; de esta forma, la joven doctora Martha Hildebrandt Pérez Treviño (1925-2002) recibió la noticia de que su tesis doctoral había obtenido el premio nacional de fomento a la cultura ‘Javier Prado’, edición 1949.
El diario decano arrancó la entrevista, publicada el 1 de abril de 1950, con una breve reseña biográfica de la premiada, y en ella se indicó que la “señorita doctora” había nacido en la Hacienda Chiclín, en el valle de Chicama, Ascope (La Libertad); y que sus estudios secundarios los había hecho en el Colegio Nacional ‘Rosa de Santa María’ en Lima.
Se sabía entonces que Martha Hildebrandt había postulado como menor de edad a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero no se le permitió llevar ningún curso hasta que tuviera la “edad mínima” para poder hacerlo. Cuando pudo estudió simultáneamente dos carreras humanísticas (estaba permitido entonces): Letras y Pedagogía. Martha Hildebrandt logró el grado de bachiller en Humanidades en 1948; y en 1949 hizo el doctorado de Letras, especializándose en Lingüística.
El Comercio informaba que Hildebrandt enseñaba en la Cuatricentenaria universidad el curso de “Fonética General”, y lo hacía en el Instituto de Filología de la Facultad de Letras. Su tesis de doctorado fue justamente la que había recibido el premio nacional de fomento a la cultura ‘Javier Prado’ 1949, empezó la doctora precisando el dato. Su tesis giró en torno a un tema estrictamente lingüístico: el español en Piura, contó entonces.
La entrevista del 1 de abril de 1950 siguió su curso.
“—Le agradeceríamos, doctora, informarnos algo sobre la naturaleza de su obra premiada.
Ella trata de las peculiares evoluciones del idioma español en la región piurana –nos indica gentilmente. Comprende, en consecuencia –prosigue diciéndonos–, estudios sobre el vocabulario, la fonética, la sintaxis, la influencia de idiomas indígenas, rezagos y arcaísmos”.
El redactor del diario decano explicó que la joven maestra universitaria había viajado en dos oportunidades a Piura; allí había visitado muchos pueblos, “pequeños y alejados donde perduran con más vigor las manifestaciones folklóricas del idioma”. (EC, 1/4/1950)
—¿Este estudio lingüístico suyo abarca a todo el Departamento de Piura?
No, únicamente la zona costeñade ese Departamento, o sea las ciudades de Piura, Paita, Sullana y pueblos anexos.
—¿Podría usted indicarnos algunos peculiares casos lingüísticos de esa zona?
Rasgo notable en el castellano de Piura es la ausencia casi total de quechuismos; su proporción es menor que en el lenguaje de Lima. Otra particularidad idiomática es la presencia de gran cantidad de arcaísmos, palabras castizas que han caído en desuso en el resto del Perú: estas palabras se conservan allí con su significado propio o con algunas variantes.
—¿Por ejemplo?
La palabra ‘limeta’. Esta palabra en castellano antiguo significa ‘botella’, y actualmente en Piura se da el nombre de ‘limeta’ a una calabaza, que tiene la forma de botella y que se usa para llevar líquidos”.
Fascinado el redactor de turno, este explicó a los lectores que la doctora Hildebrandt se empeñaba en dar más detalles fonéticos. “Podemos señalar la línea melódica especialísima y que, desgraciadamente, no puede ser captada totalmente sino por medio de una grabación fonográfica”, explicó la maestra sanmarquina.
Martha Hildebrandt advirtió, ya para entonces, que dichos rasgos peculiares “van desapareciendo día a día, sobre todo en la ciudad de Piura, a causa del intercambio comercial intensificado por la Carretera Panamericana”, dijo la doctora a El Comercio.
“—¿Ha publicado usted algunas obras?
Hasta la fecha, solo artículos. Tales como en la revista ‘Mar del Sur’: “Toponímicos y patronímicos en la región de Piura”, que es el apéndice de mi tesis ‘El español en Piura”; y en la revista ‘Letras’ de la Universidad de San Marcos el capítulo ‘Vocabulario’, también parte integrante de la tesis en referencia.
—¿Está usted preparando algún otro trabajo?
Sí. El libro ‘Fonética General’ a base de las lecciones que dicto sobre la materia en el Instituto de Filología de la Universidad Nacional de San Marcos.
—¿Y qué nos dice usted sobre los estudios filológicos en el Perú?
El Perú es uno de los campos de investigación lingüística más interesante del mundo.
—¿Por qué?
Porque además de las peculiares evoluciones que ha sufrido el español en las diferentes regiones del país y de las lenguas más importantes y estudiadas, como el quechua y el aimara, existen en la selva amazónica más o menos ochenta idiomas diferentes. El Instituto Lingüístico de Verano de la Universidad de Oklahoma, de Estados Unidos de Norteamérica, tiene actualmente un grupo de lingüistas investigando en diversas zonas de la selva; un trabajo que realizan en colaboración con el Ministerio de Educación Pública”.
La doctora Martha Hildebrandt de ese año, de 1950, rebozaba salud, una gran energía intelectual y una insobornable confianza en las posibilidades de la ciencia lingüística. Sobre la herencia filológica (estudio de las expresiones de una lengua), Hildebrandt dijo, retomando el tema, que “los estudios filológicos en el Perú se hallan todavía en un estado incipiente. Hay necesidad de despertar interés por esos estudios, especialmente entre los alumnos de las universidades. El folklore lingüístico va desapareciendo a medida que la civilización invade los pueblos antes aislados y es una verdadera pena que se pierdan estas manifestaciones sin haber sido recogidas”, dijo.
Y eso fue lo último que dijo esa mañana del viernes 31 de marzo de 1950, antes de que el reportero corriera a la redacción de Lampa con Miró Quesada, en el Centro de Lima, para empezar su tarea de redactor.
La Martha Hildebrandt de entonces respiraba lingüística, filología, humanismo. Más tarde obtendría la beca latinoamericana, entregaba por la American Association of University Women, gracias a la cual hizo estudios de Lingüística Estructural en la Northwestern University en Illinois (EE.UU.). Dos años después de esta entrevista, en 1952, la joven doctora estudió Lingüística Descriptiva en la Universidad de Oklahoma.
Fue solo el comienzo de una extensa y rica vida intelectual, una intensa carrera profesional en el Perú y el extranjero, y aunque luego, en la década de 1990, a Martha Hildebrandt le interesó también la política parlamentaria, más allá de cualquier crítica a su desempeño en ese campo, nunca dejó de ser una interesada defensora del habla culta en el Perú. Que en paz descanse, doctora.
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