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La primera expedición totalmente peruana que conquistó el Huascarán y que El Comercio permitió seguir con dos telescopios
Fue la primera expedición nacional que coronó el gran nevado Huascarán, en tiempos del presidente Manuel A. Odría. Auspiciada por el diario El Comercio, la ascensión en la Cordillera Blanca, en Ancash, se realizó en agosto de 1953. Se trató de un verdadero acontecimiento nacional.
Los hermanos Yanac no eran unos improvisados ni aventureros; eran unos deportistas de altura, capaces de grandes proezas. Acompañaron a varias expediciones extranjeras desde muy jóvenes, y luego escribieron su propia historia en los andes de Callejón de Huaylas, en el departamento de Ancash. Antes de llegar a la cima del Huascarán, el nevado más alto del Perú, en agosto de 1953, conquistaron otras cumbres de la hermosa Cordillera Blanca.
El 25 de setiembre de 1952, un año antes de su gran hazaña máxima en el Huascarán, Apolonio, Guido y Pedro Yanac, designados por el Club Andinista Cordillera Blanca (CACB), institución que se formó en Huaraz en marzo de ese mismo año, habían subido y conquistado el nevado Copa, a 6.203 metros sobre el nivel del mar.
Su campamento vivac lo armaron entonces con los materiales de equipo del Club Andinista al que pertenecían y con lo que les prestaron los miembros de la expedición anterior que guiaron, la franco-holandesa de los alpinistas Geoffrey Egeler y Tom de Booy, de quienes aprendieron muchas técnicas y maniobras de campo que debían hacer para sortear los numerosos obstáculo de una escalada de esa compleja naturaleza.
Aquella ascensión de 1952 les había dejado lecciones que asumieron de inmediato. Los Yanac sabían ahora cómo escalar con seguridad y a pesar del mal tiempo (frío intenso y vientos muy fuertes), algo que debieron afrontar hasta los 5.900 metros en el nevado Copa (prácticamente toda ascensión). Como era su estilo, los tres se alentaron con gritos y voces que resonaban en esas cumbres. Pasaron también momentos de angustia cuando Pedro Yanac “cayó a una enorme grieta” (EC, 3/8/1952). Fue un resbalón mortal a un abismo que nadie pudo evitar; solo lo salvó la cuerda a la que estaba atado.
En la cima del Copa, los Yanac habían dejado el Pabellón Nacional, que les fue obsequiado por el mismísimo presidente Manuel A. Odría. Y los tres hermanos, emocionados, habían cantado el himno nacional. Estos fabulosos hermanos seguían los pasos de expedicionarios extranjeros que ya habían llegado a esas cimas. Pero, en ese momento, era la hora de ellos mismos, de tres andinistas peruanos que conocían muy bien la zona. Pero eso sí, eligieron ir paso a paso, respetando al Apu.
La ascensión al nevado Huascarán (6.768 metros) en agosto de 1953 se planificó con mucho más tiempo, y se hizo en homenaje al aniversario patrio peruano. El Comercio, que auspició la expedición,designó a César Morales Arnao, su corresponsal en Huaraz y también reconocido andinista, como director técnico de la expedición. Además, mandó instalar en una zona estratégica dos telescopios para que la gente del lugar y visitantes pudieran observar la hazaña andinista.
Lamentablemente, Morales Arnao no pudo escalar junto a los Yanac, como hubiese querido, ya que una lesión en un pie se lo impidió. No obstante, el corresponsal del diario decano apoyó en todos los detalles a la preparación de la expedición. Los hermanos Yanac asumieron el reto, a partir del sábado 1 de agosto de 1953.
Desde la localidad de Mancos, a 7 kilómetros de Huaraz, seis expedicionarios se encaminaron hacia el punto más elevado del nevado andino: Apolonio, Guido y Pedro Yanac, además de Fortunato y Felipe Mautino, y Macario Ángeles. Ellos fueron los escaladores, varios de ellos ya habían participado en proyectos similares con equipos extranjeros. Pero esto era distinto. Era la primera vez que se juntaba un grupo de peruanos para conquistar su propia montaña, la más alta del país.
A las ocho de la mañana, de ese 1 de agosto de 1953, iniciaron la marcha. Desde Mancos, con catorce acémilas cargadas con carpas, mochilas, colchones de aire y el equipo indispensable, arribaron a la estancia de Musho, desde donde subieron hasta los cinco mil metros de altura. Los acompañó hasta allí el corresponsal de El Comercio y andinista, César Morales Arnao.
Ubicados literalmente en las faldas del Huascarán, dejaron las acémilas y se dividieron el equipaje. Los relojes marcaban la una y media de la tarde, y se dirigieron al campamento-base, ubicado en el glaciar Raimondi. Desde allí marcharon el domingo 2 de agosto, a media mañana.
Mientras tanto, Morales Arnao regresaba a Mancos, donde había de declarar que el equipo de andinistas estaba bien y que en dicho campamento-base permanecería un grupo de auxilio. El corresponsal de El Comercio detallaba, además, que el grupo estaba atado a una cuerda de enlace, que encabezaba Apolonio Yanac, al cual seguían Fortunato Mautino, Guido Yanac, Macario Ángeles, Pedro Yanac y Felipe Mautino, en ese orden.
A las siete de la noche, irrumpió la primera señal luminosa acordada. “Todo marcha bien, avanzamos sobre terreno plagado de grietas profundas, a las 5 p.m. de hoy establecimos nuestro vivac a 5.700 metros de altura, mañana trataremos de llegar hasta el pie de la garganta”. El código lumínico hablaba por sí solo.
Estas luces tan significativas se vieron también en Yungay y Ranrahirca, lo cual tranquilizó a la comunidad que seguía la escalada. El Comercio no dejaba de informar, y ya para el lunes 3 de agosto había dedicado notas y crónicas con una amplia cobertura gráfica. Casi todo el Perú sabía quiénes eran los valerosos andinistas que habían asumido el reto de conquistar el Huascarán.
Pero la travesía de los hombres del Ande no era fácil. Ese mismo lunes 3, solo avanzaron 200 metros. Precipicios y grietas acompañaban el recorrido. Pese a ello, los intrépidos andinistas no cejaron en su empeño. En Mancos y en Yungay, el diario decano instaló los dos telescopios mencionados, y lo hicieron en los propios locales municipales.
Ya estaban al borde de los seis mil metros de altura. Morales Arnao informaba sobre los avances y no dejaba de indicar el peligro latente en la aventura en la Cordillera Blanca. “A la 1 de la tarde iniciaron el ataque a la muralla que da acceso a la garganta”, advertía. Para hacerlo tuvieron que utilizar grampones y picotas, puesto que ya no tenían las clavizas, especie de clavos para picar el hielo y usarlos como escalera, indicaba Morales Arnao en su nota del martes 4 de agosto.
El riesgo era enorme. Un error en el paso o un descuido en ese trance, hubiera cobrado la vida de cualquiera de ellos. Tres horas duró la angustia y la lucha contra la naturaleza hasta que se logró superar la inmensa muralla. En Mancos y Yungay percibieron, a las siete y cuarto de la noche, los avisos luminosos de la expedición. Pero no solo eso: los pobladores también observaron un cohete con una luz blanca, que los hermanos Yanac habían lanzado como si fuese una estrella fugaz. Estaban en la zona de la garganta del Huascarán, y al día siguiente acometerían la cumbre sur.
La expedición de los Yanac y los demás andinistas llegó a la meta al día siguiente, el martes 4 de agosto de 1953, poco antes del mediodía. El pico sur, el más elevado, fue vencido.
Primero llegaron los tres hermanos Yanac y Fortunato Mautino, quienes colocaron en la cima, por primera vez en la historia, una bandera peruana. La emoción de verla flamear fue indescriptible. Allí esperaron unos minutos a los rezagados, Felipe Mautino y Macario Ángeles, y juntos cantaron el himno nacional.
“La visión era impresionante”, contó Fortunato Mautino. Apolonio Yanac confesó a El Comercio que colocaron en la nieve “las seis piezas de madera que llevábamos para el asta y plantamos la bandera con gran emoción, flameando nuestro pabellón a gran altura y con enorme majestad. Nos abrazamos alborozados”. Los Yanac y todo el equipo lograron llegar a la cima solo en tres días. Fue todo un récord.
EL VIAJE DE RETORNO DE LA EXPEDICIÓN
El descenso fue lento. El miércoles 5 de agosto bajaron por la garganta, pero se les perdió de vista. La noche anterior los andinistas no habían hecho las señales de luces, lo que preocupó en un principio a los pobladores y las autoridades. Pero nunca se perdió la confianza. En la tarde, se los pudo divisar nuevamente mientras bajaban del nevado a paso firme.
La expedición del Club Andinista Cordillera Blanca llegó a Mancos el jueves 6 de agosto de 1953, antes del mediodía. Los seis retornaron como vencedores y fueron llevados en hombros hasta el local municipal, donde el corresponsal de El Comercio y organizador de la expedición, César Morales Arnao, los presentó como lo que eran: un puñado de peruanos ganadores.
Se arrodillaron delante de la iglesia matriz y agradecieron al Señor de la Soledad por el éxito. Con ayuda de los dostelescopios de El Comercio, los seis pudieron ver la misma bandera que dos días antes habían izado en la cumbre más alta del país. Mucho afecto, respeto y admiración recibieron también en Carhuaz y Huaraz. Serían, por mucho tiempo, los héroes del pueblo peruano.
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