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La vez que un piloto de la FAP derribó un ovni en Arequipa y un agente del Gobierno de EE.UU. elaboró un informe confidencial sobre el caso
En abril de 1980, Óscar Santa María Huertas, piloto y capitán de la Fuerza Aérea, tuvo contacto con una extraña nave mientras realizaba maniobras con un avión de ataque Sukhói en el cielo de Arequipa. Años después, en 2002, se presentó el informe Chulucanas, uno de los primeros expedientes oficiales peruanos sobre los ovnis en nuestro país.
Era el viernes 11 de abril de 1980, cuando el capitán de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), Óscar Santa María Huertas, tuvo contacto con un objeto volador no identificado (Ovni) mientras realizaba maniobras con un avión de ataque Sukhói, fabricado por esos años en la Unión Soviética (URSS), en la base aérea de La Joya, en Arequipa. “Tuve una experiencia de combate aéreo con un objeto volador desconocido que se desplazaba sin contar con los elementos de propulsión y control de vuelo propios de las aeronaves de esa época”, dijo el piloto peruano en una entrevista con El Comercio en marzo del 2009, cuando ya se había retirado de las Fuerzas Armadas.
Según reveló Santa María, el extraño objeto realizó maniobras imposibles en el aire, las mismas que “contravenían las leyes y los principios de la aerodinámica”. Por eso, persiguió a la nave y la derribó, bajo la atenta mirada de los soldados y oficiales que estaban en el recinto arequipeño. Para Óscar, el raro platillo volador tenía forma de foco y una base metálica. Los altos mandos de la FAP que vieron este objeto creyeron que se trataba de una nave espía chilena, ya que por esos años las relaciones diplomáticas con el país sureño eran tensas.
Sin embargo, esto fue despejado tras indagar sobre lo sucedido. “Al analizar el desarrollo del evento e investigar sobre los avances tecnológicos en el medio aeronáutico y aeroespacial, no llegamos a encontrar ningún artificio o aparato que hubiera podido efectuar las maniobras que este realizó”, dijo Santa María. Días después del encuentro, el Departamento de Defensa de Estados Unidos envió a un agente a nuestro país para que investigara todos los detalles de este suceso. El oficial norteamericano elaboró un reporte confidencial y lo presentó el 5 de octubre de 1980.
En el documento, explicó que la misteriosa nave fue derribada de “inmediato”, tras una orden del comando responsable de la base, cuando ingresó a un área restringida del cuartel general. Esto fue corroborado por Óscar Santa María, quien reveló que sus superiores acordaron no elaborar ningún informe interno para que la noticia no sea “conocida por personas ajenas al ámbito militar y así evitar que intenten, por motivos científicos o por curiosidad, ingresar a la base aérea que poseía material soviético de guerra único en Sudamérica”. El piloto también manifestó que no supo cómo el Gobierno estadounidense se enteró del contacto con el ovni.
Luego de 21 años de ese hecho, las Fuerzas Armadas decidieron analizar seriamente este tipo de eventos con objetos voladores no identificados. Es así como durante la gestión del general del aire, Jorge Del Carpio, y bajo la ordenanza interna 55, la FAP creó la Oficina de Investigación de Fenómenos Aéreos Anómalos (Oifaa) en 2001. Esta entidad estaba adscrita a la Dirección Nacional de Intereses Aeroespaciales (Dinae).
El primer encargado de manejar esta oficina fue el comandante Julio Chamorro. Su equipo estaba conformado por Abraham Ramírez Lituma (experto en derecho espacial), Hernán Rivas Machuca (ingeniero aeronáutico), Patricia Mezet (bibliotecóloga), Fernando Fuenzalida (antropólogo) y Anthony Choy (abogado e investigador de estos fenómenos). Cabe destacar que, años después, esta área empezó a tener sus propios recursos, personal estable y una sede en la cuadra 52 de la avenida Arequipa, en Miraflores.
Desde que se fundó, la Oifaa comenzó a recibir entre 4 o 5 testimonios semanales sobre avistamientos de ovnis en el Perú. Para corroborar las historias, los testigos de estos sucesos eran sometidos a un profundo cuestionario de 17 páginas elaborado por el equipo investigador. “Este documento ha sido preparado para que usted pueda proporcionar a la FAP el máximo de información relativa al fenómeno no identificado del que ha sido testigo. La información será confidencial y será usada con fines de investigación. Su identidad se considerará confidencial”, decía una de las páginas que los testigos tenían que firmar.
Cabe recordar que esta institución se creó luego del avistamiento de una nave luminosa de rara forma que voló por el cielo de La Molina el 26 de abril del 2001. Este hecho fue difundido por todo el país. La familia Bazalar, que vivía en la urbanización La Viñas, fue la que logró grabar la fuerte luz del objeto durante dos madrugadas seguidas. Tiempo después, Choy descartó que esto se tratara de un ovni: “En realidad fue el planeta Venus, que ese día tuvo su mayor acercamiento a la Tierra. Por eso es importante que el Gobierno peruano haga públicos sus archivos de este tema, para diferenciar los sucesos auténticos de los falsos”, dijo en 2009. Ese año, el abogado envió una carta al ministro de Defensa, Antero Flores-Aráoz, para que desclasificara estos informes.
Uno de los casos que se logró investigar con más detalle fue el registrado el 13 de abril del 2001 en Chulucanas, provincia de Morropón, en Piura. En esa ciudad del norte del país, Iván Iza Nanfaro grabó unas luces naranjas y rojas, que se movían organizadamente por el aire, durante la procesión del Señor Cautivo de Ayabaca, en donde participaron más de cien personas. El informe final sobre este extraño hecho fue redactado por Anthony Choy y presentado a los altos mandos de la FAP el 19 de noviembre del 2002, en el cuartel general de esa institución.
El documento clasificado tenía 84 páginas, en donde se analizaron tres grabaciones hechas en esa ciudad sobre el mismo objeto: el 13 y 25 de octubre, y el 15 de noviembre del 2001. Eso es lo único que se supo sobre este informe. Tras dos años de gestión, el comandante Chamorro dejó la Oifaa. Durante su mandato, se recibieron un promedio de tres casos diarios de avistamientos de ovnis en nuestro país. Toda esa información fue guardada en las computadoras de esa área. En 2004, estas máquinas fueron robadas y se perdió gran parte de estos expedientes confidenciales.
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