Hay fotos que funcionan como radiografías de una sociedad enferma. Esta es una de ellas, porque no solo nos habla de lo ocurrido el 25 de octubre de 2012 durante los disturbios provocados en el desalojo del mercado de La Parada; también refleja la relación histórica entre los peruanos y sus autoridades.
Recuerdo que en el 2004, en clase de educación cívica del colegio, nos hablaron de una campaña bautizada A la policía se le respeta, que subrayaba la necesidad de obedecer a los agentes de la ley para que no imperase el desorden. Hubo mucha publicidad, pero como tantas otras nobles cruzadas aquella fracasó: la convivencia entre civiles y uniformados mantuvo sus niveles de fricción en la calles. Y, todo sea dicho, no siempre por culpa de los policías.
En la imagen vemos cómo el suboficial de la división montada de la policía Percy Huamancaja Meza es arrastrado por unos vándalos que ese día se rebelaron contra la ordenanza municipal que los obligaba a desplazarse. Segundos antes, esos mismos sujetos atacaron a pedradas al suboficial, derribándolo de su caballo. El animal salió huyendo por eso no aparece en el encuadre. En el suelo, con las manos ensangrentadas y una expresión que no podemos ver pero que seguramente es de pánico, Huamancaja lucha por liberarse de sus captores. Tres hombres lo jalonean (como si lo que buscaran es quedarse con sus botas) y otros acechan alrededor (uno vigila la escena esgrimiendo un palo roto como arma). Las miradas son de furia, de odio, de ganas de destruirlo todo. La basura desperdigada no es solo un indicador del caos reinante, también es una metáfora del valor de la ley. Para esos desadaptados, ese y los demás policías son basuras que debe ser arrojadas al suelo.
Al final de aquella intervención, el mercado de La Parada fue removido. El suboficial Huamancaja acabó con una fractura leve en el cráneo, otra en un dedo de la mano izquierda y una herida en la pierna derecha. Sus superiores lo ascendieron por acción meritoria. En cuanto a los matones, gracias a esta foto (de Alessandro Currarino) se les pudo identificar y apresar. El Comercio colocó la imagen en portada con el título “Desborde criminal”. Casi catorce años más tarde, el país se sigue desbordando.