¿Cuáles fueron los temas? ¿Qué inspiraciones plasmó? Retrocedamos al 23 de noviembre de 1952, cuando López Albújar acariciaba las respetables ocho décadas de edad. En una nota de homenaje Eudocio Carrera Vergara, periodista de esta casa editora, escribió una minuciosa y sazonada semblanza del vate chiclayano, que revela las fechas en que empezó a escribir en El Comercio.
“López Albújar, leído y aplaudido dentro y fuera de la patria, no sabría afirmar si más como cuentista o como poeta, llegó a Lima con su instrucción y certificados de primaria. Militó bien pronto en la vanguardia de aquella legión guadalupana del año 1890, famosa por su virilidad y genio criollo”.
“Me fue fácil tratarlo y apreciar las singulares dotes de hombría y de talento que le hacían destacarse dentro del alumnado. Tuve pues el honor de considerarme condiscípulo suyo”, dice Carrera Vergara.
Vida periodística
En paralelo a sus primeras creaciones literarias y poéticas, López Albújar se inició como periodista en las postrimerías del gobierno de Nicolás de Piérola (1885-1889), en un diario llamado “La República”, fundado por Augusto Durand. Luego en 1892 dirigió el semanario “La Cachiporra”, en colaboración con Mariano H. Cornejo y José Santos Chocano.
Tras la corta existencia de este semanario, se cobijó en otro denominado “La Tunda”, en donde una de sus punzantes poesías hirió la susceptibilidad del Gobierno, que mandó encarcelarlo por 50 días. Se le siguió juicio de Imprenta conforme a la ley de la materia, debiendo defenderse ante un gran jurado en la Municipalidad de Lima. La sentencia, felizmente, fue absolutoria.
Al obtener el grado de bachiller en jurisprudencia viajó a Piura, donde dio vida al semanario “El amigo del Pueblo”, desde cuya trinchera periodística combatió el gamonalismo y los abusos administrativos y judiciales de la época. Retornó a Lima en 1895 y en los siguientes cuatro años escribió en múltiples revistas y diarios hasta que empezó a publicar en El Comercio algunos de sus poemas.
En su edición del sábado 26 de enero de 1895 encontramos una poesía de seis párrafos titulada ‘A Juan de Arona’, que inicia así: Hoy me pongo de pie…Vaya mi canto, envuelto en el crespón de la elegía, a turbar a ese rey de la ironía, a quien tan solo le ha faltado el manto. Piura, Enero 12 de 1895.
En noviembre de ese mismo año publica ‘A Juana de Arco’, que nace con estos versos: No siempre fue el valor ceñudo y fiero, ni el esfuerzo viril quien dio la gloria: la virtud arrancando la victoria, es Judith en la tienda del guerrero. Este también llevaba la firma del poeta.
Descubrimos, asimismo, esta sentida prosa poética: “¿Qué sentimiento, qué necesidad, qué conciencia le ha llevado allí a lucir su miseria? Una voz íntima me dice: La patria ¡La patria! Palabra hermosa y tal vez inmortal, exclamación que es parte de un extenso texto publicado el 30 de julio de 1900, con ocasión de las fiestas patrias.
Su amigo y admirador Augusto Durand no había dejado de tentarlo para dirigir “La Prensa”. López Albújar aceptó el cargo, pero al poco tiempo sintió que este no colmaba sus expectativas, en tanto sentía cada vez más lejano los vericuetos de la política. Dejó pronto la dirección de ese diario para aceptar el puesto de Juez de Huánuco que le ofreció José Pardo, presidente de la República (1915-1919).
En 1962, al cumplir 90 años, el cuentista e inspirado poeta recibió del Gobierno la Medalla de la Cultura, concedida por primera vez y, además, fue declarado Doctor Honoris Causa por la Universidad San Marcos. López Albújar nació el 23 de noviembre de 1872 y falleció el 6 de marzo de 1966.
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