/ NoticiasInformación basada en hechos y verificada de primera mano por el reportero, o reportada y verificada por fuentes expertas.
| Informativo
Puente del Ejército: el sorpresivo día de la apertura del llamado “puente metálico”, el primero que cruzó el río Rímac en el siglo XX
Los limeños estaban alborotados por la inminente llegada del año nuevo 1937, que se avecinaba en pocas horas. Pero todo se detuvo para ir a ver el moderno puente de metal que el gobierno de Óscar R. Benavides iba a inaugurar antes de que cambiara el año. La modernidad se sentía cerca con la instalación de ese sólido enlace que uniría el Cercado de Lima y el Rímac.
El sueño de un nuevo puente surcando el aire sobre el río Rímac comenzó en 1931, cuando la Junta Departamental de Lima Pro Desocupados empezó a buscar la forma de construir uno. Pidieron, explicaron, exigieron un puente para Lima sin resultados hasta 1934; en ese lapso, el gobierno que encabezó Luis M. Sánchez Cerro había argumentado una real falta de recursos económicos, más allá de la crisis política que se vivía en el país y que tuvo su clímax con el asesinato de este popular militar-presidente en 1933. Con la llegada al poder de Óscar R. Benavides, y un poco de más estabilidad en el país, las obras públicas volvieron a ser prioridad para el Estado.
De esta forma, al mediodía del jueves 31 de diciembre de 1936, justo cuando en la cartelera de cines de Lima destacaba la desternillante película “Dos pares de mellizos (our relations)”, con los geniales comediantes Oliver Hardy y Stan Laurel, “El gordo y el flaco”, el impresionante “puente metálico”, que pronto se llamaría “Puente del Ejército”, se hizo realidad.
El anfitrión de ese histórico mediodía fue nada menos que el antiguo Ministerio de Fomento y Obras Públicas, que había convocado a los medios de prensa al acto inaugural. La asistencia a la apertura del “nuevo puente metálico”, que cruzaría de lado a lado el río Hablador, iba a ser el suceso que cerraría, con broche de oro, ese año en Lima. Nadie quería perdérselo.
La ocasión fue inmejorable para que nuestros políticos de entonces se dieran un baño de popularidad. Estuvieron el alcalde de Lima, Luis Gallo Porras, el Arzobispo de Lima, monseñor Pedro Pascual Francisco Farfán de los Godos; algunos alcaldes distritales como el del Rímac, La Victoria, los balnearios y del Callao, así como ministros de Estado y jefes militares, y, claro, el presidente Benavides, quien llegó pasado a las 12 y 15 de la tarde.
Toda la ciudad se movilizó. Ricos y pobres, anónimos y conspicuos miembros de la sociedad limeña: el presidente del Touring Club, miembros de la Sociedad de Ingenieros del Perú, el vicepresidente y gerente de la Pan American Grace Airways y “un nutrido grupo de conocidas personas de la banca, del comercio y de la industria y numeroso público”, alcanzó a informar el diario decano en su edición de la tarde del mismo día del acontecimiento. (EC, 31/12/1936)
PUENTE DEL EJÉRCITO: LOS DISCURSOS DE SU APERTURA Y LA CINTA ROJA QUE ABRIÓ PASO A LA FUTURA AV. ALFONSO UGARTE
Benavides y su edecán militar presidieron la ceremonia, cuyos primeros discursos, a través de altoparlantes colocados en las esquinas del nuevo puente de la ciudad, no estuvieron a cargo de los grandes políticos allí presentes, sino de hombres sencillos de la comunidad y del sindicalismo, como eran Juan Francisco Barrenechea, del Centro Progreso Local Defensor del Hogar Propio, de la “Urbanización del Rímac”, y Enrique Rivas, de la Confederación de Ferroviarios del Perú.
En nombre del ministro de Fomento, coronel de aviación Federico Recavarren C., que se hallaba entonces enfermo, habló el ingeniero Federico Basadre, director de Obras Públicas y Vías de Comunicación. Este último era el discurso de entrega de la obra al jefe de Estado, Óscar R. Benavides.
Basadre remarcó que la obra había empezado a trabajarse, en forma efectiva, el 5 de agosto de 1936; y se prolongó hasta el 5 de diciembre de ese año. Cuatro meses de duro trabajo, y luego tres semanas de los acabados (pintado en general, ajustes varios, calzadas y aceras, etc.), para concretar el puente que ayudaría a Lima en su desarrollo urbano-metropolitano.
El “Puente del Ejército” era visto desde ya como una vía que conectaría las carreteras del norte y sur de la capital, logrando una mayor fluidez del “tráfico urbano e interprovincial de Lima”. (EC, 01/01/1937). Así, un grueso sector de Lima, de extracción popular, debido a las migraciones del campo a la ciudad, se vio beneficiado pues los conectaba a la capital de forma efectiva.
Luego, el presidente Benavides dio por inaugurado el puente metálico no sin antes dar un breve discurso cargado de agradecimiento a los trabajadores e ingenieros, y cargado también de un fin político. Porque, para el jefe de Estado de esos años, el puente “será, sobre todo, decisivo para el desenvolvimiento de la tradicional y activa zona situada al Norte del Rímac, plena, como nuestra ciudad toda, de halagadoras promesas y de nobles añoranzas”, exclamó el primer mandatario. (EC, 01/01/1937)
Cincuenta años habían transcurrido (fin de la Guerra del Pacífico, 1879-1883) en que el Rímac vio estancado su progreso, dijo Benavides. Para acabar o superar esa situación era necesaria una nueva infraestructura, una vía de estreno que agilizara la comercialización de productos y bienes del norte al sur de Lima.
Asimismo, Benavides anunció, oficializándolo, que el puente tomaría el nombre de “Puente del Ejército”, al parecer porque miembros del Ejército Peruano colaboraron activamente con la Compañía General de Construcciones del Perú S.A., empresa constructora que asignó en la dirección técnica al ingeniero alemán Dr. W. Boehm.
“La cinta roja que cerraba la entrada al puente fue rota –a las 12 y 40 de la tarde– ingresando el carro presidencial, seguido de numerosos automóviles que formaban parte de la comitiva”. (EC, 31/12/1936). La cinta rota permitió el paso de los vehículos oficiales hacia la avenida Bolognesi (luego av. Alfonso Ugarte), vía que se prolongaba hacia el Centro de Lima, y acababa en la plaza Bolognesi.
El público, en masa, avanzó por el puente detrás de la comitiva de autos. Hubo una gran emoción popular.
PUENTE DEL EJÉRCITO: EL COMERCIO DIO DETALLES DEL SUCESO EN SU PRIMERA EDICIÓN DE 1937
¿Por qué se eligió ese lugar para hacer el puente? Pues no solo porque la avenida Francisco Bolognesi (hoy Alfonso Ugarte) podía prolongarse útilmente para peatones y conductores, sino porque en ese sector, además, el cauce de río tenía menor ancho, “alrededor de 500 metros”. (EC, 01/01/1937)
Para lograr un puente macizo y puesto al servicio del público, como lo vieron los limeños de entonces, fue vital comenzar en ese agosto invernal de Lima excavando el lecho del río Rímac. El fin era poder instalar allí los cimientosy estribos del futuro enlace vehicular y peatonal de la capital peruana.
Antes de su inauguración, el “Puente del Ejército” pasó por unas pruebas finales, muy rigurosas, de resistencia al peso. Fue entonces un espectáculo observar cómo “el puente fue cargado con tres rodillos y treinta camiones grandes con piedras y solo se cimbró cuatro milímetros y cuatro décimos, no alcanzando al medio centímetro”, indicó El Comercio al día siguiente, el primer día del año.
Una característica que se resaltó de ese nuevo puente, además de la utilidad vial, fue haber sido construido con un sentido estético particular. Una obra vial con amplias avenidas, vistosa y estimulante como “una nueva fuente de actividad económica e industrial”. (EC, 01/01/1937)
Pero esa megaobra de la década de 1930, de unos 70 metros de largo por 13 metros de ancho, venía a servir a la población junto con otras obras complementarias, que se esperaba realizar en el corto plazo; como, por ejemplo, nuevos muros de encauzamiento del Rímac, malecones, rampas de acceso, vías de comunicación, entre otros proyectos. Es decir, el urbanismo en su máximo esplendor.
La obra de ingeniería, que consideraba una calzada para el tráfico de nueve metros y aceras peatonales de dos metros de ancho, tuvo un costo que bien lo valía. El presupuesto general fue de 700,000 soles, y se distribuyó de esta forma:
“1.- Valor del tramo central con estructura metálica de 60 metros de luz, incluyendo los estribos de concreto reforzado y todo el material colocado y listo para entregarse al tráfico, fue de 300,000 soles.
2.- Puente para la línea del ferrocarril al Callao, incluyendo los estribos de concreto y toda la parte metálica lista para entregarse al tráfico, significó 70,000 soles.
3.- Obras de encauzamiento del río Rímac, tanto aguas arriba como aguas abajo del puente, representó un gasto de 65,000 soles.
4.- Y, finalmente, terraplenes en los accesos Norte y Sur del puente y obras complementarias de pavimentación y veredas, etc., con un desembolso de 265,000 soles”. (EC, 01/01/1937)
La estructura metálica del puente principal tenía un peso de 250 toneladas métricas, y se trabajó en su montaje de día y de noche, con el objeto de tenerla lista antes de fin de año. Concreto, asfalto y acero fueron las principales fuentes de sostenimiento del primer “Puente del Ejército”.
Encauzar el río Rímac era imprescindible para la colocación segura del puente y su adecuado mantenimiento. “El encauzamiento del río se ha hecho en una longitud algo mayor de 300 metros lineales aguas arriba del puente y 120 metros lineales aguas abajo en la margen izquierda, para defender el campo deportivo en construcción”. (EC, 01/01/1937). Así, fue evidente que ya se tenía proyectado desde un inicio el terreno para el famoso “Coliseo del Puente del Ejército”.
La celeridad del trabajo entre agosto y diciembrede1936 se debió a que la obra tenía que hacerseantes de la subida de verano del caudal derío Hablador. Por eso, el proyecto empezó, como se dijo, enfocándose en la construcción de los estribos del puente principal y en el montaje de la estructura metálica. Se ejecutó durante muchos días en jornadas maratónicas de 18 horas continuas, renovándose el personal durante ese lapso en dos turnos.
“Sólo así ha podido terminarse íntegramente el puente antes de las crecientes del río, porque de otra manera podrían haberse presentado serios inconvenientes para terminarlo con la debida seguridad”, describía el cronista de El Comercio (EC, 01/01/1937). La pavimentación cubrió un área de 20 mil metros cuadrados.
En el discurso oficial se tenía claro que el “Puente del Ejército” rescataba también socialmente la zona bajopontina. El Rímac era, en esos tiempos, un distrito dominado y ocupado por el hampa, y azotado por la miseria y las enfermedades (pestes). Por eso, los vecinos celebraron esa inauguración, y lo hicieron conforme avanzaba la obra, cuando numerosos rimenses se acercaban no solo para admirar el gran trabajo de ingeniería sino también para agradecer que se hiciera ese canal de acceso al área metropolitana de la capital.
Había, pues, un deseo de progreso en la gente, el cual motivaba mucho a los propios ejecutores del proyecto, especialmente en esos momentos de largas y agotadoras jornadas de trabajo. En la placa conmemorativa de esa inauguración, al pie de esa primera versión del “Puente del Ejército”, quedó impreso el lema “Orden, Paz y Trabajo” que, en verdad, era el ideario del gobierno de Benavides. Porque un político peruano siempre podía ganar algo con una obra de esa dimensión.
VIDEO RECOMENDADO
Nuestro Archivo Histórico presenta su tienda virtual