El 6 de setiembre de 1995, en un partido sin trascendencia ni emociones, un amistoso, Colombia e Inglaterra no se hicieron nada. Un 0 a 0 marcaba ese final poco glorioso, a no ser por una atajada soberbia, mágica, de otro mundo.
HIGUITA, LA MAGIA EN EL ARCO
En el arco colombiano estaba René Higuita, y allí andaba aburrido cuando un lanzamiento a distancia de Jamie Redknapp, joven estrella del Liverpool, lo despertó. Era el minuto 22 del primer tiempo y entonces Higuita o “El loco”, como odiaba que lo llamaran, vio la posibilidad de hacerlo. Lo había practicado horas de horas, como un juego, en medio de las prácticas habituales.
Su cuerpo se inclinó levemente hacia adelante, dio un brinco y los 20.000 espectadores de Wembley lo vieron pasar la cabeza debajo de la pelota que llegaba sin mucha fuerza pero alta, y absortos vieron también cómo levantaba las dos piernas y con los talones y no poca suerte, lanzaba el balón hacia el frente, en uno de los despejes más estrambóticos del fútbol moderno.
El arquero-escorpión de Colombia pasó a la historia con esa atajada. Los medios de prensa ingleses y del mundo lo calificaron de “increíble”, “salto mágico”, “simplemente fantástica” o “la parada del siglo”. Lo cierto es que dejó a todos con una interrogante: ¿así serían las atajadas de los arqueros en el siglo XXI?
Era, entonces, “el portero que encendió Wembley”. Y sus efectos en Colombia no fueron tan escandalosos como en otras partes. Ya lo conocían. “Otra locura genial”, decían. Y es que en su país ya lo había hecho, sin mucha publicidad y hasta había un comercial de TV. en el que hacía una maniobra muy parecida.
LOS EFECTOS DEL ESCORPIÓN EN EL PERÚ
El arquero de Antioquia, y en ese momento guardameta del Atlético Nacional de Medellín, buscaba ser titular para las eliminatorias al mundial de Francia 98. Solo había jugado en Italia 90 y terminó vilipendiado por su mala salida con los pies ante Camerún que les costó la eliminación. Al estar ausente en el mundial de 1994 quería volver. El “escorpión” ayudó a tenerlo en cuenta. Al menos se hablaba de él como un posible titular.
El Comercio lo encontró de casualidad en el aeropuerto de Miami en noviembre del 95, solo dos meses después de su famosa atajada y conversó con él. Sin previa cita, Higuita se mostró tal como es.
-Mucha gente lo critica, lo tilda de irresponsable...
-Respeto las opiniones de la gente, yo no voy a entrar a polemizar con nadie. Que se hable bien, que se hable mal, yo creo que lo más importante de todo esto es que se hable (…). A cada uno le nace cómo jugar, yo lo hago con alegría pues a mí me divierte. Lo siento así y siempre lo sentiré.
Le importaba que no lo olvidaran y le gustaba hacer esas jugadas arriesgadas porque le divertía. Higuita había sido delantero en sus inicios, pero luego el arco lo sedujo. Por eso tenía un instinto por hacer algo con los pies.
El 1 de enero de 1996, El Comercio publicó su acostumbrado ranking del año deportivo, y entre muchos resultados y balances, hubo uno que resultó elegido sin discusión, unánimemente. “La Atajada del Año” fue para Higuita. Nadie olvidaba lo de Wembley.
El recuerdo de esa atajada de 1995 se acrecentó porque al año siguiente, en 1996, Higuita vivió un momento difícil y casi dejó el fútbol profesional, de hecho lo abandonó un buen tiempo ese año. La añoranza de sus fans era el “salto del escorpión”. Para marzo de 1997, ya no solo había vuelto hacía meses a su equipo (Atlético Nacional) sino que dio una entrevista y le volvieron a preguntar por el asunto.
-¿‘El escorpión’ en Wembley significó algo más que una simple jugada? ¿Pensó hacerlo precisamente en ese estadio?
-Es una jugada que practico a diario. Todo comenzó con un comercial en que los niños comienzan a patearme al arco y uno de ellos me hizo una chalaca y yo le hice la jugada. Esa jugada siempre la tengo en mente. Sin embargo, sería exagerado decir la voy a hacer en tal partido o en tal estadio. No, es difícil que le manden a uno la pelota tan precisa.
-¿Y lo volvería a hacer?
-Si me la mandan precisita, sí.
HIGUITA EN LIMA PARA UN CLÁSICO
Luego de jugar en 1998 en el fútbol mexicano, Higuita aceptó una invitación especial de su amigo Egdar Ospina, para entonces técnico del club Alianza Lima. Y a fines de enero de 1999, el portero ya sin equipo confirmó su arribo a Lima.
La idea era que atajara en el Clásico defendiendo la portería del equipo ‘grone’. El partido se realizó en la tarde del domingo 31 de enero de 1999. Higuita tenía ganas de jugar en un estadio, en un partido importante. “Él ha pedido estar en el partido principal. Sólo nos restaría saber en qué condiciones está, aunque sabemos que ha venido entrenando”, comentó Ospina.
El Estadio Nacional estaba repleto porque un clásico Alianza-U es un clásico, así sea amistoso. El partido terminó 2 a 0 a favor de Alianza Lima. Debutó el colombiano Tressor Moreno en Alianza anotando el primer gol, y jugó también Claudio Pizarro que sumó el segundo tanto. El árbitro fue: José ‘Tarjetita’ Arana.
Higuita no tapó todo el partido, pero sí la mayor parte del encuentro. Fue cambiado avanzado el segundo tiempo por Christian del Mar. Como no podía defraudar a sus fans que le pedían el “escorpión”, el colombiano lo hizo, pero no en pleno partido, sino minutos antes del choque, en el calentamiento previo. Higuita emocionó a la gente y hasta atajó un penal sin “escorpión” a ‘Pachito’ Guzmán. El mismo Higuita contaría a El Comercio en el 2015 que estuvo “a punto de jugar en Alianza Lima”. Si hubo conversaciones fueron definitivamente durante ese verano del 99.
Jugaría nueves años más como profesional, hasta retirarse en el Deportivo Pereira en el 2008, a los 42 años. Ese mismo año, en julio, una encuesta del diario inglés “Mirror”, consideró al “escorpión” de René Higuita como la mejor jugada en la historia del fútbol mundial.