Suspendido el 2020 por la pandemia, este 24 de junio la esplendorosa celebración de la Fiesta del Sol retorna a través de transmisiones por televisión e Internet, y sin la presencia del público por razones de protocolo y seguridad sanitaria.
El 24 de junio de todos los años, con la sinfonía de los pututos, se da inicio a la esperada ceremonia del fastuoso Inti Raymi. Nutridas ovaciones y generosos aplausos del público local y extranjero forman parte del rito que con ocasión del solsticio de invierno se monta en el escenario del “ombligo del mundo”. La tradicional recreación de la Fiesta del sol empieza en el histórico templo del Koricancha y continúa en la Plaza de Armas del Cusco para culminar junto a las enormes piedras del colosal Sacsayhuamán. En esta imagen del fotógrafo Juan Ponce apreciamos al imponente inca, quien encabezó el incomparable evento realizado el 2006. (Foto: GEC)
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La celebración del mundialmente conocido Inti Raymi es una ceremonia reconstruida sobre la base de un ritual del Imperio Incaico. La idea se gestó en la mente del ilustre cusqueño Humberto Vidal Unda, quien propuso escenificarla, y en junio de 1944 preparó un guion que sirvió para la primera festividad con ese nombre. Fue exactamente el 24 de junio de 1944 que se hizo realidad, por primera vez, un homenaje al Cusco con múltiples actos y con la puesta en escena de la Fiesta del Sol en el parque arqueológico de Sacsayhuamán. (Foto: GEC Archivo Histórico)
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Omnipresente, sentado en un sillón de oro puro, en hombros de una disciplinada escolta de vasallos, el inca ingresa lentamente a la explanada de la fortaleza de Sacsayhuamán. Se detiene a pocos metros del usnu o plataforma real y desciende de su litera. Existe un absoluto y solemne silencio. De pronto, en un instante, como si obedecieran a una orden, miles de personas caen de rodillas y le rinden pleitesía. Es el “Hijo del sol” con todo su poder. (Foto: GEC Archivo Histórico)
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En algunas ocasiones se ha registrado una asistencia de hasta 150 mil personas, entre ellos muchos turistas, para observar la majestuosa interpretación de más de 700 actores, que habitualmente se organiza todos los años en el mes de junio con motivo de las fiestas jubilares en la Ciudad Imperial. (Foto: GEC Archivo Histórico)
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Desde la cosmovisión andina, el Inti Raymi, además de ser una festividad religiosa, constituye un gran encuentro del personal administrativo, sacerdotal y militar con el inca. La Fiesta del Sol, presidida por la corte imperial, comprendía la visita a los diferentes centros religiosos del Estado Inca. (Foto: GEC Archivo Histórico))
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De acuerdo a las crónicas del Inca Garcilaso de la Vega, el Inti Raymi se celebró por última vez en 1535. Luego, durante el período de la Colonia, su realización fue prohibida por la Iglesia Católica para evitar la divulgación de la fe hacia otros dioses. El lente del fotógrafo Paolo Aguilar registró para El Comercio el tradicional acontecimiento en 2001, donde miles de pobladores se concentraron en la Plaza de Armas del Cusco para participar de la colorida fiesta del Inti Raymi. (Foto: GEC)
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Multitudes de turistas suelen abarrotar desde muy temprano las elevadas murallas de la fortaleza militar de Sacsayhuamán para presenciar la evocación de esta festividad, donde los incas rendían culto al astro rey y a sus deidades andinas. Solamente los terremotos de 1950 y 1970 obligaron a suspender esta milenaria festividad. En 2020 sucedió lo mismo por la pandemia. (Foto: GEC Archivo Histórico)
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Según los cronistas, la tradicional ceremonia en honor al dios Sol incluía un acto en la antigua Huacaypata -hoy Plaza de Armas- y se extendía hasta por ocho días. El evento principal se oficiaba en el santuario religioso más importante del Tahuantinsuyo, el Koricancha, donde el inca rendía homenaje a su padre, el Sol. Hasta allí concurrían desde todos los rincones del Imperio distintas delegaciones transportando ofrendas de los cuatro suyos. Desde el Chinchaysuyo traían pescado, mientras que del Antisuyo llegaban frutos tropicales. Desde el Ccollasuyo arribaban diferentes tipos de camélidos. (Foto: GEC)
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Durante la vistosa ceremonia, el inca, la coya, el séquito real y la nobleza exhiben sus mejores galas, las cuales comprenden piezas de oro, plumas de animales exóticos y multicolores textiles que visten a las acllas y las ñustas. El momento culminante acontece con el primer discurso del inca, en el que agradece la salida del sol por el noreste de la ciudad con una hermosa canción en quechua. “Sol mío, Padre mío, te saludamos solazándonos con tu gran luz”, canta el gobernante mientras es secundado por un coro. (Foto: GEC: Archivo Histórico))