El 19 de agosto de 1980, Lima quedó aislada telefónicamente del resto del país y del extranjero, a raíz de un incendio que destruyó los equipos de comunicación de la Compañía Peruana de Teléfonos, en el centro de la capital. El siniestro afectó los servicios de larga distancia internacional y nacional, además de interrumpir la conexión telefónica de unos 80 mil abonados de Jesús María, La Victoria y Chosica.
“En el momento en que estalló el incendio, los tres primeros pisos del edificio estaban ocupados por unas 600 personas, en su mayoría operadoras y técnicos de reparaciones”, informó El Comercio en su portada. El fuego comenzó a las 4:25 de la tarde en la cuadra 13 del jirón Washington y fue sofocado luego de dos horas de arduo trabajo por parte de los bomberos.
Las llamas surgieron en el segundo piso y se propagaron rápidamente por los conductos de aire acondicionado, afectando también el tercer nivel. En la segunda planta, el fuego alcanzó el techo, que se hallaba cubierto con planchas acústicas de celotex, recubiertas a su vez por material de acrílico, ambos sumamente inflamables. Fue recién entonces que las telefonistas se percataron del olor a quemado y optaron por abandonar el lugar.
“Las extensas lenguas de fuego empezaron a salir a través de las ventanas, causando alarma en los vecinos y curiosos congregados en las afueras”, señaló el decano. En esta planta se ubicaban los costosos equipos de larga distancia nacional, la central automática telefónica y otras oficinas y salas de operadoras. Cuando el incendio alcanzó su cenit, las llamas y la gran cantidad de humo provocados por los cables y el material plástico formaron un enorme hongo que pudo ser divisado desde distintos lugares de la capital.
Debido a la emergencia, fue cortada la energía eléctrica de todo el sector donde estaba ubicado el edificio. Y las comunicaciones locales, nacionales e internacionales fueron interrumpidas. Se vivió un gran momento de tensión cuando cuatro empleadas quedaron atrapadas en uno de los ascensores, pero fueron rescatadas a tiempo.
No hubo daños personales, a pesar de la magnitud del siniestro. Los trabajadores con mucha serenidad evacuaron el edificio. El fuego destruyó todo el segundo piso, en cambio los equipos del primer y tercer piso fueron dañados por el agua que utilizaron los bomberos para neutralizar las llamas.
El desconcierto y la confusión obligaron a los ocupantes de viviendas y establecimientos comerciales vecinos a evacuar sus muebles y enseres al medio de la calle. Ante la falta de agua, los bomberos debieron recurrir a los grifos ubicados frente a la embajada de Estados Unidos, distantes unos 300 metros de la zona cero. Una vez aplacado el incendio, se hizo presente el ministro de Transportes y Comunicaciones, Fernando Chávez Belaunde.
Fue un cortocircuito
A los tres días del incendio El Comercio informó sobre los resultados de las pericias: un corto circuito producido en el sistema de iluminación del segundo piso del edificio fue la causa del siniestro. A esta conclusión llegaron los técnicos de la División de Laboratorios de la Policía de Investigaciones del Perú, PIP. El informe técnico sostuvo, además, que esta falla eléctrica fue ocasionada por una sobrecarga en la línea de 220 voltios de los tableros de operación telefónica de larga distancia nacional.