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“Seis Horas Peruanas”: el día que la famosa carrera se hizo solo en tres horas por atropellos y caídas en 1973
Era la competencia de autos más esperada del año en Lima. Las “Seis Horas Peruanas” ya había tenido siete ediciones, y esta de junio de 1973 iba a ser la octava. Se realizaría en el nuevo circuito de playas de Agua Dulce, en Chorrillos (Costa Verde). La gente llegó en masa y cubrió todos los resquicios para ver el evento. Pero se cometieron muchas imprudencias y hasta temeridades por parte del público. Eso terminó en un lamentable costo humano.
Ese 24 de junio de 1973 fue un domingo de fiesta. Todo estaba listo para que los autos de carrera partieran en el circuito de playa de Agua Dulce, en Chorrillos. La carrera de las “Seis Horas Peruanas” había convocado la atención de miles de limeños. Parecía que toda la ciudad se hubiera volcado a la Costa Verde. Nadie quería perderse ese espectáculo automovilístico en el circuito playero. Fue tal el remolino de gente que se pegó al borde de la pista que todo terminó en la caída de un puente peatonal que dejó víctimas y el atropello de varios menores. De las seis horas soló se corrió tres horas y unos minutos. No se podía hacer más.
Era la octava edición de las “Seis Horas Peruanas”, que organizaba el Club de Automóviles Sport (CAS); y la decisión de hacerla allí, en el circuito de playas de Agua Dulce en Chorrillos, se debió a que era un lugar muy cercano para el público curioso y aficionado, y también a sus 3.1 km. de perímetro. El ambiente era de lo mejor, pues a pesar de que ya estábamos en invierno, un sol otoñal calentó las expectativas de los limeños.
“SEIS HORAS PERUANAS”: DESBORDE DE GENTE Y VELOCES AUTOS, UNA MALA COMBINACIÓN
La partida de la carrera estaba prevista para las 10 de la mañana, pero la gente seguía llegando al circuito y por más que se le pedía que dejaran la pista totalmente libre, no lo hacían o no lo podían hacer. El público se aprisionaba entre sí.
Para colmo, un puente peatonal colocado a la altura de la calle Bolognesi, cedió minutos antes de iniciarse la competencia, cuando los autos ya estaban por colocarse en la partida. Esto provocó una estampida de gente, dando por resultado tres personas heridas por caídas y aplastamientos.
Era un puente provisional que colocó el CAS para facilitar el paso del público desde el malecón, no obstante la gente lo usó como una especie de tribuna. El peso hizo que colapsara. Hubo varios heridos leves, pero también tres heridos graves que debieron ir a una clínica próxima. Los organizadores trataron de pasar por agua tibia ese accidente. Estaban a un par de minutos del pitazo de partida.
Igual, el comienzo se demoró no solo por el desplome del puente sino también porque hubo una denuncia contra el coche de los hermanos Francisco y Gustavo Schettini (Perú), su Lotus Elan, del cual se señalaba “que era una máquina no contemplada en el reglamento de la prueba”. (EC, 25/6/1973).
Los corredores nacionales dieron su apoyo a los Schettini, y presionaron para que pudieran hacer la carrera en el circuito de Agua Dulce. Finalmente, lo consiguieron. La partida se dio a las 11 y 46 de la mañana. La idea era acabar antes de las 6 de la tarde, para mantener una buena visibilidad.
“Largaron un total de cuarenta y cinco máquinas, de las cincuenta y dos inicialmente inscritas”, informaba el diario decano. (EC, 25/6/1973). Hubo las categorías: Libre (clase “B” y clase “D”), Gran Turismo (clase “D” y clase “E”) y Turismo Nacional (Grupo Uno, clase “D”).
Arrancó puntero el Torino del corredor argentino Juan María Traverso. Lo seguían, Pablo Araneta, Luis Alvarado Guillén, Julio César de las Casas, Guillermo Arteaga y Francisco Schettini.
Al mismo tiempo, los guardias civiles no se daban abasto para controlar al masivo público del circuito, que se había desplazado hasta colocarse al borde de la pista luego de la demora de la partida, “principalmente en la zona del Malecón Iglesias”. (EC, 25/6/1973). La impotencia policial fue de menos a más, conforme la carrera iba avanzando. La gente no se quedaba quieta, iba de un lugar a otro, tratando de tener el mejor ángulo para ver a los veloces autos.
“SEIS HORAS PERUANAS”: LOS CORREDORES SIGUIERON LA CARRERA SIN TENER CLARO LO QUE OCURRÍA
La carrera tomó fuerza, y el Torino de Traverso seguía a la cabeza. Terminaban las primeras vueltas y el orden no se alteraba: Traverso, De las Casas, Schettini, Arteaga y Alvarado. Pero el Torino falló, y De las Casas con su Escort Nº 22 tomó el mando por unas vueltas nada más, pero también cayó en desgracia (“se le rompió un brazo del trapecio”). (EC, 25/6/1973)
Arteaga con su BMW 2000TI aprovechó y lideró la carrera, seguido por Schettini y cerca también el colombiano Francisco Tremiño, quien estuvo adelante un tiempo, pero debió entrar a su “pit”, perdiendo valiosos minutos. Arteaga abandonó a la hora y media de la carrera, debido a la rotura de un pistón de su auto, y quedó Schettini en el primer lugar.
Pero la gente seguía impetuosa sin obedecer las indicaciones de los agentes del orden. Grandes y chicos no se mantenían quietos. Trataban de seguir con la vista a los bólidos que ya iban en la segunda hora de carrera. En ese momento, el Javelín del venezolano José Rodríguez se metió entre los punteros, que eran Miguel Navarro, Mario Gereda y Ángel de Rossi. Los corredores de las diversas categorías dieron lo mejor de sí y de sus autos.
“De repente un menor cruzó imprudentemente la pista, debajo de un pequeño puente cercano al Regatas Lima”, indicó El Comercio. El menor fue arrollado por un auto en competencia. Fueron testigos del hecho unas cien personas apostadas en la parte alta del circuito. Gran parte de este público bajó para ver qué había pasado con el niño, lo que llevó a generar más caos en la carrera. La consecuencia fue que unode esos curiosos también fue atropellado por un coche.
“Este quedó en el pavimento con una pierna fracturada y en medio de un gran charco de sangre”. (EC, 26/6/1973). El niño, por su parte, fue atendido por un equipo de bomberos que lo trasladó a un centro médico; mientras que el curioso que terminó con la pierna fracturada fue atendido por una ambulancia de la Cruz Roja Peruana.
La situación era desesperante. Pero empeoró cuando vino un tercer atropellado. Se trató de una niña que fue violetamente golpeada por un auto, en el momento que esta intentó “cruzar por la parte alta del circuito, dando lugar este accidente a que el CAS se viera obligado a dar por terminada la competencia”, informó El Comercio. (EC, 25/6/1973)
“SEIS HORAS PERUANAS”: ANTE EL CAOS DE LOS ACCIDENTES, SE TERMINÓ LA CARRERA
Ante el pánico que empezó a apoderarse del público asistente, el Club de Automóvil Sport (CAS) declaró terminada la carrera internacional de las “Seis Horas Peruanas”. Eran las 3 de la tarde, es decir, todo terminó luego de tres horas y 14 minutos de competencia a gran nivel. No había otra posibilidad, porque así como iban las cosas lo más probable era que aparecieran más heridos. La muerte no llegó a ese circuito, pero estuvo cerca.
En ese caso, la temeridad no estuvo solo por el lado de los corredores (comprensible por su oficio), sino también por el lado del público asistente que, como describe El Comercio, se atrevieron “a cruzar la pista del circuito en verdaderos racimos humanos”. (EC, 25/6/1973). Sin duda, también fue evidente la irresponsabilidad de los organizadores al no prevenirla masiva asistencia y asegurar los controles de seguridad adecuados para esa cantidad de gente. El CAS hizo lo que el sentido común pedía: terminar la carrera.
Al concluir la competencia, los autos se estacionaron en sus respectivos “pits”. Minutos después, los pilotos se retiraron con los coches a sus garajes. Ellos estaban de acuerdo con los organizadores en terminar la competencia, debido -dijeron- a la manera en que se comportó el público. Así, no convenía a nadie seguir corriendo, señalaron.
Antes de retirarse, los competidores supieron, naturalmente, quiénes habían ganado la carrera de las “Seis Horas Peruanas” (la única de tres horas en su historia). Es decir, la clasificación general. En la cima estuvo el piloto peruano Miguel Navarro y su copiloto Uldarico Ossio.
Navarro dio 88 vueltas al circuito chorrillano en su auto Escort; mientras que en el segundo lugar quedó Mario Gereda (y su copiloto Wily Tuss), de Perú, con 88 vueltas también en su Autodinamic. El tercer puesto fue para Jacques de Ridder, de Perú, con 86 vueltas en su Kuntur; y el cuarto escaño fue para Francisco Schettini (Perú) con 84 vueltas en su Lotus.
“Estoy feliz por esta victoria, pero debo reconocer que fue muy difícil lograrla. Había muchos y muy buenos conductores. No sólo los extranjeros sino también los peruanos. Por momentos creí que no lo conseguiría. Gereda me ‘pisaba los talones’ y yo tenía que darle más al carro”, declaró Navarro.
El ganador de esta insólita competencia de “tres horas” contó que en varios pasajes de la carrera se perjudicó por la actitud de la gente. “Cruzaban la pista con un temeridad increíble, como si no se percatasen del peligro”. Lamentó también la existencia de personas heridas, pero señaló a la vez que el público peruano “tiene que aprender a presenciar este tipo de competencias”. (EC, 25/6/1973)
“SEIS HORAS PERUANAS”: LOS HERIDOS
La relación de heridos oficial se dio el mismo día de la carrera. Fue un final automovilístico contradictorio. Mientras, por un lado, había “ganadores” de la corta carrera; por el otro lado, había niños, adolescentes y jóvenes heridos.
En esos años, la gente estaba acostumbrada a ver en la Costa Verde autos que recorrían la autopista entre 40 km/h. y un máximo de 60 km/h. (era lo que las autoridades habían dispuesto). No a la velocidad de carrera que sobrepasaba largamente los 100 km/h., como en las “Seis Horas Peruanas”.
El Comercio siguió la noticia deportiva y la noticia local, con los heridos durante la carrera en el circuito de Agua Dulce. Esa tarde del domingo 24 de junio de 1973, ellos, los heridos, fueron los únicos que esa tarde en vez de ir a sus casas, felices, entusiastas por haber visto una carrera de autos en vivo, debieron permanecer horas, días en los centros asistenciales, y aún seguir luego un pesado tratamiento médico.
Los heridos fueron, en orden de menor a mayor: Roxana Amancio, con un traumatismo encéfalo craneano, erosiones y probable fractura de la cadera; Rodolfo Saavedra, de 8 años, con una herida en la región axilar izquierda; José Ariel, de 11 años, con una fractura de la pierna izquierda; Oscar Rocha, de 14 años, con una fractura de la pierna derecha; Maximiliano Vargas, de 14 años, con contusión en el hombro izquierdo; así como José Calle, de 20 años, con un traumatismo encéfalo craneano leve.
Esa famosa carrera de las “Seis Horas Peruanas” (en realidad solo tres), tan distinta a las anteriores ediciones y a las que vendrían, terminó con un sabor agridulce. Mejor dicho, más agrio que dulce.
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