Hace 40 años: el caso del primer policía peruano asesinado por Sendero Luminoso
Fue en Lima, en enero de 1981. El GC Rigoberto Trigoso Daza, venido del Amazonas, resguardaba la casa de un ministro en San Borja. SL usó la sorpresa y el engaño para empezar su carnicería con las fuerzas policiales.
Tres días después de que un grupo armado de Sendero Luminoso (SL) asaltara el local del jurado electoral del poblado de Chuschi, en Cangallo, Ayacucho, aquel 17 de mayo de 1980, las huestes terroristas empezaron a actuar en Lima. En esa primigenia etapa buscaban sorprender a los agentes policiales para quitarles sus armas. Así lo hicieron, por primera vez, el 20 de mayo, atacando a un policía que resguardaba la embajada de Nicaragua en Lima. Le arrebataron su metralleta, pero no la vida. A quien sí le quitaron ambas cosas fue a un suboficial de la Guardia Civil (GC), el 5 de enero de 1981, cuando custodiaba la casa de un ministro de Estado.
Luego de las elecciones presidenciales y parlamentarias del 18 de mayo de 1980, la esperanza en la vigencia del sistema democrático llenaba las portadas de los diarios y revistas de Lima y todo el país. La confirmación de la victoria del arquitectoFernando Belaunde Terry(Acción Popular) trajo tranquilidad, algo de sosiego en la turbulenta vida política del país. Pero solo fue una ilusión. Un fantasma amenazaba al Perú, y era uno letal, inmisericorde y extremadamente violento.
Elgrupo terrorista SLya era una realidad preocupante para los peruanos, pues habían dinamitado centros mineros y fundos en el interior, especialmente en Ayacucho y otras zonas del sur del país. Habían asesinado a algunas personas en esas incursiones, pero aún no habían matado a policías. No tardarían en hacerlo.
Según pasaban los meses finales del año 80, era notorio que los ataques de las huestes de Abimael Guzmáneran cada vez más brutales y traicioneros. El Estado se demoró en entender que este grupo no estaba formado por unos vulgares saboteadores o revoltosos. Su entraña era asesina, sin miramientos para con los custodios del orden constitucional.
En esas circunstancias de aprendizaje de las propias fuerzas policiales ante un enemigo de esa calaña, se dio el lamentable hecho del primer policía asesinado por la barbarie senderista. Ocurrió una noche de verano: el lunes 5 de enero de 1981.
PRIMER ASESINATO DE UN POLICÍA POR SENDERO LUMINOSO
El GC Rigoberto Trigoso Daza (1951-1981), natural de Amazonas, de apenas 30 años, estaba esa noche en la entrada de la casa del ministro de Guerra, general EP (r) Jorge Muñiz Luna (1907-1999), ubicada en la urbanización San Borja, entonces perteneciente a Surquillo (el distrito de San Borja se crearía en 1983). El ministro no se encontraba en su casa cuando sucedió el hecho de sangre.
Muñiz era un militar en retiro, que había sido ascendido en 1965 (primer gobierno de Belaunde) a general de división y nombrado comandante general de la Segunda Región Militar. De sus cuarteles de invierno lo sacó el flamante presidente Belaunde para que sea su ministro de Guerra, a los 73 años de edad.
El resguardo del hogar del ministro estaba a cargo de un joven policía, que hacía la guardia con su pistola-ametralladora “Star”. El objetivo senderista era esa arma, pero a esa idea original sumaron el de asesinarlo esa noche. Quizás los intimidó la juventud de Trigoso y su posible reacción al asalto, lo cierto fue que decidieron primero acabar con su vida y luego robarle su arma de combate.
Empezaba la semana de servicio para Trigoso, cuando un grupo de jóvenes, de apariencia sencilla, se le acercaron amistosamente para preguntarle algo y de paso ofrecerle un poco de pollo a la brasa. Según algunos testigos, el GC hizo el gesto de recibir la bolsa, por eso habría cambiado de mano la pistola-ametralladora. Fue en ese instante que uno de los sujetos que se había colocado fuera de la vista directa del policía le disparó dos tiros a quemarropa, en el brazo derecho y en el pecho.
Con sangre fría, los terroristas de SL ejecutaron el cruel “tiro de gracia” en la cabeza. Lo hicieron cuando Trigoso caía al piso ensangrentado. Luego embolsaron el arma del GC y escaparon en un auto pequeño que los esperaba a pocos metros de la residencia. La noche medio estrellada les sirvió de cómplice para hacerse humo en segundos.
Los vecinos salieron a ver qué pasaba y fueron ellos los que llamaron a la Policía. Llegó a la trágica escena un primer patrullero, cuyos miembros ayudaron a su compañero desfalleciente. Trigoso aún respiraba, y así lo llevaron, moribundo, a la sala de emergencia de la Clínica San Borja, la más cercana a la casa del ministro. Lamentablemente, el joven agente policial llegó a la clínica solo para que certificaran su deceso.
LA REACCIÓN POLICIAL NO SE NIZO ESPERAR
La Guardia Civil por décadas había hecho frente al hampa, a la delincuencia de todo vuelo, a los grupos subversivos en los años 60, pero nunca había enfrentado a un enemigo que los atacara con tal odio e insania. La historia del terrorismo en el Perú iniciaba uno de sus peores capítulos en ese enero de 1981, con el comienzo de los asesinatos selectivos a los agentes policiales.
El alto comando de la GC registró el hecho criminal, lo evaluó y de inmediato dispuso una búsqueda muy intensa por toda Lima. Debían hallar a los delincuentes que asesinaron al suboficial Trigoso. Esa madrugada del martes 6 de enero de 1981 fue inacabable para los policías que buscaban a los terroristas de SL.
Durante la mañana de ese día, se dio cuenta a la prensa de los hechos y de la búsqueda de los asesinos, pero solo cayeron sospechosos. Ese día se llegó a detener a casi un centenar de personas, en una operación conjunta entre la Guardia Civil y la Policía de Investigaciones del Perú (PIP). En paralelo, se armó en la 41ª Comandancia de la GC una capilla ardiente para velar los restos del desafortunado policía.
Ese martes 6 de enero de 1981 se había nombrado a un nuevo Fiscal de la Nación. Sería el doctor Gonzalo Ortiz de Zevallos Roedel, decano del Colegio de Abogados de Lima, quien haría frente a toda esa violencia contra el Estado y la ciudadanía en los primeros años de la década de 1980.
EL ENTIERRO DE LA PRIMERA VÍCTIMA POLICIAL DEL SENDERISMO
El miércoles 7 de enero de 1981, a las 11 de la mañana, partió el cortejo fúnebre de la 41ª Comandancia de la GC con dirección alcementerio “El Ángel”, en Barrios Altos (Cercado de Lima).
Todos fueron testigos del dolor de la esposa del suboficial Trigoso, María Elena Quintana y de otros familiares. Hubo un profundo silencio roto solo por algunos sollozos. El joven mártir de la Policía fue ascendido póstumamente a la clase Cabo “por acción distinguida”.
El toque de silencio, ejecutado por un compañero de Trigoso, el suboficial Ramón Maurate, remeció el espíritu de los presentes en el Pabellón San Hilarión de “El Ángel”, tanto como las palabras consoladoras del capellán de la GC, Gonzalo Villarroel Loyola.
“Se ha perdido un elemento invalorable de la sociedad”, dijo, con la voz quebrada, el ministro del Interior, José de la Jara y Ureta, esa triste mañana. Entre los asistentes destacaba el director general de la GC, general Humberto Catter Arredondo, y su similar de la PIP, pero resaltaba la figura de otro ministro de Estado: el general EP (r) Jorge Muñiz Luna, ministro de Guerra. El militar mantuvo la serenidad, pero era evidente que estaba conmovido. Y lo estuvo aún más cuando vio a la viuda de Trigoso, María Elena Quintana, embarazada de siete meses, y con una niña al lado, su primera hija de apenas dos años.
El ministro De la Jara advirtió que el Estado no perdonaría este crimen. “Todo el peso de la ley para los asesinos”, dijo al salir del camposanto, junto con los altos jefes y oficiales, personal subalterno, familiares y amigos del policía Rigoberto Trigoso Daza.
Las noticias del caso señalaban que, al menos, se había logrado identificar el automóvil en el que huyeron los terroristas. Fue un auto robado en la tarde del mismo 5 de enero, hora antes del crimen.
Un par de semanas después, el ministro más comprometido y preocupado con el caso, el general Jorge Muñiz Luna, debió poner toda su atención en el conflicto del “Falso Paquisha” con Ecuador, que se desarrolló del 22 de enero al 21 de febrero de ese año.
En tanto, sobre los culpables del primer policía peruano asesinado por SL, no se supo mucho en el corto plazo.
La explosión de este carro-bomba en la calle Tarata de Miraflores destruyó viviendas, locales comerciales, vehículos y entidades bancarias a 300 metros a la redonda. Además de causar muertes y daños irreparables. (Video: El Comercio)