Al mediodía del 4 de julio de 1961 unos 754 vehículos que formaban parte del servicio de transporte iniciaron una huelga indefinida. Esta decisión comprometía a más de cuatro mil trabajadores que laboraban en 39 líneas de Lima, Callao, balnearios, Chosica y Ancón.
Aquel día los miembros del Sindicato de Autobuseros del Perú realizaron una asamblea en su local de la calle Tigre donde decidieron: rechazar el aumento de 7 soles ofrecido por el gobierno y pidieron nuevas condiciones de trabajo como: el abono de la totalidad de su salario diario por parte de sus empleadores, que entreguen 30% del salario cuando se accidentan en el trabajo y que se generalice los jornales de carros grandes y carros chicos.
El primer día medio millón de personas no pudieron llegar a sus centros de labores ni estudios. Gran congestión de personas se observaron en diversos puntos de Lima y Callao intentando abordar un colectivo o alguno de los pocos tranvías que circularon por las principales avenidas.
Por la tarde los dirigentes de transporte se reunieron con el ministro de Trabajo José Luis Gonzalez Suárez haciéndole llegar su pliego de demandas. Así el gobierno de Manuel Prado intentaba ponerle fin a esta huelga que restringió la movilización de las personas. Los argumentos que dieron los dirigentes para rechazar el ofrecimiento del gobierno estaban relacionados al costo de vida.
“Los aumentos con los que pretenden satisfacer las mejoras salariales son ínfimas y ni siquiera guardan relación con el costo de vida. Si solo se observa que dos productos alimenticios, la carne y el frijol, en el lapso de julio de 1960 a la fecha han experimentado un alza en sus precios de 6 y 5 soles por kilo respectivamente. Con los 15 soles de aumento no alcanzaría para el autobusero y su familia pudiera comer estos alimentos diariamente”.
Los dirigentes de la Asociación de Propietarios de Ómnibus Urbanos e Interurbanos expresaron que el problema era integral y para solucionarlo el Gobierno debía proveer estabilidad económica a las empresas y darle recursos necesarios para hacer frente a cualquier elevación salarial.
Los trabajadores saben mejor que nadie, indicaron los propietarios, los problemas económicos por los que atraviesa esta industria desde hace muchos años debido a una serie de factores como: el alza del combustible, de los repuestos, las llantas, etc.
Al tercer día de huelga, los dirigentes del sector transporte y las autoridades del gobierno se reunieron en dos oportunidades sin llegar a un acuerdo. Mientras tanto los cientos de hombres, mujeres y escolares seguían abarrotando los pocos colectivos y tranvías que circulaban por la capital.
A la huelga de transportistas se sumaron los trabajadores de la Compañía Peruana de Teléfonos que también exigían un aumento de sueldo. En aquellos años las telecomunicaciones estaban recién expandiéndose en el Perú. Además el servicio no era bueno, pues por horas quedaba interrumpido. Aunque los trabajadores ya habían realizado paralizaciones, esta era la primera vez que dejaban incomunicados a sus usuarios.
Para el gobierno la solución consistía en aumentar el costo del pasaje y de las llamadas telefónicas. En ambos casos los huelguistas consideraron que era un atentado a la economía de las familias. Por ello no aceptaron esta salida.
En el quinto día de huelga, el sindicato de trabajadores de Faucett, el sindicato de empleados de Panagra y el de trabajadores de Corpac habían comunicado que apoyaban la huelga de los transportistas. Además tomarían la misma medida si no se resolvía a la brevedad el pliego de reclamos.
Mientras tanto el público reclamaba que no se haya establecido un servicio de emergencia a cargo de las Fuerzas Armadas como en otras ocasiones. Los escolares fueron los más afectados por la falta de transporte.
La huelga de trabajadores de la Compañía Peruana de Teléfonos solo duró un día. Las conversaciones entre dirigentes y gobierno dieron como resultado el aumento de sus salarios en 500 soles.
La solución para el gremio de transportistas llegó la tarde del sábado 8 de julio cuando el gobierno les aumentó el sueldo en 8 soles diarios. La medida beneficiaba a inspectores, mecánicos y despachadores de ómnibus.
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