Retrocedamos en el tiempo. Solo 40 años. En una televisión que pasaba del blanco y negro al color, los peruanos volvíamos a ver algo llamado propaganda política. Para muchos, un fenómeno nuevo. Claro, habían transcurrido 12 años de dictadura militar (1968-1980). Siete años con Juan Velasco Alvarado y cinco con Francisco Morales Bermúdez. Aunque se presentaron 15 candidatos a la presidencia, en 1980 fueron dos los favoritos, que hasta horas antes del sufragio, aparecían disputándose voto a voto el triunfo: Fernando Belaunde Terry por Acción Popular y Armando Villanueva del Campo por el Apra.
Fue una campaña electoral a la vieja usanza, donde el arma principal era el mitin. Allí se definía, decían los antiguos votantes, quién merecía la bendición del ciudadano en las urnas. Las lenguas afiladas o el verbo florido predominaban sobre cualquier otro medio de combate electoral. A Belaunde se le recordaba el polémico incidente de la “página 11” en su primer gobierno (1963-1968). A Villanueva se le enrostraba tener una esposa de nacionalidad chilena. Como vemos, la política no ha cambiado mucho desde entonces. En esas lides, y en vísperas de la definición electoral, todos los recursos estaban permitidos.
Y era en los “mítines de cierre” donde la prensa y la ciudadanía podían sacar sus conclusiones. En aquella oportunidad, el que lideró Belaunde convocó mayor cantidad de peruanos que el de los apristas, según los comentarios de la época. Este elemento era vital en un modelo de elecciones preinternet y podía hacer inclinar el voto de los indecisos.
El 11 de mayo de 1980 se realizó en todo el país el ensayo del acto electoral, coincidiendo con el Día de la Madre. Todo quedó listo para que 6.431.621 ciudadanos votaran en las 40 mil mesas de sufragio que se abrieron en todo el territorio nacional. De ese universo, 12.603 correspondían a Lima. Había que elegir presidente, primer vicepresidente y segundo vice presidente, además de 180 diputados y 60 senadores para el Congreso de la República.
Entre las 15 agrupaciones también hubo partidos de izquierda como el Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos, FRENATRACA, de Roger Cáceres Velásquez y el Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular, FOCEP, de Genaro Ledesma Izquieta. Asimismo, se presentó el ex alcalde de Lima y líder del PPC, Luis Bedoya Reyes, quien quedaría en tercer lugar.
Mientras en emisoras de radio y en la televisión los peruanos escuchaban una y otra vez “El Apra es el camino…” y “Belaunde es la experiencia…”, los diarios publicaban avisos cada días más amplios con los rostros de ambos candidatos. Por su parte, el gobierno militar, cauteloso y procurando tomar distancia de la competencia política, hacía pronunciamientos asépticos. El 13 de mayo, el primer ministro Pedro Richter Prada dijo: “el pueblo peruano sabrá cumplir con su conciencia en las elecciones generales”.
Los analfabetos votaron por primera vez
Estas elecciones tuvieron algunas particularidades, como la participación por primera vez de 832.846 analfabetos, y de 39.450 peruanos residentes en el extranjero. Asimismo, 35 invidentes votaron con asistencia de algún familiar. Otra singularidad fue que los jóvenes desde los 18 años de edad pudieron acudir a las urnas. Antes ese límite era de 21 años. Los que íbamos al colegio tuvimos unas “breves vacaciones”, ya que las labores escolares fueron suspendidas desde el jueves 15 hasta el martes 20 de mayo. Y la “Ley Seca” empezó el día 16 y se extendió hasta el 19.
Un día antes de las elecciones, Ulises Montoya Manfredi, presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), declaró que todo estaba listo para la realización del proceso. A partir de las cero horas del sábado quedó prohibida toda clase de propaganda política. Los candidatos y sus equipos se replegaron a sus cuarteles para esperar el momento decisivo. El arzobispado de Lima, por su parte, dispuso que las misas se realizaran entre las 6:00 y las 07:45 de la mañana del domingo como máximo.
El 17 de mayo de 1980, un día antes de las elecciones presidenciales, en Chuschi, un remoto pueblo ayacuchano, un grupo de subversivos de Sendero Luminoso quemaba el material electoral. De esa manera empezaba una etapa larga y dolorosa en la vida institucional del Perú. Se había instalado en la sociedad un virus letal que se propagaría con el paso del tiempo: el terrorismo.
El Día D
“Elecciones generales se realizan hoy”, tituló El Comercio en su portada del 18 de mayo de 1980. El proceso electoral se inició a las 8 de la mañana y terminó a las 4 de la tarde. El presidente Morales Bermúdez caminó desde el Palacio de Gobierno hasta la sede del Instituto Nacional de Cultura para votar.
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Armando Villanueva del Campo, tras sufragar demandó al pueblo “fe en los destinos del país y que afirme su decisión de mantener una nueva democracia que garantice al Perú ser ejemplo en el continente americano”, publicó el decano en su edición del 19 de mayo.
A las 4:00 de la tarde se cerraron las mesas de votación, salvo las de iletrados, que funcionaron hasta las 6. Aunque el JNE anunció que los resultados oficiales serían entregados en la primera semana de junio, el mismo día de las votaciones los medios de comunicación anunciaron a Fernando Belaunde como el “virtual” presidente del Perú. La información de los votos en el extranjero también daba como vencedor al acciopopulista en la mayoría de países, con excepción de Francia, en donde el triunfador fue Hugo Blanco, el ex guerrillero y candidato del Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT.
El 19 de mayo Belaunde Terry convocó a una conferencia de prensa en el Hotel Sheraton, y ante los periodistas peruanos y extranjeros se expresó con la certeza de ser el futuro mandatario. “Estamos dispuestos a proyectar este cambio de gobierno sin crear sobresaltos que puedan perjudicar al pueblo peruano”, dijo. También hizo un compromiso: “los diarios deben devolverse a sus legítimos propietarios, reconociendo los derechos de los trabajadores”. Y así lo hizo a las pocas horas de jurar como presidente del Perú, el 28 de julio de 1980.