En mayo de 1940 un sismo en Lima había dejado un recuerdo de desamparo y soledad en los ciudadanos de la capital. Pero el terremoto que se produjo el lunes 17 de octubre de 1966, a las 4 y 44 de la tarde, sí causó una honda conciencia de que vivíamos en una de las zonas sísmicas más peligrosas del continente.
Ese día, el movimiento telúrico duró un minuto y alcanzó los 7.6 grado en la escala de Richter, con epicentro a 40 km. mar adentro, frente a las costas Huacho y Chancay. En Lima y el Callao, se pudo ver en ese instante como la gente corría al centro de las pistas para evitar la caída de las cornisas de las ventanas.
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Las aguas de las costas del Callao se agitaron tanto en un fuerte oleaje que los vecinos de La Punta, en el Callao, se imaginaron lo peor. Y para muchos de ellos quedó en el recuerdo que fue un tsunami. Lima se rodeó de muchas casas y edificios colapsados. Hubo 55 muertos contados solo en esas primeras horas de la tragedia.
Días después se confirmarían cien muertos y más de 500 heridos; mientras la prensa popular subiría el número de heridos hasta los 3 mil. Sin comunicación en gran parte de país, hasta Chimbote, al norte; y Huancayo en el centro del país, el gobierno de Fernando Belaunde activó un Comité de Emergencia, con el primer ministro y ministro de Salud Pública, Daniel Becerra de la Flor, a la cabeza.
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Este comité de acción efectiva estuvo formado además por los líderes de los principales ministerios como el de Gobierno, Justicia, Hacienda, Guerra, Marina, Aeronáutica, así como la alcaldía de Lima, la prefectura de Lima, el Banco Central de Reserva, la Junta de Asistencia Nacional y la Cruz Roja Peruana.
El Estado tomó acciones de inmediato, coordinando desde un comité de ayuda directa e instalando carpas como refugios para las familias que perdieron sus inmuebles o quedaron fuera de ellos sin posibilidad retorno por lo ruinosos en que quedaron tras el sismo.
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El terremoto se sintió hasta Tumbes, todo el norte del país; pero por el sur solo hasta Ica. Los departamentos del sur no percibieron el movimiento telúrico. En tanto, las calles de Lima fueron azotadas y cayeron viejos inmuebles que gobiernan hasta hoy la infraestructura del centro de la ciudad. La gente veía con incredulidad la escena, y con la misma perplejidad observaría cómo el reloj de la plaza San Martín congelaría sus agujas en la hora exacta del inicio del movimiento sísmico.
Al día siguiente, el martes 18 de octubre de 1966, la venerada imagen del Señor de los Milagros no dejó de salir en procesión por las calles de Lima. Como nunca antes, a 24 horas de un terremoto desgarrador, se vieron con tanta fe las andas del Señor de Pachacamilla. Dolor y esperanza a la vez fue lo que cundió en el espíritu de los limeños que enfrentaron esas circunstancias del país.
#Estemoslistos ante cualquier sismo que ponga en riesgo nuestras vidas y la de toda nuestra comunidad.
El sábado 30 de octubre El Comercio publicó lo que sería una edición del día después de un sismo y tsunami en Lima, que dio cuenta del escenario previsto por instituciones que llevan años analizando los riesgos de la ciudad.
#EstemosListos es parte de una campaña de sensibilización para la prevención frente a sismos realizado por El Comercio con apoyo de la Asociación Civil “Hombro a Hombro” y continuará con informes de interés sobre riesgos y preparación ante un terremoto que tarde o temprano ocurrirá.
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