Médico de profesión, apasionado arqueólogo, político, intelectual, defensor de los derechos andinos y, sobre todo, un orgulloso peruano. Todo eso era Julio César Tello.
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Pese a lo que se cree, Julio César Tello, nacido el 11 de abril de 1880, no estudió para ser arqueólogo. Por el contrario, desde muy joven descubrió su pasión por la medicina. Cuando era niño ayudó a un científico estadounidense a desenterrar unos cráneos que fueron encontrados en su natal Huarochirí, en la sierra de Lima. Quizá ese momento lo marcó para siempre, pues en esa labor se conjugaron las técnicas de la arqueología y los estudios del cuerpo humano.
Nativo quechuahablante, estudió el colegio en la capital y más adelante, cuando acabó la secundaria, postuló a la escuela de medicina de San Marcos, a la que ingresó en el año 1900. Allí conoció a Ricardo Palma hijo, quien le presentaría a su anciano padre, importante personaje en la vida de Tello.
Según explican el doctor César Astuhuamán, profesor de arqueología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), y Fernando Padilla Deza, magister en Antropología e Historia, Licenciado en Arqueología y profesor de la Unidad de Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Ricardo Palma padre fue una pieza clave en el desarrollo de Tello como arqueólogo, antropólogo y médico.
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Padilla asegura que Tello estudió medicina al ser una carrera con un valor social notable. “Tello decía que quería regresar a su natal Huarochirí para poder curar a la población. Gracias a Ricardo Palma, Tello trabajó en la Biblioteca Nacional; y puede que el escritor de “Tradiciones Peruanas” haya influido en él”, indica.
Tello descubrió su pasión por la medicina y la arqueología cuando limpiaba los libros de una estantería de la Biblioteca Nacional. Según Padilla, allí encontró un texto donde se hablaba de los cráneos de Huarochirí que desenterró de niño, y cayó en cuenta de su interés por ambas ciencias.
UN CAMBIO DE RUMBO
Tello ganó una beca para estudiar en Harvard y luego adquirió conocimientos de universidades importantes de Europa como Cambridge. Al desarrollar su tesis de medicina, accede a restos óseos del Perú antiguo y estudia los inicios de la sífilis en esta parte del mundo.
A partir de ese momento, su interés cambia de rumbo y se concentra en descubrir restos arqueológicos en el Perú. Según los especialistas, los logros más valiosos del médico y arqueólogo serían los hallazgos de la Cultura Chavín y Paracas, y su viaje a la ceja de selva.
“En 1916 hace una incursión desde la zona de Paita, Huancabamba y Jaén. Ese viaje es importante porque Tello incursiona en la ceja de selva y recolecta evidencias que le permiten entender que hay un origen mas amazónico en la cultura andina”, añade César Astuhuamán.
Más adelante, se convirtió en profesor de la UNMSM, donde dejó como legado un museo institucionalizado, colecciones de todas su expediciones, su archivo personal, documentos, libros, cartas y manuscritos inéditos.
EL GIRO DE LOS MUSEOS
Además, cambió el pensamiento que se tenía sobre los museos. Antaño se creía que estos espacios debían estar dirigidos solo a intelectuales y gente culta. Tello rompe con esta realidad y trae al Perú el concepto del museo como se le conoce ahora.
“Los museos eran antes solo para gente culta, no cualquier ciudadano podía ser partícipe. La propuesta de Tello fue todo lo contrario: él buscaba que la gente se pudiera sentir identificada con los logros del pasado, y que el museo fuera un espacio democrático para el disfrute de todos”, explica Padilla.
Cabe precisar que Tello impulsó el desarrollo del Museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú.
Padilla añade que Tello desarrolló un trabajo arduo para capacitarse dentro y fuera del país, y que sus logros aún benefician a la sociedad peruana. “Creo que generó una red de contactos. Es indudable que Tello no lo pudo haber hecho solo, tuvo que hacer con el paso de los años contactos de soporte político, sobre todo desde 1917 cuando entró a la Cámara de Diputados”.
Astuhuamán comenta que Tello fue el más político de todos los arqueólogos que hayan vivido en el país. “Tello vive en un contexto en el que todos los que manejaban el material arqueológico eran los coleccionistas”, comenta. Gracias a su trabajo esto fue cambiando y poco a poco se comienzan a valorar de otra manera los monumentos peruanos, se aprueban leyes de cultura y crece el sentimiento de orgullo por el pasado histórico del país.
Pero la importancia de Julio C. Tello en el Perú va más allá de la leyes políticas que impulsó. También se encargó de pelear y hacer cumplir los derechos de las personas altoandinas, que durante esa época eran discriminadas.
“Tello nos cuenta la parte más importante de la historia peruana prehispánica y creo que lo hace desde una perspectiva local andina. Nos da una mirada desde dentro, la cuenta desde una perspectiva local y creo que en eso está la riqueza de la posición y el planteamiento de Tello”, indica Astuhuamán.
Padilla finaliza diciendo que Tello “cambió nuestra autopercepción como peruanos a través de la revalorización de las altas culturas del Perú antiguo. Hizo todo lo posible por defender lo nuestro y marcó un antes y un después en la arqueología peruana”.
Más información
- Julio C. Tello es una de las figuras celebradas en la exposición “21 intelectuales peruanos del siglo XX”, organizada por el Proyecto Especial Bicentenario. Puedes visitarla de forma virtual aquí.
- Conoce los perfiles de los peruanos ilustres que se publican cada miércoles en El Comercio, en la sección especial Las mujeres y hombres que construyeron la historia del siglo XX. La próxima entrega será el miércoles 24 de marzo.
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