El autoconocimiento nos ayuda a ser más conscientes de nosotros mismos, es decir, de nuestras fortalezas, metas y oportunidades de mejora, además de que nos permite autovalorarnos y autoaceptarnos por quienes somos.
El autoconocimiento nos ayuda a ser más conscientes de nosotros mismos, es decir, de nuestras fortalezas, metas y oportunidades de mejora, además de que nos permite autovalorarnos y autoaceptarnos por quienes somos.
Redacción EC

El está relacionado a la , esta es la habilidad para reconocer nuestras emociones, pensamientos, valores personales y sus efectos en las maneras de vivir de cada persona. es clave para tener una vida plena, exitosa y feliz. Para ello, es esencial hablar de la Rueda del Autoconocimiento, una herramienta poderosa para haciéndonos 5 preguntas que nos ayudarán a descubrir el autoconocimiento.

  • ¿Qué percibo con mis sentidos?
  • ¿Qué siento?
  • ¿Qué pienso?
  • ¿Qué quiero?
  • ¿Qué acciones voy a tomar?

6 estrategias para mejorar el autoconocimiento y la inteligencia emocional

  1. Aumenta tu vocabulario emocional: Todo empieza por reconocer y ponerle nombre a lo que sentimos y a conocer las emociones. Por ello, es recomendable escribir en una hoja o en las notas del celular todas las emociones que conozcas. Según diversos estudios, las personas siempre se quedan en seis emociones básicas: felicidad, sorpresa, ira, miedo, tristeza y asco. Sin embargo, existen muchas más como sabor, culpa, vacío, etc. Es sumamente importante esta distinción para que podamos trabajar desde la emoción reconocida.
  2. Reconecta con tu cuerpo: Cuando experimentamos una emoción, esta se traduce a una sensación física de inmediato. Las reacciones físicas pueden tomar muchas formas diferentes, incluyendo tensión en los músculos del estómago, latidos rápidos del corazón, boca seca, manos sudorosas, escalofríos, piernas temblorosas y ganas de saltar. Nuestra mente y cuerpo están tan conectados que podemos aprender a relacionar sensaciones físicas con emociones. Para reconocerlo, debemos preguntarnos: ¿Dónde siento el miedo?, ¿En qué parte del cuerpo siento la vergüenza?, ¿Dónde siento la felicidad?
  3. Encuentra el vínculo entre emociones y acciones: Las emociones son impulsos a la acción. Poniendo atención vamos a lograr conectar lo que pensamos con lo que sentimos y lo que hacemos. Algunas personas gritan, otras escriben, otras salen a caminar, otras enmudecen. Lo mejor es hacer empezar a relacionar una emoción con una acción, si siento enojo grito, si siento tristeza, lloro y así sucesivamente. Es importante vincular la emoción que sentimos con la acción que habitualmente tomamos para que la siguiente vez que se presente el estímulo, logremos cambiar nuestra respuesta.
  4. Identifica tus detonadores: Debemos reconocer aquello que nos hace sentir las emociones. Puede ser alguien que nos hace sentir esa emoción constantemente y no nos damos cuenta. Tenemos que identificar perfectamente bien qué personas, situaciones, conversaciones, lugares o fechas nos disparan. Si estamos conscientes de esto, podemos trazar un plan de acción para mantener la calma la siguiente vez que suceda el detonante.
  5. Diario de emociones: Debemos aprender a llevar un diario de emociones a través del. En un diario puedes registrar eventos que detonan emociones fuertes y describir tus reacciones. Con esta práctica puedes identificar patrones y distinguir cómo te sientes físicamente ante cada emoción.
  6. Identifica el efecto de tus emociones en los demás: Los anillos comienzan a crecer hacia afuera cuando arrojamos una piedra al agua. Para bien o para mal, las personas cercanas a nosotros se ven afectadas por nuestros arrebatos emocionales. Las emociones contagiosas existen.

Contenido sugerido

Contenido GEC