Preguntarle a alguien por qué sigue soltero y darle la confianza de que pronto “encontrará a su persona” puede parecer una forma sensible de abordar su situación sentimental. Sin embargo, esto podría construir una “vergüenza interna”, sobre todo en las mujeres.
Avergonzar a las mujeres por estar solteras puede aumentar su sensación de tristeza. Muchas buscan activamente una relación y como no la encuentran, pueden pensar que hay algo malo en ellas que produce su soledad.
Un estudio realizado por la doctora Olivia Tena, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, destaca que las mujeres de más de 30 años que viven con sus madres, nunca se han casado, tenido hijos, ni han vivido en pareja.
Por un lado, son mujeres económicamente independientes, pues trabajan y muchas de ellas tienen estudios. En algunos casos, tienen pareja. Sin embargo, son tratadas como menores de edad en sus casas y no tienen responsabilidad en las labores domésticas.
¿Por qué sucede eso?
La doctora asegura que las mujeres adultas solteras que siguen viviendo en casa de sus padres lo hacen como forma de solidaridad de género. Esto de debe a que estuvieron expuestas a la violencia que sufrieron sus progenitoras y por ello se comprometieron a ayudarlas y a aportar ingresos.
Por lo contrario de los hombres, quienes no son proveedores aún viviendo con sus madres, únicamente cooperan con algunos gastos familiares.
Esto quiere decir que existe un vínculo de madre con hija que se convierte en una relación dependiente, pues la primera necesita económicamente de la hija y esta descarga la cuestión doméstica a su madre.
“Las hijas no pueden dejar a la madre y eso se vuelve una traba para las propias mujeres para salir de su casa. No desean dejar a su madre en el abandono”, puntualizó.
Tena resalta que las mujeres solteras que viven con sus padres son vistas como un problema social, ya que se cree que no tienen una función social y se les cuestiona que no quieran tener hijos o la forma como llevan su sexualidad.
Si tú te encuentras en esta situación, tranquila. Ninguno de estos estigmas sociales son reales y cada una, dependiendo de su caso, va dando pasos a su propio ritmo.
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