Dolor de cabeza y una visión limitada suelen ser síntomas indicadores de una afectación al cerebro, específicamente a la hipófisis. Aunque poco conocidos, los tumores de hipófisis son bastante comunes. De acuerdo con el Dr. Jerson Flores, neurocirujano de la Clínica Anglo Americana, estos tumores representan entre el 25% y el 30% de todos los tumores que se forman en la base del cráneo.
La hipófisis, también conocida como la glándula pituitaria, es una pequeña estructura ubicada en la base del cerebro, que regula muchas de las funciones hormonales del cuerpo. Esta se encarga de secretar hormonas que influyen en diferentes órganos, como la tiroides, las glándulas suprarrenales, las gónadas y las glándulas mamarias, por lo que cualquier alteración en su funcionamiento puede tener efectos severos en todo el cuerpo.
Hoy en día, una técnica innovadora conocida como cirugía endoscópica endonasal permite extirpar estos tumores sin necesidad de abrir el cráneo. Este procedimiento, que ya se realiza en Perú, ofrece múltiples beneficios en comparación con las técnicas tradicionales, reduciendo los riesgos de complicaciones y mejorando el tiempo de recuperación. Para entender mejor en qué consiste esta cirugía y los avances que ha traído al tratamiento de los tumores de hipófisis, conversamos con el equipo multidisciplinario de la Unidad de Base de Cráneo de la Clínica Anglo Americana, que incluye a especialistas en neurocirugía, otorrinolaringología y endocrinología.
¿Qué es un tumor de hipófisis y cuántos tipos existen?
Un tumor de hipófisis es una masa anormal de células que crece dentro de la glándula pituitaria. Según la Dra. Cynthia Zegarra, endocrinóloga, estos tumores se dividen principalmente en dos tipos: los tumores funcionantes y los no funcionantes. Los funcionantes son aquellos que producen una cantidad excesiva de hormonas, mientras que los no funcionantes no secretan hormonas pero pueden crecer lo suficiente como para presionar las estructuras circundantes, como el nervio óptico, causando problemas adicionales.
A su vez, los tumores funcionantes pueden causar un exceso de hormonas, lo que genera una amplia gama de síntomas que pueden variar según la hormona afectada. Un tipo común de tumor funcionante es el que produce prolactina en exceso, conocido como prolactinoma. “Este tipo de tumor puede causar secreción de leche en mujeres que no están amamantando y alterar los ciclos menstruales, lo que también puede llevar a problemas de fertilidad”, añadió la endocrinóloga. Además, los tumores que producen demasiada hormona del crecimiento pueden provocar acromegalia en adultos, lo que resulta en el ensanchamiento de los huesos y otros cambios físicos notorios a lo largo del tiempo.
¿Cómo impactan los tumores de hipófisis a nivel hormonal?
El impacto de un tumor de hipófisis a nivel hormonal puede ser significativo. Como explicó la Dra. Zegarra, la hipófisis regula una gran cantidad de hormonas que controlan funciones vitales en el cuerpo. Cuando un tumor interfiere con esta regulación, los efectos pueden ser amplios. Los tumores que producen prolactina en exceso, por ejemplo, pueden provocar galactorrea (secreción de leche) en mujeres, además de amenorrea (ausencia de menstruación) y problemas de fertilidad.
Otro caso importante es el del exceso de cortisol, que lleva al Síndrome de Cushing. Este trastorno está asociado con aumento de peso, especialmente en la parte superior del cuerpo, presión arterial alta, niveles altos de azúcar en sangre, y alteraciones en la piel como estrías rojizas. “El síndrome de Cushing no solo afecta físicamente al paciente, sino que puede desencadenar complicaciones severas como diabetes y problemas cardiovasculares si no se trata a tiempo”, advirtió la doctora.
En casos de tumores que secretan hormona del crecimiento, el impacto a largo plazo puede ser igualmente grave. “En adultos, el cuerpo ya no puede crecer en altura, pero sí en anchura, lo que resulta en el agrandamiento de las manos, pies y rasgos faciales”, explicó la Dra. Zegarra. Este proceso es lento, lo que significa que los cambios en el cuerpo pueden pasar desapercibidos durante años, hasta que el paciente se da cuenta de alteraciones notables, como el hecho de que los anillos o zapatos ya no le quedan.
¿Cuáles son los síntomas más comunes de un tumor de hipófisis?
Los síntomas de un tumor de hipófisis varían considerablemente según su tipo, tamaño y función. En el caso de los tumores no funcionantes, uno de los síntomas más comunes es la pérdida de visión. Esto ocurre porque la hipófisis está ubicada cerca de los nervios ópticos, y cuando el tumor crece, comienza a ejercer presión sobre estos nervios. El Dr. Diego Saldaña, otorrinolaringólogo de la Clínica Anglo Americana explicó que muchos pacientes con tumores grandes experimentan lo que se conoce como “visión tubular”, es decir, pierden la capacidad de ver hacia los lados, lo que genera una visión central muy limitada.
“La mayoría de los pacientes no se dan cuenta de que han perdido visión periférica hasta que enfrentan situaciones cotidianas, como manejar un auto y no poder ver los espejos retrovisores, o caminar y chocar con objetos a los lados”, explicó el Dr. Saldaña. De hecho, en muchos casos, los pacientes descubren el tumor durante exámenes oftalmológicos de rutina.
¿Cómo se diagnostican los tumores de hipófisis?
El diagnóstico de un tumor de hipófisis comienza con la evaluación de los síntomas. Dependiendo de si los síntomas son hormonales o visuales, el primer especialista que podría detectar el tumor es el endocrinólogo o el oftalmólogo. El Dr. Jerson Flores, neurocirujano, explicó que los tumores más grandes suelen ser descubiertos cuando el paciente experimenta síntomas visuales, lo que lleva al oftalmólogo a solicitar pruebas de imágenes como una tomografía computarizada o una resonancia magnética.
Sin embargo, también hay casos en los que el tumor es descubierto de manera incidental. “A veces los pacientes llegan a hacerse una tomografía por un dolor de cabeza u otra molestia, y es entonces cuando descubrimos el tumor de hipófisis, incluso si no ha causado síntomas obvios”, señaló Flores.
Una vez detectado el tumor, el endocrinólogo evalúa los niveles hormonales del paciente para determinar si el tumor está causando un desequilibrio hormonal. En muchos casos, los análisis de sangre revelan niveles anormales de prolactina, cortisol u otras hormonas, lo que confirma la presencia de un tumor funcionante.
¿Cuándo es necesaria la cirugía para un tumor de hipófisis?
La cirugía se recomienda en casos donde el tumor es lo suficientemente grande como para comprimir estructuras importantes o cuando produce niveles peligrosamente altos de hormonas que no pueden ser controlados con medicación. Según el Dr. Flores, “si el tumor está afectando el nervio óptico o causando síntomas hormonales graves, la cirugía es la mejor opción para aliviar la presión y restaurar la función normal”.
En los tumores que no responden a la medicación o que han crecido significativamente, la cirugía es esencial para prevenir la pérdida de visión permanente u otras complicaciones neurológicas. Además, los tumores que producen hormonas en exceso, como los relacionados con el síndrome de Cushing o la acromegalia, también requieren intervención quirúrgica para detener la sobreproducción de estas hormonas.
¿Cómo se realiza la cirugía de un tumor de hipófisis?
El enfoque quirúrgico más común para los tumores de hipófisis ha cambiado radicalmente en los últimos años. Anteriormente, la cirugía se realizaba a través de un abordaje transcraneal, en el que se abría el cráneo para acceder al tumor. Sin embargo, hoy en día, la cirugía endoscópica endonasal es el estándar. El Dr. Diego Saldaña, explicó que este procedimiento mínimamente invasivo permite acceder al tumor a través de la nariz, utilizando cámaras y herramientas endoscópicas.
“Imaginen la nariz como un pasillo que nos lleva directamente a la base del cráneo. Lo que hacemos es abrir una pequeña ventana en el seno esfenoidal, ubicado en la parte posterior de la nariz, y desde ahí el neurocirujano puede extraer el tumor sin tener que manipular otras estructuras cerebrales”, explicó Saldaña. Este enfoque reduce significativamente el riesgo de complicaciones, como infecciones o daño a los nervios craneales, y permite una recuperación más rápida para el paciente.
El Dr. Flores añadió que este enfoque también minimiza los riesgos a largo plazo, como la fístula de líquido cefalorraquídeo o la disfunción hormonal, problemas que solían ser más comunes en las cirugías transcraneales tradicionales.
¿Cómo es el proceso de recuperación después de la cirugía?
Aunque la cirugía endoscópica endonasal es menos invasiva que las técnicas anteriores, sigue siendo una intervención en una parte crítica del cuerpo, y la recuperación debe ser monitoreada cuidadosamente. El Dr. Saldaña explicó que, tras la cirugía, los pacientes suelen pasar los primeros dos días en la Unidad de Cuidados Intensivos para asegurar que no haya complicaciones relacionadas con la función hormonal o neurológica.
“Uno de los posibles efectos secundarios es la diabetes insípida, que ocurre cuando la glándula deja de producir suficiente hormona antidiurética, lo que causa que el paciente orine en exceso y pierda grandes cantidades de agua”, explicó la Dra. Zegarra. Este problema puede ser controlado con medicación, pero requiere un monitoreo cercano durante los primeros días.
Después de la hospitalización, los pacientes suelen experimentar una sensación de congestión nasal, similar a un resfriado leve, y pueden volver a sus actividades normales en unas dos semanas si no tienen trabajos físicamente demandantes. A pesar de la naturaleza menos invasiva de la cirugía, es importante que los pacientes continúen con controles periódicos para asegurar que no haya recurrencia del tumor o complicaciones hormonales a largo plazo.
¿Puede un tumor de hipófisis volver a crecer?
Sí existe la posibilidad de que un tumor de hipófisis vuelva a crecer, aunque esta probabilidad es baja. El Dr. Flores explicó que “alrededor del 3% de los tumores pueden reaparecer si no se logra extirpar todo el tumor durante la primera cirugía”. Esto suele ocurrir cuando el tumor está adherido a estructuras críticas, como las arterias carótidas, lo que impide su completa remoción.
En caso de recurrencia, los pacientes pueden necesitar una segunda cirugía o someterse a radioterapia para controlar el crecimiento del tumor. “La radioterapia es una opción viable para los tumores que no se pueden extirpar quirúrgicamente, o cuando el riesgo de una segunda cirugía es demasiado alto”, añadió el Dr. Saldaña.
¿Cuáles son los factores de riesgo y las medidas preventivas para los tumores de hipófisis?
La mayoría de los tumores de hipófisis son esporádicos, lo que significa que no tienen una causa genética identificable y no se heredan de padres a hijos. Sin embargo, en algunos casos raros, pueden estar asociados con síndromes genéticos como la neoplasia endocrina múltiple. Aun así, el Dr. Flores señaló que “la mayoría de los pacientes que desarrollan estos tumores no tienen antecedentes familiares”.
En términos de prevención, no existen métodos claros para evitar el desarrollo de tumores de hipófisis. Sin embargo, los expertos coinciden en que la clave está en el diagnóstico temprano. La Dra. Zegarra recomendó que cualquier persona que experimente síntomas hormonales inusuales, como cambios en los ciclos menstruales, secreción de leche o alteraciones visuales, consulte a un endocrinólogo. “El diagnóstico temprano permite un tratamiento más efectivo y menos invasivo, y mejora significativamente el pronóstico del paciente”, concluyó Saldaña.
Los tumores de hipófisis, aunque comunes, pueden ser tratados con éxito gracias a los avances en las técnicas quirúrgicas y al trabajo multidisciplinario de especialistas en endocrinología, neurocirugía y otorrinolaringología. Gracias a enfoques menos invasivos como la cirugía endoscópica endonasal y al monitoreo cercano de los niveles hormonales, los pacientes pueden experimentar una recuperación rápida y una mejora notable en su calidad de vida.
Contenido sugerido
Contenido GEC