Cusco: Conoce la pirámide que te permite dormir bajo las estrellas en pleno Valle Sagrado
Celebré mi cumpleaños en el Cusco. Para mi suerte, la fecha coincidió con el regreso de las Fiestas Cusqueñas después de dos años de restricciones por la pandemia. Con los festejos asegurados, solo quedaba encontrar una experiencia digna de regalo, que me permitiera conectar con la naturaleza y disfrutar sin riesgo: dormir bajo las estrellas.
Plan de lujo (accesible)
Un sueño que cumplí en el Cusco. Exactamente en el distrito urubambino de Ollantaytambo, en donde está ubicado Lomada Lodge, un campamento ecológico muy popular por sus pirámides de vidrio situadas a orillas del río Vilcanota. Un lugar para dormir bajo las estrellas de forma literal y despertar mirando el nevado Verónica, sin morir congelado.
Lomada Lodge ocupa tres hectáreas de terreno en las que también se ha instalado una casa en el árbol, un par de cabañas tipi (actualmente en restauración), una carpa elevada y otras propuestas diseñadas para los viajeros que buscan abrazar la naturaleza y recargar energías en su viaje a Cusco.
Otro punto a favor de esta innovadora propuesta es su personalidad verde: usan focos LED en las zonas comunes, luz solar para las termas y una central para recargar celulares. Además, separan sus residuos, reciclan el agua e invitan a los visitantes a no llevar plásticos.
Mi experiencia
Para llegar, viajamos de la ciudad de Cusco a Ollantaytambo por una hora y media. Los colectivos de la calle Pavitos salen a diario, desde las 3 a. m. y cobran entre S/ 10 y S/ 15 por viajero. Si bien, Lomada Lodge está a solo 500 metros de la línea férrea, las empresas de trenes no permiten el paso por la zona. Por lo cual, sugiero tomar una mototaxi en la plaza de Ollantaytambo, que por S/15 te deja en la puerta del hospedaje.
René nos dio la bienvenida con una sonrisa encantadora, tomó un par de maletas para ayudarnos y nos guió por un camino rodeado de árboles enormes, de esos que te hacen sentir pequeño y, a la vez, afortunado. No todos los días se viaja al corazón de la naturaleza.
Con la ayuda de la luz de una linterna, nuestro anfitrión nos mostró el comedor donde se recargan los equipos electrónicos, pasamos a los baños —equipados con duchas y agua caliente—, caminamos unos 100 metros y llegamos a nuestra ansiada habitación: la pirámide de cristal.
Ingresamos de noche así que el cielo se llevó toda nuestra atención. Nada podía competir con ese espectáculo repleto de constelaciones, que disfrutamos junto a la fogata. Un brindis (o mejor dos), algo de picoteo y buena conversación en este pedazo de paraíso hicieron de la previa a mi cumpleaños una velada inolvidable.
Habitación mil estrellas
No negaré que hacía frío. Estábamos a menos de 3 grados centígrados y la temperatura descendería aún más en la madrugada. Sin embargo, las pirámides concentran el calor con su doble cristal y tecnología aislante. Cuentan con varias frazadas y si prefieres, puedes llevar tu ropa de cama y de paso contribuir con el ahorro del agua que usan para lavar.
Una mesita entre las dos camas, un portamaletas plegable y un tacho tejido es toda la indumentaria de aquella original habitación de paredes transparentes en medio del bosque. No había wi-fi ni televisor, solo la luz de las estrellas. Sin embargo, sentíamos que lo teníamos todo.
A la mañana siguiente, el imponente nevado Verónica se dejó ver sin siquiera salir de la cama. Su forma piramidal se descubrió de entre las nubes como en un show de magia, mientras al fondo se oía el rumor del río que volvió a arrullarnos por varios minutos.
A la hora del desayuno, el buen René recomendó una mezcla de hierbas para aplacar el mal de altura. Bebidas calientes, jugo de naranja, pan serrano y huevos al gusto fueron parte de la primera comida del día que cada visitante se encargó de preparar. Para sentirse como en casa.
Después de dormir bajo las estrellas, respirar mucha calma y desconexión, dejamos la pirámide. Ten en cuenta que permiten ingresar desde la una de la tarde y te sugiero hacerlo. De esa forma, tendrás más horas para disfrutar y más luz para las fotos. La tarifa es de US$ 90 por dos personas, con fogata y desayuno. Pero la experiencia vale mucho más.
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