5 hoteles y alojamientos curiosos donde dormir es una experiencia espectacular

Mi vida viajera me ha regalado múltiples satisfacciones. Una es la colección de hoteles y alojamientos curiosos que he acumulado con el paso de los años y los kilómetros recorridos. Desde cuevas en paisajes remotos, palacios con siglos de antigüedad y hasta pirámides de cristal en medio de los andes. Conoce cinco lugares donde dormir es una experiencia espectacular (y recomendable).

Foto: Checklist Viajero

1. Así es dormir en una cueva

Las civilizaciones antiguas en Capadocia (Turquía) habitaban cuevas y ciudades subterráneas excavadas en las rocas. Casas, escuelas e imponentes capillas aún se conservan y son visitadas por el turismo. Así que la experiencia en este destino no estaría completa si no pasamos la noche en las cavernas convertidas en habitaciones de hoteles boutique. Un lujo bastante curioso que me regalé durante mi viaje.

Cuando reservé en el Elite Cave Suites temía que me ganara la claustrofobia, pero pudo más la curiosidad. El hotel está en Göreme, el lugar desde donde parten los vuelos en globo aerostático más famosos del mundo. La noche en este alojamiento incluye un desayuno muy completo y atención de primera.

Ni bien ingresé admiré los muros pétreos, donde se han moldeado repisas y abierto ventanas. Para mi tranquilidad, las habitaciones cueva no están completamente cerradas. Una cama de dos plazas fue la protagonista de mi habitación, decorada con alfombras turcas y muebles antiguos. También contaba con una estufa, ideal para el invierno. Y el baño, con ducha española y amenities, se encontraba al interior.

Foto: Milagros Vera Colens / Checklist Viajero

Las terrazas ubicadas en diferentes niveles regalaban vistas espectaculares de este valle con formaciones rocosas impresionantes, que al amanecer se llenaba de globos coloridos en el cielo. Eso me obligó a desayunar afuera y a tomarme fotos en los spots que han implementado (como el que aparece en la primera foto). Mi experiencia en esta cueva doble fue de lujo. Actualmente cuesta US$160, aunque también ofrecen suites con jacuzzis y salas con mobiliario de estilo que exigen una mayor inversión.

2. El techo de mi habitación es el firmamento

En camino a Machu Picchu (Cusco), exactamente en el pueblo de Ollantaytambo se encuentran unas pirámides de cristal que garantizan la experiencia de dormir bajo las estrellas y despertar rodeados de montañas. Siendo arrullados por el río, pero sin sentir el frío de los andes ni temer por la seguridad.

Foto: Lomada Lodge

El vidrio doble de la pirámide ayuda a mantener el calor al interior. Y si no es suficiente, tienes edredones gruesos sobre la cama. A unos metros se ubica el baño implementado con agua caliente y electricidad. Lo mismo que en el comedor, donde se pueden cargar los equipos.

Lomada Lodge es un alojamiento que propone experiencias únicas sobre los 2.900 metros de altitud. El paquete de US$120 incluye una fogata por la noche y un desayuno reparador para dos y frente al imponente nevado Verónica.

3. La habitación más pequeña donde me he hospedado

Se trata de una de las pocas opciones de habitación privada, con buena ubicación y a menos de US$200 que encontré en la ciudad de Nueva York durante la temporada de verano.

Foto: Milagros Vera Colens / Checklist Viajero

The Jane Hotel está ubicado en Greenwich Village, en el distrito de Meatpacking en pleno Manhattan. A unos pasos del famoso Highline y Little Island. Cuenta con habitaciones de solo 5 metros cuadrados, similares a las antiguas cabinas de barco donde el equipaje se guarda bajo la cama.

Están equipadas con internet, televisión y aire acondicionado. Los baños, ubicados al final de un pasillo como el de los cruceros, son compartidos y provistos de agua caliente y secadoras de pelo.

Como solo planeaba quedarme una noche no hubo problema y tuve todo lo necesario para viajar con bajo presupuesto. Pero no estoy segura de que funcione para estancias más largas. Aunque también ofrecen cuartos cuatro veces más amplios, con baño privado y vistas al río Hudson. Claro que el presupuesto para arrendarlas se duplica.

4. De campamento (de lujo) en el desierto del Sahara

De las cosas más bonitas que he vivido. Dormir en un glamping es un lujo, pero hacerlo en medio del desierto del Sahara es una experiencia que debes vivir una vez en la vida. Para llegar vale la pena atravesar unos 10 kilómetros a lomo de camello. Con el pelo y el rostro cubiertos, para evitar que la arena y el sol fastidien.

Foto: Desert Glamping

El trayecto sobre las dunas es mágico. Hemos iniciado casi al atardecer y llegamos al campamento al comenzar la noche. Alfombras beduinas nos conducen a unas carpas que parecen sacadas de Pinterest. Al interior notamos que no tienen nada que envidiarle a los hoteles cinco estrellas: sábanas con cientos de hilos, almohadones de todo tamaño, cestas de mimbre y detalles que hacen de nuestra estadía un sueño.

Afuera nos espera una cena deliciosa que termina en danzas y música local. Sentados sobre cojines coloridos, disfrutamos de una noche estrellada en medio del desierto marroquí. Antes de dormir pasamos por el baño de estilo zen, decorado con un tablero de madera y detalles tejidos con fibra natural. Por supuesto que tenía agua caliente.

5. Un palacio inca para descansar como reina

Un muro inca con más de ocho siglos de antigüedad forma parte del lugar donde vivió el inca Manco Cápac. Sitio que tras pasar a manos de Huáscar, su hermano Paullu Túpac Yupanqui y personajes de la élite colonial y republicana se convirtió en uno de los mejores hoteles boutique de Cusco y del mundo.

Palacio Manco Cápac está compuesto por dos casonas de los siglos XIX y XX que han sido restauradas. Yo me quedé en una de las 10 habitaciones que están decoradas con cuadros de la escuela cusqueña y antigüedades que te transportan a otro tiempo. Treinta metros cuadrados repletos de calidez, muebles de estilo colonial, salida directa a la terraza, atención personalizada y una vista espectacular de la ciudad de Cusco.

Por su ubicación, en el barrio de San Cristóbal, pude ir andando a atractivos imperdibles como el mirador de San Cristóbal, el barrio de San Blas y el complejo arqueológico de Sacsayhuamán. Pero al mismo tiempo, cada noche me alejaba del ruido de la ciudad sin salir de ella. Un verdadero lujo. ¿Acaso se puede pedir algo más?

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