Postales de Alepo antes de la guerra
Durante los últimos días la ciudad siria de Alepo ha acaparado los titulares de noticias a causa de los enfrentamientos entre tropas del régimen de Bashar al Assad y los rebeldes que buscan que sea depuesto. La Unesco ha lanzado la señal de alarma por el peligro que corren los monumentos de esta antiquísima ciudad catalogada como patrimonio de la humanidad. Mientras tanto, la batalla por el control de la segunda ciudad siria continúa.
Ver las noticias me produce una gran sensación de tristeza y me hace recordar que exactamente hace cuatro años estuve visitando aquella ciudad y disfrutando de la hospitalidad de sus habitantes. Comparto con ustedes detalles y recuerdos de mi visita a la capital comercial de Siria, un lugar que, espero, pronto pueda volver a encontrar la paz.
Llegamos en autobús procedentes de la ciudad de Ar Raqqah, donde nos habíamos bañado en un embalse del rio Éufrates. Una caminata de unos 20 minutos nos llevó al barrio de Bab Al-Faraj, donde se concentran los hoteles modestos. El barrio está dominado por la torre del reloj construida por un arquitecto austríaco a finales del siglo XIX y por otros edificios de la misma época. Fue en este barrio que practicamos nuestras maldiciones en árabe al gritarle “jaluf” (chancho) a un tipo que descaradamente pellizcó a nuestra compañera de viajes.
Para ir de Bab Al-Faraj a la Ciudad Antigua se tiene que pasar por un barrio comercial moderno. Cabe señalar que si bien Damasco es la capital política del país, Alepo ha sido su principal centro económico y comercial desde hace siglos. Esta vocación comercial comenzó hace más de dos mil años ya que la ciudad se encontraba en uno de las extremidades de la Ruta de la Seda.
Después de atravesar varias grandes avenidas, cruzamos la calle y entramos al souk o mercado cubierto por una impresionante puerta a través de una muralla enorme.
Uno de los principales encantos de Alepo consiste en perderse por el laberinto de callejuelas situadas en el interior de la muralla. Se pueden apreciar bellos detalles arquitectónicos como balcones y arcos. Los balcones de madera tienen un gran parecido a los balcones coloniales peruanos, lo que muestra la fuerte influencia árabe en la arquitectura española.
La ciudadela es un enorme castillo situado encima de una colina que domina la ciudad. Solo se puede acceder a ella por un puente. En la zona peatonal que la bordea se pasean y conversan jóvenes y ancianos aprovechando uno de los pocos espacios abiertos al aire libre de la ciudad.
Desde lo alto de la ciudadela había una muy buena vista sobre esta urbe de dos millones y medio de habitantes.
La población es muy heterogénea. Si bien los musulmanes sunitas son mayoría, también hay musulmanes chiítas, alauitas, kurdos y drusos. El 12% de la población es cristiana y comprende diferentes grupos tales como ortodoxos, armenios y caldeos. El régimen político actual es laico y mantiene la paz entre los diferentes grupos religiosos. Muchos sirios, sobre todo aquellos pertenecientes a minorías étnicas y religiosas prefieren la tiranía del régimen de Assad a la incertidumbre y potencial inseguridad que podría surgir tras su caída.
Pasé literalmente horas dentro del mercado cubierto, tratando de sacar una foto emblemática que capturara los efectos de la fuerte luz del sol colándose por las aperturas del techo. El souk es el ancestro de los centros comerciales actuales. Diferentes rincones del souk se especializan en diversos tipos de mercancía.
Pasé una hora en una pequeña fábrica de ropa y correas en la Ciudad Antigua mientras me reparaban mi correa por un precio ridículamente barato que incluía té a voluntad y muchas sonrisas.
También pasamos bastante tiempo en una milenaria fábrica de jabones. Alepo es famosa por la fabricación de este producto. El chico de la foto es el heredero de una fábrica que opera desde hace siglos. Tuvimos una interesantísima conversación sobre las relaciones humanas y familiares en nuestras respectivas culturas con él.
Un taxista que contratamos para llevarnos a las ruinas de los alrededores nos invitó a tomar un té en su casa. Vivía en un suburbio muy a las afueras de Alepo. En las calles podíamos ver a la gente haciendo pastar sus rebaños en terrenos baldíos.
Perdidos entre las calles y casas antiguas se pueden encontrar hammams o baños tradicionales con vapor. Cada hammam tiene días donde se atiende solo a mujeres.
Memorias de un carnicero: Este simpático carnicero del souk tenía su local cubierto de fotos de los que supongo serán su familia y sus camellos. Las fotos estaban algo gastadas, pero me resultaron curiosas.
Esperemos que pronto la carnicería de la guerra haya quedado atrás y que Alepo pueda volver a sonreír. Mis pensamientos están con ellos.
PD Reunion “Cinco Continentes”. Mirando las diferentes ideas y las opciones de lugares abiertos los domingos propongo el domingo 12 de Agosto en “el Cafe Cultural Virgen de Guadalupe” (el vagon de tren al lado de la municipalidad de Barranco a eso de las 8:00 PM. Los que esten interesados avisenme para ver de hacer una reservacion. Un saludo.