Me dice el corazón, pero me grita la conciencia
La intención no es aplicar la desmesura en un momento delicado para Alianza Lima y en el que se juega su clasificación fuera de casa, en el país de más rivalidad y ante un ex entrenador querido y que conoce bien las virtudes y defectos de la institución blanquiazul.
[La salida de Alianza, conmovedora, inmensa. La publico para que los jugadores lo recuerden antes de viajar a Chile]
[Triunfo de Alianza ante Inti Gas]
No será este un apunte sobre el escepticismo que hay de que los íntimos puedan derrotar a la Universidad de Chile ni la construcción de teorías infundadas sobre las bondades del equipo de Gustavo Costas. Por el contrario, es momento de ordenar las ideas para saber de qué manera se puede hacer un partido inteligente ante los chilenos y conseguir el resultado que muchos creen imposible.El rival no tiene el apuro de ir a buscar el partido con desesperación de equiparar un marcador que ya está a su favor por un gol. Tampoco será torpe de esperar a que los peruanos encimen para buscar un contragolpe porque no sería inteligente jugar al límite del riesgo. Lo natural es que busquen jugar en mitad de cancha con manejo prolijo de la pelota, con mucho traslado y criterio para identificar el momento preciso de hacerle daño a la frágil defensa grone que puede estar jugándose el partido de su vida, pero que en un santiamén cae en la desconcentración y echa por tierra minutos importantes de sacrificio. Esa es la impresión que tengo sobre los rendimientos de Vidal Sosa y Carlos Solís, si es que Costas insiste en ubicarlos como titulares.
Universidad de Chile, más que ser peligroso, representa un equipo equilibrado y que compensa algunas deficiencias técnicas con gran estado físico, inteligencia y nunca se regala con facilidad. Ello los mantiene invictos en esta Copa Libertadores. En Lima no sacó demasiados zarpazos, pero con uno le bastó para irse a casa satisfecho. Estaban firmando el empate y se encontraron con un triunfo que en pleno trámite del partido no habrían podido jurarse ellos mismos.
Pero tienen a dos centrales eficientes como Rafael Olarra y Mauricio Victorino. El primero, chileno, de mucha experiencia y jugador de selección; y el segundo uruguayo que es casi fijo en el Mundial de Sudáfrica por el equipo charrúa. En Matute, Alianza les facilitó la tarea al buscar demasiados centros que por talla y ubicación siempre encontraron las cabezas de los dos mencionados y más cuando José Carlos Fernández no estuvo del todo bien posicionado en el área.
Al medio la de Chile tiene a dos hombres que me parecieron verdaderos trajinadores incansables como Iturra y Seymour. Pero a pesar de ello Joel Sánchez pudo deshacerse de ellos en varias ocasiones, solo que no estuvo certero en la culminación de sus jugadas o se apresuró por su falta de experiencia internacional en instancias importantes.
Estos volantes centrales prefieren a rivales de tranco largo y juego vertical antes que a los que ponen la pelota al piso. Por ello no se complicaron y produjeron muchas faltas ya que Alianza cobraría los tiros libres siempre buscando ganar arriba en el área chilena y esa tarea era la que le convenía al equipo de Pelusso.
Alianza no se dio cuenta de estos y otros detalles por la prisa que los invadió al ver que transcurrían los minutos y no eran capaces de aproximarse al arco de Pinto con el peligro que los había hecho famosos en esta Copa. Se apuró demasiado y perdió la noción y la calidad. Cada minuto los llevó a la imprecisión y a querer desprenderse rápido de la pelota por lo que la de Chile empezó a hacer su negocio tal como lo planificó. Esto cambió un poco con el ingreso de Montaño, pero no fue suficiente por la poca puntería con que Aguirre jugó esa noche.
El jueves Alianza tendría que poblar el mediocampo con gente que ponga la pelota al piso y que esté convencida de que no son los centros el único camino correcto para llegar al gol. Desde Forsyth, la línea de 4 zagueros y los dos de contención tendrán que adelantarse algunos metros para que la presión y la recuperación de la pelota sea en territorio de la de Chile. Luego, hoy más que nunca, inspirarse en formular paredes y no abusar del juego largo. Esta vez no creo que se presente un cotejo como el que jugamos ante Estudiantes donde Aguirre tuvo 30 metros para correr y apostar por el contragolpe. Pelusso no le dará esa longitud de ninguna manera así que la estrategia deberá pasar por otro sentido.
Después, los movimientos que realizó Gustavo Costas anoche contra Inti Gas fueron un indicio de las ideas que le rondan por la cabeza para jugar en Santiago. Ante los ayacuchanos Leandro Fleitas inició el partido como lateral izquierdo y terminó en el segundo tiempo como stopper y tuvo rapidez en ambos puestos. Yo me la jugaría por la ‘Máquina’ –incluso- antes que por Aparicio en lugar de Sosa o Solís. No creo que sea demasiado dramático el cambio; por el contrario, ganaríamos en confianza y en una voz permanente desde atrás como la del argentino que nunca se calla y trata de dar órdenes a un conjunto que necesita estar despierto durante 90 minutos.
Y de acuerdo como vaya el marcador no me tardaría demasiado en ingresar a Montaño ya que es la última opción de seguir avanzando en esta Copa. Después de Santiago no hay una oportunidad más y con lo pareja que –me parece- que es esta llave, el riesgo es una apuesta válida antes que especular. Mi reproche sería que no se haya visto un equipo con intención de ataque y con los ojos puestos en el arco de Pinto, antes que en la reserva y el susto por ser atrevidos.
Quedan horas para saber el desenlace final y es momento de que el pueblo blanquiazul esté más junto que nunca, como esa noche en Matute donde el cemento se volvió hule, donde hubo verdadero calor de tribuna y nadie tomó asiento. Hemos llegado al partido decisivo y no es momento para abandonar.
¿La hacemos?, me preguntan algunos grones y no sé qué decirles. Casi siempre les doy dos respuestas: una que me sale de la cabeza y otra que me sale del corazón.