¿Por qué una moratoria a los transgénicos?
La semana pasada, El Comercio publicó un editorial llamado “Zanahorias para el Gobierno“, el que hace referencia a la Ley de moratoria a los transgénicos (Ley 29811) y por qué no se justifica en el ámbito de biodiversidad, economía ni salubridad.
Dada la libertad que tengo en este blog de expresar mis opiniones, argumentaré por qué sí considero necesario una moratoria.
El primer punto que toca el Editorial se enfoca en el arroz dorado, un producto de la biotecnología moderna con fines humanitarios más que comerciales. Aunque no lo creas, así es. Si bien su desarrollo fue financiado por Syngenta (uno de los grandes de los agroquímicos y transgénicos), la patente fue liberada al poco tiempo.
La primera versión del arroz dorado no fue muy prometedora. La cantidad de pro-vitamina A que producía era tan bajo que el niño debía comer algunos kilos de arroz por día para satisfacer su demanda de esta vitamina. La segunda versión que salió en el 2005, era mejor: aumentó en 23 veces la cantidad de este compuesto.
En agosto del 2012, un estudio demostraba que el arroz dorado era tan bueno como las espinacas o la propia vitamina A diluida en aceite, además de ser seguro para el consumo humano. Unos meses después, un artículo publicado en Nature, reportó algunas irregularidades en este estudio. Por ejemplo, los participantes no sabían que se trataba de un arroz transgénico (sólo se les dijo que era arroz con vitamina A). La CDC, por su parte, descubrió la falsificación de autorizaciones del comité ético y que las dosis de arroz dorado que recibieron los niños no correspondían a lo reportado. Esta prometedora tecnología se desprestigió y hasta ahora no puede ser usada.
No puedo negar que la ingeniería genética tiene el potencial para solucionar muchos de los problemas que aquejan a la humanidad. Por ejemplo, papas que toleren las heladas, café que resiste la roya sin necesidad de agroquímicos, plantas que descontaminen los relaves mineros, bacterias que degraden el petróleo de las mareas negras, etc. Sin embargo, el Editorial indica que este y otros espectaculares logros de la ingeniería genética no podrían usarse pues acarrearían multas de hasta S/.3,8 millones.
Lo cierto es que, así no hubiera Ley de Moratoria, tampoco podrían usarse. ¿Por qué?
1. Porque estos productos no están disponibles —muchos todavía siguen en fases experimentales demostrando su funcionalidad y seguridad. Por ahora, el 99% de los transgénicos son de soya, maíz, algodón y canola, tolerantes a herbicidas (glifosato, glufosinato, dicamba y 2,4-D) y resistentes al ataque de ciertos insectos (larvas de polillas y escarabajos). Del 1% restante, sólo una pequeña parte corresponden a las papayas (Hawai) y frijoles (Brasil) resistentes a enfermedades virales, el maíz tolerante a sequía (EEUU) y a otros espectaculares logros de la ingeniería genética.
2. Porque el Perú aún no implementa su marco nacional de bioseguridad.
Y ¿qué es la bioseguridad? Es el uso seguro de la biotecnología moderna. Es decir, las medidas que nos garanticen reducir los riesgos asociados al uso de los transgénicos, con el fin de proteger el ambiente, la diversidad biológica y la salud humana, y así poder maximizar sus beneficios.
El 12 de mayo de 1999, se publica la Ley 27104. Nuestra ley de bioseguridad (somos uno de los primeros países de la región en tener esta ley). En el 2002, nace su reglamento (DS 108-2002-PCM), el cual establece que antes de tomar una decisión respecto al uso de un determinado transgénico, éste debe pasar por una evaluación de riesgos, caso por caso. Cada transgénico debe demostrar ser seguro. Dos años después, ratificamos el Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad.
Entonces, si teníamos una regulación para los transgénicos desde el 2002, ¿por qué no han ingresado y se cultivaron desde entonces? Porque la regulación está incompleta. El reglamento de la Ley 27104 nombra a tres entidades para que se hagan responsables de la bioseguridad según su sector: el INIA (para agricultura), la DIGESA (para salud) y el Viceministerio de Pesquería (para pesca). Cada uno debía elaborar su reglamento sectorial de bioseguridad y definir el procedimiento para hacer la evaluación de riesgos, establecer las medidas para gestionarlos y, finalmente, emitir las autorizaciones.
Entre el 2002 y 2010, no hubo muchos avances. Sí, algunos borradores. Pero ningún sector había aprobado su reglamento. Y fue en plenas elecciones presidenciales del 2011 que el Ministerio de Agricultura publica su reglamento interno sectorial de bioseguridad a través del DS 003-2011-AG.
La propuesta fue rápidamente observada pues no había incorporado recomendaciones y sugerencias de sectores como ambiente y la sociedad civil, además de tener algunos vacíos especialmente referidos a temas de control y vigilancia, la falta de procedimientos para hacer la evaluación de riesgos, entre otras. Un mes después, la PCM crea una comisión multisectorial encargada de revisar dicho reglamento sectorial (RS 121-2011-PCM). [Puedes revisar el informe final de la comisión AQUÍ].
La comisión concluye que para que el reglamento sectorial de bioseguridad funcione, antes deben darse ciertas condiciones. Primero, contar con una línea de base de la biodiversidad potencialmente afectada por los transgénicos, especialmente, de aquella que el Perú es centro de origen (papa, algodón, tomates, etc.) y de diversificación (maíz). Segundo, implementar procedimientos de control y vigilancia, fortaleciendo las capacidades humanas y de infraestructura (laboratorios acreditados) para realizarlos. Todo esto tomaría algunos años.
Mientras tanto, diversas bancadas y comisiones del Congreso de la República cocinaban proyectos de ley para una moratoria a los transgénicos, los cuales se arrastraban ya desde el gobierno de García. [Aquí pueden revisar todo el expediente].
Pero, algo extraño pasó el 19 de octubre del 2011. A través del DS 011-2011-AG, el Ministerio de Agricultura decreta que “la autoridad competente no admitirá solicitudes relacionadas a las actividades de introducción para liberación al medio ambiente de Organismos Vivos Modificados – OVM [transgénicos], mientras el órgano sectorial competente del sector agricultura no cuente con las líneas de base de la agrobiodiversidad nativa, que permita una adecuada evaluación de las actividades de liberación al ambiente de OVM”. Les pregunto, ¿ésta es una moratoria? A mí me parece que sí. Claro que es más bonito decir “no admitirá” que “prohibirá”.
Finalmente, el 9 de diciembre del 2011 se publica la Ley de Moratoria (Ley 29811), que si lo comparas con el DS 011-2011-AG, es prácticamente lo mismo.
Entonces, haya o no Ley de Moratoria, está prohibida la liberación de transgénicos en el ambiente Y la razón es que no se ha implementado los reglamentos sectoriales de bioseguridad y se requiere generar las condiciones para que sean completamente funcionales.
Si no sabes dónde está distribuida la diversidad genética, ¿cómo puedes emitir autorizaciones? Si no tienes mecanismos de vigilancia y control, ¿cómo puedes saber si no están ingresando o liberándose al ambiente transgénicos que no han sido aprobados? Si no hay procedimientos para hacer la evaluación de riesgos, ¿cómo vas a tomar una decisión? A mi entender, esta es la verdadera justificación de la moratoria. El plazo de 10 años, puede ser debatible. Hubo opiniones de especialistas que sugerían tres o cinco años. Otros eran más extremos y pedían 15. Pero la moratoria tenía que darse, y ya no una de facto como lo venía siendo.
Por otro lado, el Perú no es el único país que estableció una moratoria. México, centro de origen del maíz, tuvo una moratoria de facto (no por Ley) de 10 años a este cultivo transgénico. Entre 1988 y 1998, dio 26 autorizaciones al maíz transgénico; pero, entre 1999 y 2009, no dio ni una sola autorización. ¿Qué hizo en ese periodo? Estudió la distribución de la diversidad genética del maíz en todo su territorio. En el 2010 volvió a admitir solicitudes para pruebas experimentales en maíz, pero desde el 2013 ya no las acepta. Actualmente, México no cultiva maíz transgénico.
La ventaja de tener una moratoria a través de una ley —y no una de facto— es que te pone plazos, te plantea metas y te genera el mecanismo y soporte legal para cumplir con los objetivos.
La moratoria no se basa en argumentos enfocados a la salud; pues, los transgénicos destinados a la alimentación humana están excluidos. Sin embargo, decir que “10 de los 17 países megadiversos del mundo poseen cultivos transgénicos: en ningún caso se produjeron daños a la biodiversidad”, no es un argumento sólido ni científico.
La biodiversidad no solo representa un número de especies. También incluye la diversidad de ecosistemas (donde viven las especies) y la diversidad genética (donde radica la diferencia entre poblaciones de la misma especie). Es así que la pérdida de biodiversidad no solo implica perder especies y los transgénicos no han causado eso.
Sin embargo, debemos considerar que se cultiva maíz transgénico en países como Brasil, Argentina, Estados Unidos, Uruguay, etc., que no tienen diversidad genética de este cultivo como lo tiene México, donde se ha encontrado presencia de OGM en semillas de sus razas locales. Entonces, no podemos analizar pérdida de diversidad genética en regiones donde no la hay o que de por sí ya es muy baja.
Para concluir (porque el post ya salió muy largo), la bioseguridad permite usar correctamente la tecnología, reduciendo al mínimos sus riesgos (flujo de genes, resistencia de plagas y malezas, plagas secundarias, acceso a mercados, etc.) para aprovechar todos sus beneficios; además de cumplir con los compromisos asumidos internacionalmente. La moratoria permitirá alcanzar esto.