Tim Owens, una voz extemporánea en el metal
En 1993 se selló una ruptura que en ese momento se mostró como definitiva entre Judas Priest y su emblemático cantante, Robert Halford. Este inició una carrera solista practicando un estilo metálico más moderno, mientras que los Judas quedaron un poco en el aire sin saber hacia dónde mirar. La banda desde su primera grabación siempre había contado con la voz de Halford y esta se había constituido en parte del sello indeleble de su música, además de formar el canon del heavy metal más clásico y ortodoxo. Hacia 1996, luego de repetidas audiciones, la banda comunicó que ya tenía un sucesor listo. La verdad, casi todos, incluido yo mismo, se mostraron escépticos. ¿Qué van a encontrar un cantante de esa talla así nomás? No. Imposible. Sentenciamos la mayoría que nos aprestábamos a despedir a otro grande del metal hacia el olvido seguro. ¿Acaso no había sido bastante decepcionante el cambio de Dickinson por Bayly? Bien; salió el Jugulator (1997) y aunque es un disco de impronta moderna no se podía negar algo: el vocalista era excelente, de verdad excelente, pero ¿quién rayos era?Timothy Owens nació en Ohio, Estados Unidos, en 1967. Creció escuchando a las bandas primigenias del metal, Black Sabbath, Deep Purple y sobre todo Judas Priest y Rainbow, luego a la NWOHM, y Van Halen, para luego caer dentro del thrash metal, época que vivió con efervescencia originaria. Como millones de headbangers en el mundo, él quería formar parte de este movimiento maravilloso así que a los 20 años se unió a Braincide, una competente banda de thrash metal de la zona de Ohio, pero por desgracia había nacido tarde, sus dotes vocales ideales para el heavy metal clásico no se lucían a plenitud en medio del thrash, e incluso para 1990, este ya era un movimiento en trance de superación por corrientes más extremas, como el death y el black. De las eficientes pero aisladas demos de 1990, Brutal Mentality y Damage Daze, no pasó este combo. Al poco tiempo se unió a una muy buena banda de heavy metal, Winters Bane, una resemblanza y consecuencia tardía de US Power de Estados Unidos, genial pero totalmente extemporánea en el gigante americano. Con ellos editó una demo en 1991 y luego el excelente Heart of a Killer. Este disco es una total obra de arte. Inscrito en la tradición más pura del heavy metal recuerda mucho el trabajo de Judas Priest del Killing Machine/Stained Class hasta Defenders of the Faith además de la herencia de bandas como Manilla Road y Savatage. El disco es además conceptual pues cuenta la historia de un asesino que es un juez llamado Coahagen (el nombre del personaje en la cinta Total Recall). Desde esa perspectiva el álbum se une a la tradición del Operation Mindcrime (Queensrÿchie, 1988). Destacan dos temas en particular, Heart of a killer y Night Shade (a ver si los productores de la Expomaiden le convencen de que cante algo de Winters Bane) en los que la voz de Owens alcanza los registros vocales que le harán luego tan famoso. No debo dejar de mencionar el trabajo de Loui Saint Paul, guitarrista y alma de la banda y quien la ha mantenido viva hasta el día de hoy, lamentablemente dentro de un infamante anonimato, pues debería figurar entre los grandes. En 2006 editaron lo que es para mí uno de los 10 mejores discos de lo que va del siglo XXI en el metal, el Redivivus, un disco que no tiene desperdicio por ningún lado, no importa lo que tengan que hacer para conseguir este disco, vale la pena (en ese ya no canta Tim Owens, sino Alexander Koch, vocalista de Powergod, los headbangers saben).
La época era difícil para las corrientes clásicas del metal; solo en el extremo underground las cosas parecían en orden (su alejamiento de los massmedia contribuía). Hacia 1994, Winters Bane hacía agua, el heavy metal hacía agua en los Estados Unidos. En ese entonces no solo el grunge estaba de moda sino que lo que se concebía como metal se estaba centrando en una dañina unidireccionalidad que tenía en Pantera, era II, su paradigma y en el que Nailbomb, Fudge Tunnel eran lo más interesante pero que poco a poco iba elidiendo al resto del metal hacia el anonimato e incluso al ostracismo. De esa forma un notable cantante como Owens acabó cantando en una banda tributo a Judas Priest llamada British Steel. En esa situación golpeó el destino, Judas convocaba cantantes para continuar con su carrera y en una sesión de prueba, mientras Tom cantaba The Ripper ante los Judas en persona, su preformance vocal fue tan delirantemente genial que a estos no les quedó más remedio que contratarlo. Esto justificó que en adelante se le conociese como Tim “Ripper” Owens.
Los discos que editó Ripper son distintos a los demás de Judas Priest. Jugulator (1997) 98Live Meltdown (vivo 1998), Demolition (2001) y Live in London (2003) tienen momentos espectaculares, sobre todo en el Jugulator con Death Row, Burn in Hell y la titánica Cathedral Spires, y en el en vivo del 98 con la genial versión de Rapid Fire. Pero la fanaticada no se acostumbró al aggiornamiento de la banda a los tiempos modernos, pues se sentía una pérdida de identidad en beneficio de una búsqueda de la vigencia, algo tonto pues un clásico no deja de ser vigente jamás. Una cinta mediocre dramatiza un poco este periodo, Rockstar (Stephen Herek, 2001), pero se queda en la anécdota y se desvía tanto de la idea original que los Judas, originalmente asociados al proyecto se desmarcan de él (la cinta iba a llamarse Metalstar, pero la productora dijo entonces, “¿Quién rayos va a ir al cine a ver una cinta sobre metal en esta época?”, el infame Mark Wahlberg, protagonista, dice a la hora de los créditos finales de la banda que el metal ya está muerto). Lo cierto es que si los discos de Judas de ese periodo dieron algo para la historia del metal fue en primer lugar el descubrimiento para el gran público headbanger de una voz absolutamente privilegiada. Tim Owens es uno de los mejores cantantes del metal. Incluso, y esto podría ser considerado una herejía pero lo he consultado con expertos en canto para afirmarlo con seguridad, mejor que Rob Halford en cuanto a dotes vocales y rango de voz. Claro que el impacto de un cantante o músico en general no se puede medir solo por las habilidades técnicas sino por su efectiva huella en la historia y la tradición y ahí claro Owens pierde. Simplemente él no estuvo, ni podía estar, en la posición de Halford. Es por ello un cantante extemporáneo, su tragedia es haber nacido 20 años después de lo debido. Halford es el paradigma que Owens sigue y no al revés. Owens es uno de los más grandes émulos en el metal y tiene su cuota de originalidad pero no puede fundar una nueva corriente en el canto.
Hacia el 2004 se produce el reagrupamiento de Halford con Judas Priest y bueno, Ripper casi queda en la estacada, no sucedió porque, otra ayuda del destino (¿?). Los Iced Earth se quedaron sin su clásico vocalista, Mat Barlow, un cantante de limitadas capacidades expresivas, e ingresó Tim. El fruto: Glorious Burden, el mejor disco de la historia de Iced Earth. Tim Ripper Owens estalla en toda su magnificencia hasta el punto de que el disco es una oda a su capacidad. Tiempo después se edita el Framing Armageddon, un disco también bueno pero que vale la pena básicamente por la voz de Ripper, siempre espectacular. Luego volvería Barlow y se acabó la unión.
Mientras estaba en Iced, decidió comenzar una carrera solista y de ahí data el proyecto Beyond Fear (2005). La verdad, musicalmente flojo aunque magistral en la parte cantada. Demasiado moderno quizás. Luego vendría su paso con Yngwie Malmsteen en el Perpetual Flame del 2008. Un trabajo eficiente y de agradable escucha, uno de los mejores trabajos del sueco en este siglo. En 2009 creó Tim “Ripper” Owens y editó Play my Game y salió de gira presentando el disco (recaló por acá en el Mao Bar). No me pareció un buen disco y siento que su propuesta solista aún no cuaja, quizás su único talento sea vocal y carezca de dotes compositivas mayores, no sería la primera vez que ocurre. Lo último interesante que oí de él fue el proyecto de Richard Christy (Death, Control Denied) y Jason Suecof Charred Walls of the Damnned, un proyecto dentro del heavy metal tradicional y que curiosamente me devuelve un Ripper más cercano al que oyera en Winters Bane hace más de una década, pero con una calidad vocal madurada. De verdad, este disco no tiene pierde.
Tim Owens viene al Perú de nuevo, para la Expomaiden, y creo que sería bueno que nos acercáramos a su trabajo fuera de Judas para tener un conocimiento mayor con el artista. Se trata del mejor cantante post clásico del heavy metal sin lugar a dudas y oírlo será genial. Buena muchachos del Maiden Club.
Discografía recomendada:
Winters Bane – Heart of a Killer – 1993
Judas Priest – Jugulator – 1997
Judas Priest – 98Meltdown – 1998
Iced Earth – Gloriuos Burden – 2003 (la versión en dos discos, el segundo es más paja)
Yngwie Malmsteen – Perpetual Flame – 2007
Charred Walls of the Damned – homónimo – 2010
Y el cover que hace de Flight of Icarus en el tributo a Iron Maiden Numbers from the Beast – 2005