Huanchaco para todo el mundo
Qué bonito está Huanchaco, sus playas, sus caballitos de totora retornando con la pesca diaria al caer la tarde, su gente siempre sonriente y, por supuesto, su sazón precisa y afinada. Ya lo decía mi madre, trujillana de pura cepa: “No hay como un cebiche en el Pisagua de Huanchaco”, y la verdad es que no le falta razón.
Hecho al más puro estilo trujillano, con su punto de ajo, su ají mochero aromatizándolo todo y macerando el pescado cortado en filetitos justo hasta que se torna de color blanquito, el cebiche del Pisagua es distinto al que comemos en Lima. Deliciosamente distinto.
Quiso la suerte que en nuestra estadía en Huanchaco descubriéramos un lugar espectacular. Aquella tarde el sol brillaba como nunca y los pescadores llegaban con redes repletas de cangrejos, y tuvimos la fortuna de que uno de ellos sea pariente de los dueños del Pisagua y nos llevara junto a sus cangrejos a un restaurante que aún no conocíamos: El Caribe.
Sobrinos de los dueños del Pisagua, en El Caribe tienen como especialidad al cangrejo en muchas formas, dos de las cuales destacan por ser típicas de Huanchaco: el cebiche de cangrejo chancado y el cangrejo reventado.
El primero es un cebiche para conocedores, para aquellos que gustan de chuparlo todo sin temor al qué dirán. Cangrejos fresquísimos chancados hasta extraerles su esencia más profunda para luego ser sazonados como un cebiche clásico. Un manjar. El segundo plato empieza por el mismo proceso de chancado para luego guisarlo con ají, yuyo y huevo. Un manjar para relamerse los dedos sin parar.
Querido Huanchaco de mil historias y recuerdos vivientes, del gran cocinero del Mococho cuya partida aún lloramos, del famoso y siempre bien ponderado Big Ben, de pescadores aguerridos surcando las olas sobre sus caballos, de tablistas para los que todos los días parecen domingo, de malecón norteño que parece detenido en un tiempo pasado y mejor, querido e inolvidable Huanchaco, siempre volveremos y volveremos a visitarte.