Oscar Sánchez: “Netflix propicia que la gente decida y eso es una ventaja de la globalización”
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Sociólogos, periodistas, antropólogos e historiadores unieron sus conocimientos y experiencia docente para hacer realidad “La inevitable globalización: Enfoque cultural y económico del escenario Mundial”, interesante publicación que la Editorial UPC presentó en la reciente Feria Internacional del Libro de Lima 2017.
El texto incluye ocho interesantes ensayos que abordan este fenómeno desde dos perspectivas: la económica y la cultural. En su primera parte, el libro desmenuza las características del denominado “nuevo entorno económico global”, mientras que en la segunda se intenta, a través de casos bastante específicos, presentar una serie de particularidades del proceso globalizador que hoy nos toca afrontar de forma inevitable.
Si bien todos los artículos presentes en esta obra son de interés he destacado en esta nota-–por temas de espacio—solo tres de ellos. El primero (a cargo de Oscar Sánchez Benavides) brinda antecedentes sobre globalizaciones previas y nos alerta sobre las consecuencias que podría sufrir el planeta en 2030 si no tomamos seriamente temas como el cuidado del ambiente. El segundo (a cargo de Gisella López Lenci) explica por qué los Beatles pudieron transformar musicalmente una generación traspasando fronteras. Y el tercero (a cargo de Jaime Cordero Cabrera), es de particular interés para cualquier fanático del fútbol que ve cómo la industria detrás de la pelota se ha transformado dramáticamente en los últimos años, afectando (para algunos) el nivel del juego pero generando billones de dólares en publicidad e inversiones.
Aquí nuestra charla con Oscar Sánchez Benavides, compilador de esta valiosa publicación ya a la venta en las principales librerías de Lima.
-¿Qué tan remotos son los antecedentes de globalización de los cuales se tiene conocimiento?
A veces creemos que este es el tiempo de la globalización pero, en realidad, son dos tendencias que siempre están interactuando en la historia de los seres humanos. La primera, una tendencia a fusionarse y generar grandes horizontes culturales de interpretación y de civilización y, por otro lado, una tendencia a la fragmentación y a exigir el respeto de las particularidades y las diferencias. Grandes horizontes civilizadores han sido Roma pero también podemos hablar del imperio turco que duró como mil años o el mongol que tuvo una extensión geográfica inigualable. Por otro lado, actualmente el imperio político ya no es el que globaliza sino más bien estas tendencias de la economía y de las tecnologías contemporáneas que interconectan cada vez más a las personas. Pero a su vez, tanto en la época de esos imperios que fenecieron o se fragmentaron, también hoy existe gente que rechaza este ímpetu globalizador contemporáneo.
-¿Qué es lo particular que tiene este proceso de globalización en el que estamos inmersos?
Creo que las tendencias de interconexión. Las tecnologías de la información y comunicación han generado una serie de interconexiones en tiempo real de manera impresionante. Y eso hace que la gente esté acostumbrada a tener respuestas más inmediatas a un pedido de información desde cualquier lugar de mundo. El desplazamiento de personas también se ha incrementado mucho y la velocidad con la que este es posible. Sin embargo, existe una resistencia considerable en cuanto a que el mercado de capitales se globaliza pero el de mano de obra, no. Y además el movimiento de personas en el mundo hoy presenta mayores resistencias que en el pasado.
-¿Se podría señalar un punto de partida del proceso de globalización en el que vivimos?
Creo que hay varios factores que coinciden con fines de los ochenta y principios de los noventa. De un lado es la caída de la ‘Cortina de hierro’, el fin de la Guerra Fría. El mundo estuvo poco más de 50 años en una tensión permanente por dos proyectos civilizatorios. Ambos con sus bemoles pero enfrentados entre sí, y que además le proporcionaban a la gente razones de hacia dónde dirigir sus existencias, su política y economía según sus latitudes y contextos.
-¿Cuáles son las dos predicciones que más deben preocuparnos sobre cómo será el mundo en 2030?
Hay algunas cosas que están generando mucho cuestionamiento. El tema de las TIC ha mejorado tanto, seguirá en eso, y mucho se habla ahora de la inteligencia artificial y de la robótica. Por ejemplo, se cree que muchos puestos de empleo van a desaparecer como consecuencia de los robots, los algoritmos que van a hacer la chamba de muchas personas. Por ejemplo, en países donde funcionan bien las plataformas de compra y venta de libros como Amazon u otros, están cayendo las librerías pequeñitas. Es decir, solo van a sobrevivir aquellas librerías con un sistema de compra y venta de textos sumamente versátil y al alcance de todos. Entonces, ¿cuántos libreros se quedarán sin empleo si sus empresas no se adaptan a los cambios? Puede ser significativo.
-¿Cuál sería la segunda predicción que debemos seguir atentamente?
La otra está relacionada al cambio climático, que es un tema que nos involucrará a todos de alguna u otra manera. Tras la decisión de Estados Unidos de retirarse del Pacto de París, no hay visos de que en los próximos años se sostenga el nivel de incremento de la temperatura de la tierra que nos han dicho no debemos pasar. Con la retirada de EE.UU. lo que se vendrá es una proyección de incremento del nivel de la temperatura. Y dicen que solamente dos grados centígrados más en promedio de la temperatura mundial puede significar una catástrofe de enorme consecuencias, muchas de las cuales son impredecibles.
-Si hablamos de globalización en el campo del entretenimiento, ¿la consolidación de plataformas como Netflix ahonda diferencias o democratiza el acceso a la cultura producida en video?
Creo que Netflix y otras plataformas similares como HBO Go o Amazon Prime van a propiciar que la gente decida. Y eso es una ventaja de la globalización. Ya no tengo que esperar el horario o las decisiones del programador para ver mi serie o película favorita en un determinado momento. Antes las empresas de cable te entregaban la programación mensual y hoy eso ya no es necesario eso. Hoy tú decides cuándo ver algo. Esa inmediatez es una ventaja. Sin embargo, por otro lado, y ahí suscribo la idea planteada por Bruno Rivas cuando hace este análisis de las películas de Hollywood que evidencian que la gente termina sola. Y uno de los temas que han salido al debate en este último tiempo es el asunto de los robots sexuales. O sea, cómo la tecnología te puede permitir la creación de robots que pueden ayudarte a satisfacer tus necesidades sexuales. Algunos inventores de estos robots dicen que de repente a los pedófilos les podemos permitir que se satisfagan sexualmente con un robot de niño o niña, en vez de estar maltratando un ser humano. Igual siento que ahí hay bastante polémica para debatir. En todo caso, que te dediques a satisfacer tus necesidades sexuales con un robot nos lleva a preguntarnos qué tan sola puede sentirse una persona.
-¿Se podría decir que la juventud es el sector más atacado o afectado por el proceso de globalización?
No sé si el más afectado o atacado pero sí el más flexible o dúctil, o sea, el más propenso a adaptarse rápidamente a las nuevas tecnologías. Escuchaba a una socióloga española hace unos días diciendo que es cierto que empleos van a desaparecer como consecuencia de la robótica, pero también es cierto que van a prosperar aquellos que mejor se adapten a las nuevas tecnologías que surgen. Y algunas de las carreras que según ella mejor podrían sobrevivir a esta dinámica son las que exigen la puesta en práctica de un pensamiento crítico. Por ejemplo psicología, filosofía, las carreras de humanidades que algunos consideran molestosas o que no propician nada útil. Pues pasa lo contrario. Aquellas personas que intentan buscar nuevas salidas a problemas habituales. Eso es algo que los robots no pueden hacer.
-¿Las empresas que producen gadgets apuntan básicamente sus creaciones al mercado joven?
Creo que sí. Apuntan a la gente tecnologizada en general. Y eso puede tener muchas variantes. Y la edad no necesariamente es el factor principal. Pero sabiendo que se vienen generaciones nuevas y que la tecnología siempre viene incrementándose, los jóvenes son el público más importante en este gran mercado.
-¿Qué hizo que Gisella López Lenci y ustedes coloquen a los Beatles como el grupo responsable del soundtrack particular que tiene este fenómeno de la globalización?
Gisella, como muchos de los autores reunidos en este libro, han buscado un tema que los apasione particularmente y ver cómo este funciona en el mundo de la globalización contemporáneo. Y la autora lo cuenta en su artículo: cada vez que sonaba la canción de los dibujos animados de los Beatles corría a verlos. Y luego, cuando ella pasó a integrar el grupo de docentes de Globalización de la UPC, siempre se hizo la pregunta: ¿cómo es que la globalización afectó a mi grupo musical preferido? Así que hurgó al respecto y lo que concluye es que los Beatles es quizás el primer gran ejemplo de cómo una industria musical como la británica –que está a la caza de jóvenes talentos que generen fans y seguidores—de pronto tenía conciertos en Japón. En su momento era algo inexplicable.
-¿Qué son las denominadas aficiones globales y cuál es su panorama?
El artículo de Jaime Cordero respecto del fútbol es una reflexión muy interesante de cómo este es el negocio deportivo que más se ha globalizado. Y ver cómo cada mundial es más grande, mejor organizado, tiene contratos de publicidad más holgados, y además recibe a más equipos –porque hay continentes que antes no tenían idea del fútbol y ahora son potencias futbolísticas— lo comprueba. Yo siempre recuerdo la participación de Zaire en el mundial de Alemania 1974. Y en Argentina 1978 fue lo mismo. A los equipos africanos los golearon de manera alucinante. Sí me sorprendió el Camerún del Mundial España 82. Muchos peruanos decían ‘es un equipo africano, se le va a ganar fácilmente’. Pero de ahí en adelante ese y varios otros países africanos pasaron a ser protagonistas de los mundiales. João Havelange dijo en los noventa que se jubilaría de la (presidencia de la) FIFA cuando se realice un mundial en África. Pasó en 2010, ya sin su presencia, pero se dio. Y claro, que hoy veas un Real Madrid vs. Barcelona jugándose en Miami es una cosa de locos. Igual cuando se autorizó el Mundial de Estados Unidos 1994 muchos decían ‘si los gringos no saben nada de fútbol, no tienen ni siquiera una liga profesional’. Y hoy son una de las ligas más interesantes, y como dice Jaime Cordero, una de las más reguladas. Allí todos los equipos tienen una misma cantidad de dinero repartida por los derechos televisivos.
-A mí este artículo me deja la idea de una afición no atenta a las campañas sino más bien a eventos mediáticos específicos. Porque como usualmente el Barcelona le meterá 7-0 al Alavés (por su diferencia en plantilla y presupuesto), entonces la afición se moldeará básicamente a una final de Champions o a un gran evento similar…
Y otra cosa que menciona Jaime en su artículo es que hace algún tiempo veías las finales de los torneos continentales europeos y encontrabas al Estrella Roja de Belgrado o a equipos rumanos, yugoslavos, por ahí alguno húngaro, pero hoy en día eso es bastante difícil. En la Champions los protagonistas son casi los mismos de siempre: Barcelona, Real Madrid, Bayern, es decir, los más fuertes económicamente. Esto es muy similar a lo que ocurre con grandes compañías transnacionales que se devoran a algunas empresas pequeñas.
-Finalmente, ¿a qué público está dirigido este libro?
En primer lugar, para los estudiantes del curso de Globalización y Enfoque Cultural Económico de la UPC, porque sus profesores se han animado a hacer este tipo de reflexiones sobre temas que les apasionan. La idea es compartir esto con los alumnos para reflexionar el curso. Y en segundo lugar, para el público en general: toda aquella persona interesada en conocer en qué anda la globalización contemporánea, cuáles son sus características y cómo (estas) nos pueden afectar hoy. Yo creo que el libro puede ser una contribución a estar mejor situado en el mundo actual.