Una conversación con Mauro Mamani sobre su libro “Sitio de la Tierra”
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El investigador y experto en literatura andina, Mauro Mamani Macedo, presentó en la reciente FIL Lima 2017 el libro “Sitio de la Tierra: Antología del vanguardismo literario andino” (FCE). La referida publicación recoge importantes aportes de destacados autores como César Vallejo, Carlos Oquendo de Amat, Gamaliel Churata, Federico Bolaños, Alberto Hidalgo, Nazario Chávez, entre otros.
Este blog pudo conversar con Mamani Macedo sobre el proceso de elaboración de un ambicioso proyecto como este. Y es que agrupar a algunos de los más representativos pensadores de las décadas del veinte y del treinta requiere no solo capacidad para discernir, sino también sensibilidad para detectar aportes únicos en favor de lo profundo de nuestra cultura andina.
“Sitio de la Tierra: Antología del vanguardismo literario andino” está dividido en cuatro secciones: poesía, prosa, ensayo y correspondencia.
-¿Cuánto estaba ya investigado el vanguardismo literario andino y cuál es el objeto central de estudio de “Sitio de la Tierra”?
Hay investigaciones muy severas que me han servido como referencia para elaborar este trabajo, como la desarrollada por Mirko Lauer. Él tiene antologías vinculadas a este tópico. Y en el caso de las revistas está lo trabajado por Yazmín López Lenci. Mi libro se centra básicamente en el referente andino.
-¿Por qué eligió las décadas del 20 y del 30 dentro del siglo XX? ¿Qué de específico encontró usted en la producción literaria andina inmersa en este periodo?
Fue una época muy rica. Por ejemplo, se publicó la revista Amauta en 1926. Ahí salen varios poetas y escritores vinculados al mundo andino. Ese mismo año sale en Puno el boletín Titikaka de Gamaliel Churata, donde se van a publicar no solamente escritores peruanos sino también de distintas partes del mundo. Jorge Luis Borges, Oliveiro Girondo y otros autores de países como México y Ecuador. En esa misma época sale también los poemarios “Cinco metros de poemas”, “Trilce”, “Descripción del cielo”. Hay toda una efervescencia literaria tanto en libros como en revistas.
-¿Cómo planteó el proceso de selección de piezas que finalmente aparecen en “Sitio de la Tierra”? ¿Hay más de libros que de revistas?
He combinado de ambos. Por ejemplo, he utilizado revistas como “Chirapu”, donde hay una buena cantidad de manifiestos, y el boletín Titikaka, de donde he extraído varios poemas. También usé revistas con escritos de autores vanguardistas de Huánuco. Y por supuesto que he utilizado libros como “Ande”, “Ccoca”, “Puna”, “Descripción del cielo”, entre otros. Entonces, son varios los libros y revista que pude investigar, indagar y seleccionar para poder armar esta antología.
-La antología está dividida en poesía, prosa, ensayo y correspondencia. ¿Siempre se planteó esta estructura o esta cambió en el proceso?
Primero hubo la intención de hacerlo solo de poesía y tener mayor espacio para poner más poemas. Pero en las antologías siempre hay el problema de qué poema poner, siempre pensando en que represente al autor. Sin embargo, decidimos ampliar a ensayo, prosa y correspondencia porque sentimos que si el poema iba solo no se acompaña con otras formas de pensar. Así que articulamos. La idea central, por ejemplo en el caso de la correspondencia, era mostrar la comunicación e interacción ferviente que tenían poetas y grupos culturales. Mientras que los ensayos evidencian cómo ellos valoraban esa época, a qué respondía su prosa y cómo es que conectaban la poesía, la política y la ideología.
-Si hablamos de la sección poesía, ¿quién de los seleccionados es el que –sin tener el mayor reconocimiento público—gozó de un gran talento?
Es difícil elegir solo uno y más en una antología. Pero diré que Emilio Armaza. A manera de feliz coincidencia él abre la antología. Su libro “Falo” (1926), al que la crítica no le prestó mucha atención, es valiosísimo. Uno se acerca a sus poemas y observa un gran trabajo con las grafías y los espacios, y además desarrolla un erotismo telúrico. Es un libro que merece ser rescatado y publicado. En mi opinión tiene la estatura de “5 metros de poemas” o de “Trilce”. También quiero destacar al poeta Alberto Mostajo, quien murió en un sanatorio. Su poesía en “Cosmos” y “Canción infinita” es valiosísima. Y otro autor a resaltar es Emilio Vásquez. Él no estuvo muy presente en las antologías previas, pero su poemario “Altipampa” es muy bueno absorbiendo el mundo aimara.
-¿Cuál podría decirse que es la coincidencia de los poemas publicados en esta época de nuestra historia?
Hay siempre una intención por explorar el lenguaje, una urgente necesidad de trabajar con la expresión, de representar el tiempo –porque están vinculados a la política y a la ideología—, y expresar el referente andino. Ellos (los autores) empiezan a ser muy conscientes de que ese referente necesitaba ser tratado a través de la prosa poética. Por eso este libro tiene muy presente el referente andino, aquellos que partieron de estas tierras y también los que se aproximaron para cantarla o representarla en sus poemas.
¿Cuánto y cómo ha cambiado la crítica literaria desde entonces hasta hoy?
En ese entonces había una crítica que no tenía un andamiaje teórico como la actual, es cierto, con categorías, pero creo que a veces estas terminan enturbiando y opacando la voz del poema. Porque una misión de la crítica es hacer emerger los significados y el valor que tiene un poema. Y a veces nuestra crítica contemporánea tiene ese inconveniente: adelanta las categorías y teorías al propio poema. En ese entonces bastaba una línea para decir algo de un poeta. Recordemos que algunas de las revistas tenían solo una o dos páginas.
-Algunos dicen que basta cambiarle un punto a un poema para quitarle el sentido. ¿Cuáles fueron sus cuidados al momento de seleccionar piezas tan antiguas y trasladarlas a este libro sin terminar alterándolas?
Ese es otro trabajo en sí. A veces corregir un texto nuevo es más sencillo. Transcribir una pieza antigua es algo bastante complejo porque es como tomarle una foto. Una mayúscula le cambia todo el sentido a una obra. He sido muy cuidadoso, traté de que los duendes de las lecturas no se me acerquen y me roben una letra o un punto. Y esto con el apoyo de Felipe Aburto, editor del FCE, quien es una persona muy rigurosa y atenta al momento de hacer el cotejo.
-¿Por qué Gamaliel Churata está tan presente en “Sitio de la Tierra”?
Él fue un pensador de enorme estatura. Recién el mundo está empezando a explorar su obra. En otros países como Italia, Argentina o México ya hubo exploraciones sobre sus trabajos. Creo que él está en la estatura filosófica de José Carlos Mariátegui. Su libro “El pez de oro” es tremendo. Basta asumir el desafío de entrar a él y uno verá cómo sale lleno de sonidos, turbaciones y preguntas. Churata es una figura realmente capital. Antes ya lo había estudiado para mi tesis doctoral, entonces por ahí viene este diálogo con él.
-La mayoría de los autores que están en la sección poesía han sido en parte olvidados por la crítica, sin embargo, también usted ha incluido a César Vallejo, un autor célebre a nivel mundial. ¿Por qué?
¿Cómo hacer una antología del 20, del 30 y del vanguardismo sin Vallejo? Él era imprescindible. Esto me llevó a poner estos poemas suyos. ¿Cómo obviar a “Telúrica y magnética” o al “Terceto Autóctono”? Esos poemas que dan cuenta de nuestro ocllo, como diría Arguedas, de lo profundo, de la raíz. Y que son elaborados con trabajo estético. Es imposible que el mundo obvie a César Vallejo.
-Su libro tiene más de 300 páginas y han impreso 1300 ejemplares. Es ambicioso este proyecto. ¿A qué público está dirigida esta publicación y cuál es la mayor satisfacción que le ha generado?
Para mí esto significa una enorme emoción porque cuando uno va avanzando en la lectura encuentra libros, poemas y piensa: ¿si yo he gozado tanto con estos textos, por qué otros no tienen el derecho a lo mismo? Por ejemplo, reeditar “Falo” o “Puna”, ¿cuánto costaría? Mi esperanza es que estos poemas puedan llegar a los colegios, a los universitarios y a los lectores del mundo. Por eso agradezco al FCE por permitir que estos poemas reanuden su camino y tras ellos el lector vuelva para buscar los libros. Esa es una satisfacción grande que tenemos los que provenimos del mundo andino. No solo porque sean autores nuestros sino también por el valor de su obra.