La magia del sueño, Otra hoja más, Esperanza, La obsesión del demonio, Solo sé que estaba muerto, Ella siempre está conmigo, entre otros más...
Queridos lectores y lectores. Continuamos con la publicaciones de los cuentos enviados por ustedes. Aquí algunos títulos de su creación. La magia del sueño
Los magos tienen la capacidad de hacer de la ilusión, un arte. Pueden bandear pañuelos de gasa de colores frente a tus ojos y desaparecer con la mayor de las sutilezas aguardando en aquel sombrero de copa hasta que nuevamente alguien en el escenario, dentro del público, se decida a soñar con lo que quiere ver.
Mi padre siempre me dijo que uno puede hacer magia. Cuando lograr robarle una sonrisa a un rostro sin vida; cuando estás en una actuación frente a todo el colegio y hasta hace unos segundos los asientos donde van tus papás están vacíos. De pronto te aplauden pero lograr oír palmas especiales, palmas de amor que retumban por todo el auditorio. Son las cuatro palmas de tus padres y ellos no saben aún la magia que acaban de hacer al estar ahí junto a ti. Cuando te vas de viaje y crees que nadie irá a despedirte y de pronto aparecen los amigos invisibles, aquellos que no siempre los ves pero que siempre están ahí para apoyar… la magia del último abrazo de despedida llena de buena vibra para que te dure en todo el viaje.
Aquella llantos tiernos que escuchas al otro lado de una ventana llena de ángeles, pero hay uno que sobresale… la magia del nacimiento; el morir también tiene magia , porque sabes que hay una conexión mágica y perpetua que jamás ningún encantamiento puede desintegrar. MAGIA.
Yo suelo soñar despierta a los pies del mar, cuando el sol desciende para descansar. Ese bello color en el cielo. Soñar es lo haces en este momento mientras lees mis líneas. Soñar es imaginar que puedes agarrar el sol entre tus dedos (dime en silencio si alguna vez no lo hiciste), que volverás a ver a esa persona especial, que pronto conseguirás un empleo, que estás completamente enamorado, que lograste tu peso ideal, que te ves más linda que nunca, que ingresaste a estudiar algo que te apasionó siempre, que llegaste a tu cuota anual, que alguien se curó de una enfermedad terminal.
También he sido sueño de alguien. Uno es mi esposo. Soñaba con conocer a un chico que me quitara el aliento cada vez que lo viera, que bebiera vino al compás de trova en un café. Soñaba que fuera capricornio para que se llevara bien conmigo, una virginiana de pura cepa. Quizás el soñó también cuál sería el mejor apodo con el cual llamarme y estoy segura que en sueños mi dulce mamá le susurró al oído desde el cielo, Tita, dile Tita, ya que sólo ella me llamaba así. Y no sólo me mando de mis sueños a un capricorniano puro, sino, magia otra vez, del último día del último mes de año, 31.12.
Mi mamá soñó por primera vez en esa fecha, cuando ella nació.
Soñaba que mi padre me daba un beso en la mejilla y me decía que me quería. Mi padre, no era poco efusivo. Se me cumplió el sueño cuando antes de cerrar sus ojos y viajar a ver a mi mamá,
me dio un beso y me confesó con lágrimas que me quería mucho.
Los deportes que practico: Tae Bo, baile y Sueño.
Quien ya no sueña, ya no tiene alma.
El día que dejé de soñar, dejaré de ver a mi mamá en cada estrella en el firmamento, mi padre no aparecerá como superhéroe en la noche cada vez que me siento en peligro. No habrá besos con príncipes azules, verdes y rojos.
El día que deje de soñar, no veré publicado este cuento lleno de sueños.
Tatiana Rengifo de Galliani
DNI 40173139
Otra hoja más
Otra hoja más y es difícil decirte adiós, intento encontrar la paz por medio de esta carta.
Te quiero, lo sabes y solo deseo que seas feliz en lo que hagas.
Siempre serás mi padre y yo tu hijo, aunque a partir de hoy tomemos caminos distintos.
No te guardo rencor en mi corazón, he intentado hacerlo pero sé que mañana cuando amanezca tú estarás en un lugar donde eres feliz.
Los finales felices sí existen no están solo en los cuentos y creo que este es nuestro final feliz, porque para que algo te duela primero te tiene que importar, no quiero causar melancolía en estas líneas, solo necesito sentirme en paz.
Porque la vida es muy corta, así que hay que aprovecharla, no te preocupes que cuidaré a mi hermana como siempre lo he hecho.
Hagas lo que hagas, se feliz, intenta serlo al menos, porque no sabes cuantos cielos azules podrás ver o cuantas hojas verdes podrás tocar y aunque la mayoría de personas no se tome la molestia de ver la letra pequeña en la vida, yo sí, porque son esos pequeños detalles los que hacen de un instante, ese instante que se queda en nuestra memoria y en el corazón.
La memoria es traicionera cada uno recuerda lo mismo de una manera diferente, yo elegí recordarte como aquel que guio mis pasos de pequeños y aunque lo que hagas ahora tiene pinta de abandono prefiero pensar que confías tanto en mi como para darme las riendas de esta familia.
Si vuelves a ser padre, prioriza las cosas importantes como alguna vez te lo dije, porque las cosas que recordamos son las que nos dejan una sonrisa cuando el día es gris.
Aprende a querer, porque querer no es tan solo fricción bajo sabanas, querer es ponerte en el lugar del otro y sentir su vida como si fuese la tuya.
No recurras a la nostalgia cuando pienses en nosotros, has tomado tu elección y nosotros la nuestra, nadie obligo a nadie, dicen que el tiempo aleja a las personas, yo creo que son ellas mismas las que deciden marcharse.
Cuídate, siempre estarás en mis oraciones, eres mi padre y eso no cambiara por vivir a 10 mil kilómetros de distancia.
Recuérdame así, como el niño que se convirtió en hombre, no te guardo rencor y de corazón deseo que encuentres paz y seas feliz.
Adiós, papá.
Ronald Celiz Yzaciga
458629094
Esperanza
Miraba los retratos sobre la cómoda, eran de mis familiares más cercanos. El abuelo Olinto militar que combatió en la guerra contra Ecuador y el conflicto con Colombia había empezado de soldado raso, llegando al grado de teniente coronel; recordaba el día de su sepelio con la bandera sobre su féretro y la compañía de soldados rindiéndole honores en nombre de la patria, se fue faltándole poco para cumplir los 100 años. Antes había partido la abuela, la añorada mamá Consuelo, de la que todos y el abuelo en especial lloramos su muerte, él más que nadie tanto, que se fue consumiendo y apagando. La fotografía de ella me era especial, aparecíamos juntos el día de mi graduación como bachiller, creo fue en enero de 1991, sí fue en enero el calor del verano ya se encontraba instalado entre nosotros, la mamá Consuelo había sido eso una madre no primera no segunda sino igual que mi verdadera madre, la mamá Matty, cuya imagen retrataba su matrimonio religioso posando junto a la mamá Consuelo imponente a sus 47 años, también aparecía dentro del mismo marco mi tío César a quién desde niño llamaba compadre, el hermano de mi madre era entonces cadete en su último año, seguía los pasos del abuelo Olinto quien no siendo su verdadero padre fue su ejemplo por lo que siguió sus pasos en la vida militar. Había una foto más antigua la de la abuela Matilde, en verdad era la bisabuela a la que había llegado a conocer y que nos dejó el año 84 justo cuando terminaba la secundaria, ese día o mejor dicho el mes previo en que lo paso internada en el hospital hasta partir, mi mamá Consuelo entraba con sus 62 años bien llevados y, salió anciana, guardo un luto riguroso por dos años pero en su corazón por siempre. También estaban las fotos de mi hermana Norka y mis sobrinos y cuñado, todos sonrientes, felices como siempre los he percibido, me encontraba también yo, todavía sin ninguna de las canas que hoy llevo, con saco y corbata posando de lado y medio cuerpo, la única foto que faltaba de mi pequeña familia era la de mi padre, Hugo viejo como le llamaba mi mamá Matty, esto debido a que hacía más de treinta años que se habían separado; así sentado frente a la mesa contemplando todos estos rostros tan entrañables unos más que otros, aquellos a los que hoy ya no podía tocar pero si todavía dirigir mis pensamientos y a veces una que otra palabra me encontraba quieto, inmóvil pero preocupado, en mi mente me decía que todos aquellos rostros tanto de los que hoy faltan como de los que todavía permanecen, todos habían hecho algo de su vida, estudiado, prosperado, trabajado, formado una familia y yo sin embargo a pesar de que aparentemente teniendo una profesión y habiendo pasado por algunos buenos empleos, seguía incompleto, sin mi propia familia y sin… prosperar.
Me levanté y en voz alta dije: ¡Basta!. No me lamentare del infortunio si todavía puedo hacer algo y yo puedo hacer muchas cosas, la esperanza siempre es una amiga que nos acompaña, entonces baje las escaleras abrí la puerta de la calle y mire al cielo, el sol brillaba, como el día de mi graduación y pensé no estaba solo, a mi lado estaban la mamá Consuelo, el papá Olinto, la abuela Matilde y el amor de mi madre Matty, mi hermana Norka y de todos a los que amo. Porque un día alguien mirará una vieja foto mía y tal vez dirá: vivió.
Ricardo Lima
La obsesión del demonio
Eran ya días en que todos los alumnos del quinto año andaban hablando muy alegremente sobre la fiesta de promoción; sin embargo, había alguien en especial que esperaba con más ansias esa fecha, y esa era Emilia Farol, la muchachita de cabellos ondulados que en la hora de recreo solía mirar en silencio a su más grande amor platónico Damian Figueroa. Para ella él lo era todo y lo único que hacía era pensar en su nombre y rostro a toda hora del día, después de todo, siendo una demonio novata tenía que aferrarse a algo terrenal para no perder su “humanidad”, y que mejor forma que enamorándose de un humano común para los simples ojos mortales y espectacular para la jovencita enamorada.
Uno de esos días la tutora entrego a sus alumnos unos papeles que debían ser llenados con los datos de los que participarían en la promoción lo que llamo la atención de Emilia Farol fue una sola cosa y busco a Damian rápidamente con la mirada. “Él será mi pareja de promoción”, pensó mientras sus ojos se llenaban de brillo y al ver que él le dibujaba una sonrisa, sintió que el mundo se detenía. Sin embargo, no todo sería como ella quería y cuando pensó en acercársele para pedirle “el favor”, Vivian Rios, la chica más linda se le adelanto y rio muy plácidamente al lado de Figueroa. “¡Ja! Vivian va a pedirle a Damian que sea su pareja”, gritó un compañero y los ojos de Emilia ya no brillaban por amor y más al comprobar que ambos jóvenes parecían enamorados. Ahora debía hacer algo para que ella se alejara de él, pero no podía acercársele ya que Vivian irradiaba amor puro y un demonio novato no podía romper tal sentimiento, lo cual la frustró tanto que poco a poco su aura se volvió tan oscura que sus compañeros pudieron notarlo y como eran simples mortales, sintieron miedo. Emilia los miro a todos con cierto odio, pero vio con más odio a Vivian Morales, la cual también la miraba, sospechando.
Pidió permiso para ir al baño, vacío a esas horas; ahí se concentró lo más que pudo desprendiendo un aura negra y lúgubre que sirvió para llamar a otro demonio, el cual la ayudaría a resolver sus problemas. “¿Para qué me has llamado?”, dijo el demonio cuando apareció y Emilia le revelo que quería deshacerse de alguien en especial, el demonio bostezo algo aburrido y añadió “Será rápido o lento”, ella lo miro algo confusa en un inicio y después de pensar en lo agradable que sería ver sufrir a Vivian, respondió: “Lento y doloroso”.
A la hora del receso el demonio iba a su lado, pero nadie lo podía ver, entonces Emilia le susurró al oído que quería que Vivian cayera por las escaleras y así fue, todos se aglomeraron para saber que pasaba con la linda muchacha y Farol se acercó lentamente, la miro sin lastima y volvió a susurrar al demonio: “Ahora quiero que al ponerse de pie se quiebre de dolor”, y así lo hizo el demonio, Vivian se paró y sintió que moría. Sin embargo, pudo ver que al lado de Emilia había una rara sombra y gritó pasmada. De repente Damian llegaba muy apurado y tomó a Vivian entre sus brazos, Emilia no supo qué hacer y entró en la desesperación. Sin darse cuenta murmuró en voz baja qué desearía que Damian estuviese muerto y el demonio, “cumplidor”, así lo hizo, rompiendo el alma y sueños de Emilia en mil pedazos y convirtiéndola así en un demonio absoluto, sin rastros de humanidad.
Zulema Pamela Espinosa Mejía
DNI:71835166
Solo sé que estaba muerto
No sé decir con seguridad ni cómo ni cuándo ni porqué, solo sé que estaba muerto. Tal vez un accidente de tránsito, eso suele ser muy común. Hice un esfuerzo inútil por recordar mis últimos momentos de vida. No sé decir tampoco dónde me encontraba, sé que nunca antes había estado allí. Me recibió cortésmente un hombre alto y delgado, inspiraba mucha confianza, su semblante rebozaba de carisma y sus formas eran excesivamente elegantes por donde se miren. Aunque bien sabía yo que era el mismísimo diablo, su cálida presencia no dejaba despejar mis dudas. Me saludó con amabilidad y de esta forma se ganó rápidamente mi amistad. Comenzamos a caminar, me llevaba por un largo túnel, por un sendero que yo seguí a pesar de saber que llegaba directamente a la boca del infierno. No le costó ganarse mi compañerismo y aunque sabía muy bien a donde nos dirigíamos, seguí caminando aunque sentí en el corazón algo de culpa. Nos detuvimos ante un portón de madera, hermoso y deliciosamente tallado, con decorados tan finos como las puertas o los atrios de las iglesias del Cusco o de Ayacucho. Me invitó a pasar, en esos momentos mi cuerpo había dejado de temblar, el miedo se había ido. Entonces crucé lánguidamente el umbral y al entrar en la habitación me encontré con un variado repertorio de botellas de cerveza y un montículo de cajas y cajas de regalo, a esta escena le encontré un enorme parecido a uno de esos cargos patronales a los que se acostumbra a ir en conmemoración de alguna virgen o santo. Me hice mil preguntas a la vez: Qué harían aquí, de dónde vendrían y para qué y quién serían, por citar algunos ejemplos. El diablo se sonrió, como si supiera exactamente lo que pasaba por mi mente, cómo si pudiese leer mis pensamientos. Entonces, me confesó que todas las noches recorría uno a uno los cementerios de la ciudad y que recogía, a su paso, todos aquellos obsequios y demás enseres que los deudos de los difuntos dejaban apesadumbrados en sus nichos. En ese momento se me aclararon varias dudas. Era verdad, al diablo nunca le faltarían ni de los uno ni de lo otro, yo mismo había dejado hace un par de meses una botellita de cerveza en la tumba de mi padre con motivo de recordar su cumpleaños. Quien diría que todos estas ofrendas irían a parar con semejante dueño. De todos modos, quien me hizo creer a mí que estos mismos llegarían indefectiblemente a manos de los que en paz descansen. El diablo sonrió nuevamente, que cálida y agraciada era su sonrisa, que lugar tan precioso, que dicha se sentía. De pronto oí el sollozar de una mujer. Me giré con la finalidad de encontrar a la desdichada. No era otra que mi madre sentada al costado de mi tumba. Su llanto inconsolable me recordó la desazón y el dolor que uno siente cuando sabe que no hay solución, cuando uno se da cuenta de que ya no quedan más esfuerzos por hacer; porque a todo se le puede encontrar camino, menos al que te lleva de retorno a la vida después de la muerte. Me sobresalté, fue en ese entonces que desee con todas mis fuerzas volver a la vida, que imploré por una segunda oportunidad, que reconocí que no soportaba verla así. Quedaban cosas por corregir. Abrí los ojos, mi cuerpo yacía sudoroso sobre mi cama y tenía el rostro empapado de lágrimas. Todo había sido un sueño, para mi suerte, de esos del que uno sí se puede despertar.
Lisbet Cáceres Huillca
DNI 70022554
Ella siempre está conmigo
Después de haber bailado y cantado con mi hermana, me acosté, estaba cansada pero feliz, empecé a sentirme nerviosa y un poco agitada, sentí que mi corazón se salía, como si algo me impidiera respirar, no le tomé importancia, pero esa sensación fue en aumento cada segundo más, no pude más, sin preocuparle a mi hermana, decidí levantarme y caminar por mi sala, mi corazón empezó a latir más rápido y con eso me ponía cada vez más nerviosa, fui de prisa a mi cuarto a levantar a mi hermana, – Ayúdame, haz algo. – (le dije temblando). -Ella se levantó rápidamente, asustada y nerviosa me preguntó – ¿Qué pasa?, ¡me estas asustando!.
-¡No puedo respirar!.- Mi hermana no me creía, pero cuando me tocó las manos, estaban heladas, y no dudó más. Se me había bajado la presión. Solo estábamos las dos en casa, mis padres y mis hermanos estaban de viaje, así que ella tenía que buscar la manera para salir de esta situación.
Lo único que me pasaba por la mente era la muerte, pensaba que podía dejar de respirar en cualquier momento, me imaginaba en una ambulancia. Tenía que encontrar alguna solución, así que le dije que entre a internet y busque qué se hace en estas situaciones. Me eché en el mueble de mi sala con las piernas arriba, me puso un trapo húmedo en mi frente, después de una hora empecé a sentirme mejor, no quería ir a dormir, por temor a que vuelva esas palpitaciones que me hacían temblar.
Al día siguiente, no quería recordarme de lo que había pasado, ya que si lo hacía, me ponía nerviosa. Yo me sentía bien, así que decidí ir al cine con mi hermana. A mitad de película empecé a sentir escalofríos, se lo hice saber a mi hermana. Pensé que se me pasaría, yo trataba de no darle importancia; pero mi corazón empezó a palpitar con más intensidad, le dije a mi hermana para retirarnos de la sala.
Salimos en busca de ayuda, no sabíamos qué hacer. Optamos por el centro médico de mi universidad ya que estábamos cerca. Mientras caminábamos, las palpitaciones se tornaban lentas, en un ritmo casi normal. Le expliqué al doctor lo sucedido, me dijo que probablemente sea problemas con mis glándulas de tiroides, y que necesitaba hacerme algunos exámenes para descartarlo.
En el transcurso del viaje, sentía un nudo en mi garganta, pero no era de esos que te dan cuando te resistes a llorar, sino uno como si alguien te estuviera ahorcando, me preguntaba si eso tendría que ver con mis palpitaciones, estaba llena de dudas.
Cuando llegamos a casa, mi familia ya estaba allí, les contamos por lo que habíamos pasado mi hermana y yo, se preocuparon y decidieron llevarme al doctor esa misma noche, yo solamente quería saber qué era exactamente lo que tenía, no podía estar ningún día más con el temor de que en cualquier momento regrese las palpitaciones.
Me llevaron a un policlínico cerca por donde vivo, el doctor me dijo que estaba bien, que no tenía nada, pero que me veía aturdida y taciturna, que lo que necesitaba era un psicólogo. Yo no podía creerlo, me sentí un poco aliviada, pero a la vez preocupada por si el ataque volvía.
Yo no creí en la palabra del doctor así que acudí a otro doctor y me dijo que lo que tuve fue un cuadro de ansiedad, me recetó pastillas. Ahora cada vez que voy al cine mi hermana se percata en mi comportamiento y de mi temperatura. Felizmente de alguna manera ella siempre está conmigo.
Helen Pacheco Vilcapuma.
Claro: 986375479
En blanco
Antes de que se vayan, y nos veamos de aquí hasta cuándo, les voy a contar una historia bien extraña. Pero siéntense para comenzar. Resulta que una vez a un escritor, ya de muchos años y prestigio, lo invitan a ser parte del jurado de un concurso de cuentos, y este acepta, no por amor al arte, sino porque le ofrecen una buena cantidad de dinero. Sucede que este señor detestaba ser jurado de concursos, ya que siempre que leía los cuentos estos tenían solo dos temáticas comunes: o eran demasiado regionalistas, de esos que escriben sin aires de universalidad, de los que creen que porque hablan de tradiciones la gente va a cambiar y va amar más a su patria; o de los que eran muy burdos, burdos en el sentido de que no valían la pena, muy simples o eran copias de generaciones anteriores, nada nuevo. Pero ve el cheque, acepta y ya. Los que organizaban el concurso le dieron total libertad; es más, lo nombran presidente del jurado, como para que no haya problemas, porque los demás eran muy jóvenes y esas cosas. En fin, cierran el plazo de la convocatoria, recogen los cuentos y se los entregan a todos los del jurado para que lean, porque tenían, creo, como dos meses para dar el veredicto final, y luego de dos semanas venía la premiación, y todo lo demás. Entonces, el escritor empieza con la carnicería: lee uno y lo deja a la mitad porque no merece gastar vista; viene otro y resulta más aburrido; otros parecían escritos por niños de jardín; otros eran muy sufridos, misma telenovela mexicana; y así estuvo como un mes y medio, sin nada, hasta que le llega un cuento de una sola página. El escritor mira el cuento, lo inspecciona, se ríe, porque, creo, que el máximo de hojas era diez, y se pone a leer. Fueron los cinco minutos más intensos de su vida: el cuento era perfecto, genial, tenía una contextura exacta, sin ninguna palabra de más o de menos. El escritor se levanta y les dice a los demás miembros que ya había ganador, que estaba demás seguir leyendo. Pero si faltan como treinta cuentos, le dijeron los más jóvenes, pero él les dice que no, que ya era suficiente. Sin saber cómo, pero terminó convenciendo a los demás, tanto así que empezaron a vanagloriar el cuento de una página. Sí pues, te imaginas, una sola página. Llega el día de dar los nombres de los ganadores. Se juntan todos en una casona antigua: el jurado, la prensa, el notario y alguno que otro chismoso. Después de mandarse con un discursazo de casi media hora, llega el momento de abrir los sobres, tanto del ganador como de las menciones honrosas. El escritor es el encargado de hacerlo. Primero dan las menciones, sin mucha palabra, algo demasiado escueto. Luego viene el ganador. El escritor abre el sobre, no sin antes exaltar las cualidades del cuento. Se llena de silencio la sala, se va abriendo poco a poco el lugar donde están los datos. Fuera de este, ojo, solo se lee un seudónimo que dice “Sin nombre”. Misma película de suspenso, todos los presentes están a la expectativa de saber quién es el ganador. El escritor saca la hoja de datos y su rostro cambia. Los presentes ven que se queda perplejo mirando el papel y, antes de dejarla caer, sale como perdido del estrado. Los demás miembros del jurado, luego de que la calma volviese a la ceremonia, dijeron con sorpresa que la hoja de datos estaba en blanco.
Oscar E. Chumpisuca Ramirez
DNI 42657905
La leyenda de los guerreros Pururauca
Los guerreros Pururauca, celosos guardianes de las más excelsas virtudes de los hombres, recordaran por siempre en sus cantares la valentía y el arrojo del joven príncipe Cusi. Los guerreros Pururauca, aliados invisibles del coraje y del amor a la tierra, pronunciaran con fervor los sagrados ritos del Oráculo de las hojas de coca.
Dicen que el príncipe Cusi al mando de su Guardia Imperial, soldados incas de elite, se lanzó al ataque temerariamente, contra el grueso de las fuerzas del ejército Chanca, partiendo en dos las líneas enemigas, controlando el avance de los invasores, pero sin poder rechazarlo por completo. Los guerreros Chanca, de carácter indómito y aguerrido, resistieron fieramente por algunas horas, vendiendo muy caras sus vidas. Arroyos de sangre formaban pequeños riachuelos. El manto de la muerte cubría el campo de batalla. Debido a la desproporcionada superioridad numérica del ejército Chanca, la balanza de la victoria empezó a inclinarse a su favor. Fue en ese momento cuando el Sumo Sacerdote del Templo de los Guerreros del Sol, decide intervenir, colocando porras y lanzas en las piedras apostadas alrededor de las colinas que rodeaban el valle frente a la fortaleza de Sacsayhuaman. Es entonces que la leyenda toma forma y las piedras conmovidas por el espíritu indomable del joven príncipe Cusi y su ejército, adquieren forma humana, convirtiéndose en indestructibles guerreros de piedra aplastando todo a su paso. Antes de la batalla el ejército Inca había cavado fosas cubiertas de ramas y tierra en los alrededores de la ciudad Imperial del Cuzco, en las cuales caían atrapados inevitablemente en su retirada los restos vencidos del ejército invasor. El príncipe, al verse apoyado por estos fabulosos guerreros, se apodera de Uscovilca, protector sagrado de los invasores, derribando con sorprendente agilidad y destreza a los guardianes de este, sellando así la victoria del ejercito Inca sobre el invasor enemigo. No hubo piedad, no hubo prisioneros, solo los cuerpos destrozados de los caídos en combate, en contraste con el júbilo y la alegría de aquellos que podrán retornar a los suyos. A su regreso a la ciudad Imperial del Cuzco, el príncipe Cusi y su ejército fue recibido con gratitud y algarabía y fue llamado desde entonces, Inka Pachacutec Tupac Cusi Yupanqui, “El Hijo del Sol que transforma la tierra”.
Los guerreros Pururauca, soberanos en las artes milenarias de las guerras, vigilarán por siempre la tierra de los hijos del Imperio del Sol. Los guerreros Pururauca, titanes forjados en las brasas candentes de las profundidades de la madre tierra, recordaran por siempre en sus cantares la valentía y el arrojo del joven príncipe Cusi.
Marco Antonio Castillo Quintanilla
DNI 10042903
Volver a nacer
Era un día hermoso aquel domingo de julio en la bella ciudad de Iquitos. Mis compañeros y yo, quienes éramos todos nacidos en Lima, habíamos iniciado hace un par de meses nuestras actividades laborales en la torre de control del aeropuerto de dicha ciudad.
Como no éramos originarios de la selva, una de nuestras principales dificultades era orientarnos cuando las pequeñas aeronaves nos reportaban sus posiciones, basadas en puntos geográficos conocidos por ellos, pero desconocidos por nosotros.
Conociendo esta dificultad, ese esplendoroso día domingo, nuestro amigo Mario nos invitó a hacer un vuelo de reconocimiento de la zona, en una avioneta modelo Cessna, que el pilotaba cuando así lo requería una empresa de la zona, para la que él trabajaba.
Todos nosotros vivíamos en el mismo aeropuerto y como los días domingo no había muchos vuelos, nos entusiasmó la idea de hacer este vuelo, que para la mayoría era nuestra primera experiencia y que además nos permitiría ubicar desde el cielo los lugares geográficos que se nos hacía difícil reconocer desde la torre de control.
Fui a nuestra casa a avisar a todos los que allí se encontraban acerca de la oferta de Mario. Algunos se animaron inmediatamente, pero otros estaban descansando y les daba pereza salir a volar con el ardiente sol que brillaba con mucha fuerza ese día.
Danny, el más dormilón de todos, se molestó porque había interrumpido su sueño y Guillermo, a quién conocíamos por el apelativo de “El Muerto”, por ser muy callado, simplemente dijo: “Prefiero quedarme porque esa aeronave se va a caer”.
Al final nos animamos Tino, Ray, Tommy, el “Nazo” Carlos y yo. Cuando subimos a la pequeña avioneta, nos causó sorpresa que no tuviese asientos y Mario nos explicó que estaban en mantenimiento; así que teníamos que agarrarnos bien y estar en cuclillas. El único que estaba bien sentado era Tino, que se ubicó en la parte delantera, al costado del piloto.
Una vez en el aire, apreciamos maravillados la impresionante belleza de la selva peruana y el serpentear del río Amazonas por toda su gran extensión. Mario nos iba indicando los lugares de notificación que nos mencionaban los pilotos, como el río Nanay, la laguna de Quistococha o el pueblo de Padre Isla.
Habíamos volado algo así como 20 minutos y ya era tiempo de volver, así que viramos y nos dirigimos de regreso a nuestro aeropuerto. Sin embargo, unos pocos minutos después, el motor empezó a “toser” y Mario puso cara de preocupación, al igual que todos los que estábamos a bordo.
Al comienzo pensé que tal vez Mario quería asustarnos y jugarnos una broma pesada, pero luego me di cuenta que la cosa iba en serio, cuando él llamó por radio a la torre de control y declaró una emergencia.
En ese momento todos pusimos cara de mucha preocupación y aunque mantuvimos la calma en todo momento, la verdad es que no se pasaba por mi mente que “viviríamos para contarla”.
Se me vino a la mente la historia que nos habían contado, acerca de un avión muchísimo más grande que la avioneta en la que viajábamos, que se cayó en la espesura de la selva amazónica y nunca fue posible encontrarlo. También fue inevitable pensar en la gran pena que le causaría mi muerte a mi familia y a mi novia July, con quién tenía planes para casarnos; así que a pesar de la calma, no me resignaba a morir tan joven.
Mario decidió hacer un aterrizaje forzoso en Padre Isla, ya que en esa época del año el río Amazonas baja su cauce y el lodo que se forma podría amortiguar la gravedad del golpe. Nos dijo que nos pusiéramos en posición de choque, protegiendo nuestras cabezas. De reojo pude apreciar como toda la tierra se nos “venía encima” y en los últimos segundos antes del impacto, algo dentro de mí solo atino a gritar: Nooooooo!!!
Luego solo escuché la voz molesta de Danny, diciéndome: Oye “Cabezón”, ya me tienes harto con tus pesadillas, me voy a caminar, porque no se puede dormir con tranquilidad en esta casa. Me volvió el alma al cuerpo y ese día celebré mucho, por haber vuelto a nacer.
William Mario Aranda Arrese
DNI 0802900
Idealización
“¿Creer o no creer en un hombre?”, esa es la cuestión. A nombre de las millones de mujeres desengañadas escribo estas líneas. El amor real existe, pero es una idealización. Mi conclusión a los 30 años es porque el nadie podría creer que una profesional dejó familia y país en busca de una ilusión que terminó en pesadilla.
Todo empieza cuando en una web dos almas solitarias se conocen: por un lado, una amante de los documentales; por el otro, un caballero de flamante armadura. Meses de contacto, una devoción única diaria en citas vía cámara, conllevaron a un afianzamiento de una ilusión. Dos visitas: una de ella y otra de él para pedirle en matrimonio, bastaron para que ella tomara una decisión: dejar todo por el amor. Al inicio, como se dice que toda escobita barre bien, era una maravilla: paseos, no miramientos para demostrar cariño… pero el Dr. Jekyll se transformó en el Sr. Hyde. La convivencia no era imposible, pero tampoco un nido de rosas. La convivencia en casa de sus padres, aparte de las limitaciones y tener que acostumbrarse a una ciudad, por decirlo menos aburrida y monótona, y a la gastronomía burda de carne y pastas, era complicada. Pasar inviernos a menos dos grados, y veranos a cuarenta grados centígrados, era imposible para el bolsillo del príncipe ya que la princesa sin revalidar título no le iba a rendir los millones que él esperaba. El desgaste de la relación llegó a tal grado que un día la manda a Lima a pasar las vacaciones: “Lleva lo necesario para un mes”. Nadie sospechaba sus bajas intenciones.
Bueno, las vacaciones se volvieron perennes ya que al día siguiente de llegar a Lima, le mandó un email terminando la relación.
Lágrimas, gritos, lamentos, nada pudo ablandar su corazón pese a la actitud cobarde que asumió. El hecho es que, luego del “shock” ya que “su decisión era definitiva”, viene la pregunta… “¿Y mis cosas? Mis vestidos, zapatos, joyas, perfumes, libros, etc. ¿Todo lo llevado de Perú?”
Un silencio sepulcral por parte del ladrón de ilusiones. Así que, como mujer decidida, fui a hacer justicia por mi cuenta: como el pasaje tenía fecha de regreso como un baldazo de agua fría se le cayó en su casa.
Repetir lo que dijo y cómo no quiso que entrara a sacar mis pertenencias, explícitamente que me botara, ya se lo imaginaran. Se apropió de muchas cosas compradas aquí. Pese a que fui con la policía no le amilanó para entregarme un bóxer que le compré usado. Lo más triste es que el príncipe es un doctor en derecho y catedrático universitario.
No se asusten que no hubo escándalo por mi parte, dejé a nuestro país en alto. Me limité a traer lo que me dieron y a empezar de nuevo.
Primero, no es fácil. Hay que tratar de enfocarse en nuevas metas. Segundo, perdonar tampoco es fácil. Las heridas cicatrizan al paso de la tortuga, ya que ni siquiera me explicaron por qué me rompieron el corazón, difamaron y robaron. Decir de que nacionalidad era el sapo venenoso es creo irrelevante, no hay que generalizar ya que muchas personas que vieron este periplo me dieron la mano.
No hay que ser Holmes para deducir quien se quedó con cosas que no eran suyas: su “secretaria” calza y tiene la misma talla que yo.
Amar, entregar sus más nobles sentimientos, no necesariamente paga bien, así como el tiempo invertido en alguien que no te valoró. Por eso en una sala virtual no todo lo que brilla es oro, lo tangible es lo que vale.
Karla Bravo Zavaleta
41003179
Mi amiga Sol
Entre tanta gente alborotada, observé a una jovencita de tez trigueña, llevaba puesto pantalones anchos, un polo multicolores muy corto, cabellera larga, ondeada y negra, estatura mediana; pero lo que más resaltaba de ella, eran sus labios pintados de color rojo pasión. Se encontraba sentada, esperando a que alguien le diga para que se junten. No le presté tanta atención, ya que en la mitad de la clase discutió con una chica, cada una defendía con buenos argumentos su posición, sin embargo su “vocabulario” la ayudó a comérsela con zapatos y todo a la otra.
El profesor nos preguntó a Sharon y a mí, si estábamos completas, negamos su interrogante. Alzó su voz y cuestionó: “¿Quién no tiene grupo?”. La joven de los labios rojos, respondió. – “Yo”. Completé mi agrupación.
“Sol, me llamo”, dijo con una sonrisa enorme, Sharon y yo nos presentamos. Nos paramos frente al pizarrón para escoger nuestro tema. Inmediatamente sentí que mi hombro izquierdo cayera con tanta fuerza. Sol se colgó de nosotras “para entrar en confianza”.
Le gustaba cantar hip hop, ese era su onda. Y a primera vista, era idéntica a Amy Winehouse. ¡Qué hermoso cantaba!
Para ser sincera, nuestro trabajo, estaba hecho un asco. No hicimos casi nada, desaprobamos el curso. La culpa se la echaríamos a Sol, era culpa de ella y sus irresponsabilidades.
Como era de esperarlo, lo llevé el siguiente ciclo de nuevo. ¡Qué aburrido! Felizmente me tocó una profesora tan linda; lamentablemente, Sol también estaba conmigo.
Sharito me llamó: “La mamá de Sol ha fallecido”. Sacamos conclusiones, por eso que paraba media rara en clases.
La vi y me dijo: “Lo siento, mi mamá murió y… son cosas que pasan, estoy bien, con ganas de estudiar, por favor tienes que aceptarme contigo”. Le creí.
Un día, Sol llegó y como de costumbre se sentó detrás mío. Volteé para saludarla y estaba cabizbaja. La moví, se levantó y comenzó a reírse; sus ojos rojos la delataron. Además no soporté ese “turrón”. Consumía hierba.
La semana siguiente, encontré a Sol nuevamente en un último asiento. Me senté a su lado, preguntándole que pasaba. Me lo contó:
“Me están buscando”- comenzó. “Si te contara por qué, te sorprenderías, yo vengo de una familia bien fea, ¿Sabes porque murió mi mamá?” – Sí, estaba enferma. “No, Mayra. Tengo un hermano que está preso. Mi mamá murió baleada, por ajustes de cuenta, culpa de mi hermano. Mi mamá antes estaba metida en eso, pero salió hace años, se entregó a Cristo, obligada tenía que estar también ahí. Pero yo quiero cambiar, yo quiero salir adelante, estudiar. Ahora me están buscando ¿Has leído las noticias? Mi hermano mandó a matar al papá de quien asesinó a mi mamá. Tengo que irme de aquí, no puedo estar aquí. A mi papá hace poco que le rozó una bala, si le pasa algo a él, me muero. Tengo que irme. Además tengo un chico muy lindo a mi lado, Els, lo amo, estoy enamorada, algún día lo sabrá, mejor que se entere por mí, que por los diarios y me vea muerta. Gracias por escucharme, tenía que desahogarme”.
Me quedé lela. “Busca lo mejor para ti y aléjate de esas cosas, que te vaya bien, te extrañaré”. Era buena persona, sólo que nació con la familia equivocada.
Comenzó el ciclo, por el Facebook chat me dijo que estaba estudiando por las noches. Me soltó una noticia:
- “Voy a ser mamá, felicítame”. Me quedé tonta. No la felicité, al contrario le hice varias preguntas. “¿Hace cuánto que no consumes?”. Hace tres días. Te juro que jamás lo haré. “¿Has ido a tu control?”. No. “¿Crees que puedes hacerlo?”. Le dije que no creía que estaba preparada y comencé a escribirle todas las cosas que haría, qué pensaría, que necesitaría. La última pregunta fue. “¿Louis, lo sabe?”. No, ni se lo pienso decir. Todo estaba mal entre ellos.
Hable con Dios: ¿Qué va a ser de ese bebé? ¿La marihuana afectará su organismo? Ojalá la suerte la acompañe y que no lo haga, por favor. ¿Podrá salir adelante sola? ¿Por qué su mamá no está con ella en estos momentos? ¿Por qué Sol? ¿Por qué el bebé? ¿Por qué?
Mayra Ángela Bravo Rojas
DNI 70506609