Misterio
Por Cirilo Rodríguez Castellares
Nadie sabía quién era, de dónde venía, ni cómo se llamaba, porque desde el primer día que llegó al pueblo de Huaquicha, ubicado en la parte alta del distrito de San Gerónimo de Surco, no hablaba con nadie y prácticamente se alojó y vivía en el cementerio de donde casi no salía y las pocas veces que lo hacía era para darse una vuelta por el pueblo mirando de reojo para todos lados cómo si buscara a alguien, tampoco se le vio comer o tomar alimento alguno cómo tampoco se le vio comprar víveres para que pudiera cocinar; prácticamente no comía, ni bebía nada, esta extraña actitud del forastero tenía alarmada y asustada a toda la población, que entre sus desesperadas y preocupadas conversaciones se preguntaban ¿Quién será este hombre que se ha metido en nuestro cementerio? ¿Por qué sólo nos mira y sonríe cuando le decimos que se vaya? ¿Cómo puede vivir sin comer, ni beber nada? ¿No se estará comiendo a nuestros muertitos?, esta última pregunta dio origen al nombre de “Loco come muerto” que alguien del lugar le puso y desde entonces todos lo conocían por este nombre.
Como el tiempo pasaba y pasaba, la población, con excepción de doña Agustina, se fue acostumbrando a las raras costumbres del loco y fue precisamente doña Agustina quien dio la voz de alarma, diciendo: ¡Es la muerte! ¡Es la mismísima parca disfrazada de loco! yo la he observado bien y acabo de descubrir que ella es la causante de todas las últimas muertes. El loco primero escoge a su víctima, luego se va a esperarla al lugar por donde sabe que pasará la persona escogida y una vez que la tiene cerca la señala con su dedo índice y le dice” tú eres la elegida” y se retira con toda tranquilidad; horas después o al día siguiente esta persona muere ¿Se recuerdan de esa señora que vino la semana pasada y el loco le dijo “ eres la elegida”? Ustedes saben que al otro día la señora amaneció muerta en el hotel donde se alojaba, hoy en la mañana vi al alcalde que conversaba con el Loco come muerto y antes de venir aquí fui a verlo y ahora el alcalde está muerto.
A partir de ese momento quienes veían venir al loco se persignaban y lo más rápido posible que podían cruzaban a la vereda del frente, emprendían veloz carrera o se regresaban por donde habían venido porque llegaron a pensar que si el loco pasaba cerca a uno de ellos era fijo que moría, pero lo que más conmocionó a la población fue cuando un desconocido llegó al pueblo y se encontró con el loco. Ambos se estrecharon las manos como si fueran viejos conocidos y charlaron un rato luego. El loco se retiró sonriendo y el visitante entró al restaurante y pidió un caldo de gallina y cuando el mozo le traía su pedido, este dando un grito soltó el plato con el caldo que se estrelló en el piso y salió despavorido a la calle, pidiendo auxilio. Los demás comensales sorprendidos y asustados se pararon y corrieron a ver qué era lo que había pasado en el apartado en donde estaba el señor solo; todos incluido algunos transeúntes que lograron ingresar se quedaron sorprendidos y estáticos al ver a un hombre muerto, sentado en la silla con el tórax bien erecto, con los ojos abiertos, y aún por sus tensas mejillas resbalaban algunas lágrimas. Del “Loco come muerto“ nunca más se supo nada.