Un blando hombre de hierro
Hace unos cuatro años, cuando se anunció la elección de Robert Downey Jr. como Tony Stark o Ironman, como prefieran llamarlo, recuerdo que me pareció una acertada decisión. Las similitudes entre el actor estadounidense y el superhéroe inventor saltaban a la vista: ambos famosos mujeriegos con problemas de alcohol y con un ego a prueba de balas. Tomando en consideración los grandes dotes actorales de Downey pensé que la primera incursión de la Marvel como estudio cinematográfico iba a buscar realizar una película de una calidad similar a “Batman Begins” que le hiciera la competencia a su secuela “The Dark Knight”. Sin embargo, me equivoqué.
Tal como se esperaba, la cinta dirigida por John Favreau prefirió utilizar el origen más actual del superhéroe para acercarlo al público más joven. Tal como en “Extremis”, Stark se transforma en Ironman tras ser capturado por unos terroristas afganos que le colocaron una bomba en el pecho. El inventor logra escapar de sus captores tras construir una armadura de hierro que lo mantiene con vida gracias a la colaboración de otro cautivo el Dr. Yinsen. Dicha experiencia lo hace cambiar de vida y reconocer el problema de la proliferación de armas. Pero hasta allí llegan las similitudes con Extremis.
La Marvel, como después lo hizo con Hulk y antes con Spiderman, prefirió concentrarse en los aspectos más marketeros del personaje resaltando la acción vertiginosa y el humor en desmedro de los ángulos más psicológicos del personaje del cómic. Siguiendo esa línea Downey Jr. se la pasa lanzando cohetes y gastándole bromas a su fiel compañero James Rhodes (Terrence Howard) para detener a sus rivales primero afganos y después estadounidenses. El problema de alcohol de Stark es esbozado muy a la ligera y prácticamente no representa un conflicto en su vida.
Asimismo, las relaciones personales del millonario también cambian. A medida que avanza la película, la condición de playboy de Stark va quedando de lado por el descubrimiento del amor que siente por su asistente Virginia ‘Pepper’ Potts (Gwyneth Paltrow). Un cambio en la biografía del personaje que le quita mucha profundidad ya que en el cómic esa relación es mucho más platónica y alcanza la plenitud en contados pasajes.
Obviamente que todos esos cambios tenían como objetivo alcanzar una audiencia más juvenil y familiar ya que probablemente la Marvel no consideró aceptable presentar a un superhéroe alcohólico y mujeriego. Y esa presentación le trajo réditos importantes ya que Ironman fue un gran éxito de taquilla en el 2008 y Downey Jr. logró por fin lavarse la cara y ser aceptado por el público juvenil que no lo conocía porque sus problemas de alcohol lo alejaron mucho tiempo de las pantallas. Además, buena parte de la prensa consideró a la película como una “buena cinta de superhéroes”.
Pero veamos un mes después llegó a las pantallas “The Dark Knight” que sin necesidad de dejar de lado el aspecto psicológico y transformarse en una película juvenil superó en taquilla a “Ironman” y logró que Heath Ledger ganará el Óscar en la categoría “Mejor Actor de Reparto”. Además, como bien dice mi amigo Sergio, la cinta del murciélago pasó el tamiz de “película de superhéroes” a “buena película” a secas. Al final el inventor, playboy y millonario de la DC le mostró el camino al inventor, playboy y millonario de la Marvel. Y sin ningún final feliz de por medio.
En julio estrenan la secuela de Ironman con un cast que incluye a Don Cheadle (War Machine), Scarlett Johansson (Black Widow) y Mickie Rourke (Whiplash)
Pregunta de la semana: ¿Te gustó Ironman?¿Qué esperas de la secuela?