Una adaptación sin pecados
Es difícil no sentirse atraído por un proyecto que incluya el nombre de Frank Miller. Desde sus épocas de dibujante, pasando por la de guionista de cómics y de películas y ahora que ha llegado a convertirse en director de cine, ha presentado trabajos de calidad que han sido aplaudidos por la crítica y el público en general. La adaptación de su obra maestra, “Sin City”, es la que hizo que su nombre fuera más conocido por las grandes audiencias. Aunque hablar de adaptación es decir mucho, la verdad.
Cuando Robert Rodríguez inició el proyecto “Sin City” la tenía clara. Más que adaptación propiamente dicha lo que iba a hacer era plasmar el cómic, viñeta por viñeta, en el ecran. Las páginas se transformaban en story board y los diálogos iban a ser bastante similares. Por esa razón es que el director tejano decide compartir el crédito de realizador con el creador de historietas en la cinta, hecho que lo obligó a renunciar a la asociación de directores norteamericanos.
Es así que en el 2005 llegó a la pantalla grande toda la estética noir que había planteado Miller en su colección de siete historias. La combinación de lluvia y oscuridad de la Ciudad del Pecado se traslada al blanco y negro surrealista del cine. Los antihéroes, los detectives, los criminales y las mujeres fatales recogen la herencia que Bogart y Marlowe dejaron décadas atrás.
Tres novelas gráficas y un relato corto fueron escogidos por la dupla Rodríguez-Miller para darle vida a “Sin City”. Y para cada historia buscaron a un actor de peso para interpretar a los protagonistas de cada episodio. Josh Harnett se transformó en El Hombre (“The Customer is always right”), Mickey Rourke en Marv (“A Hard Goobye”), Clive Owen en Dwight (“The Big Fat Kill) y Bruce Willis en Hartigan (“That Yellow Bastard”). Todos cumplieron, aunque algunos más que otros, y las actuaciones de Owen y Rourke son realmente brillantes.También cuentan con muchos secundarios que supieron darle la variedad necesaria al complicada ciudad del pecado.
Otra similitud entre el cómic y la cinta, aunque en realidad solo es usado por Miller en “That yellow bastard”, es el uso de colores para representar algunas características de los personajes. Dentro de ese universo blanco y negro se diferencian elementos como el cuerpo amarillo de Junior (Nick Stahl), el violador de niños que tiene un cuerpo enfermizo y deforme tras haber quedado herido en sus genitales por Hartigan. El amarillo y el rojo también son usados en el episodio “A Hard Goodbye” para representar la belleza de Goldie (Jaime King) y la pasión que despierta en Marv. Asimismo, pueden observarse el uso del rojo en las zapatillas y el auto de Dwight, el azul en los ojos de Beckie (Alexis Bledel) y el rojo y el verde en el vestido y los ojos de La Cliente (Marley Shelton).
Para mí Rodríguez cumple a la hora de trasladar al cine a la ciudad creada por Miller. El experimentado director no comete ningún pecado en su retrato de BaSin City. Con esa recreación, el creador de “El Mariachi” se gana el cielo, aunque claro que hay que aceptar que hizo un trato con el mismo diablo llamado Frank Miller.
p.d. Quentin Tarantino dirige de forma magistral una escena de la cinta
Pregunta de la semana: ¿Te gustó la adaptación de Sin City? ¿Qué capítulo te pareció mejor hecho?