El origen, una catarsis que no es fallida
Este es un blog de cómics pero me tomaré una licencia ya que Inception (El origen) es una obra de Christopher Nolan, el responsable de la redención de Batman en la pantalla grande, y porque se ha creado un cómic a partir de la cinta. Además quiero realizar un sano debate con el colega Rodrigo Bedoya quién señala que es una cinta fallida. Aquí argumentaremos lo contrario.
Nolan ha forjado su carrera a través de la creación de thrillers en los cuales se busca explorar una sensación o tara psicológica que afecta al protagonista de la cinta. Por ejemplo, en “Memento” tenemos al personaje de Leonard (Guy Pearce) que ha perdido la memoria producto de una acontecimiento traumático. Lo mismo ocurre en “Insomnia”, donde el detective Will Dormar (Al Pacino) ha perdido la capacidad de dormir debido a una culpa que lo atraviesa. En “Batman Begins” el miedo es el motor que lleva a Bruce Wayne (Christian Bale) a transformarse en Batman y a usar esa sensación para cumplir con su labor de protector de Gotham City. Luego en “The Prestige” el tema es la obsesión y en “The Dark Knight”, el caos.
Con esos precedentes el director británico nos presenta este año “Inception”, una cinta que no se aleja de la línea que ha establecido. En ella, Cobb (Leonardo Di Caprio) es un ladrón de información que se inserta en el mundo de los sueños de sus víctimas para quitarles sus secretos más preciados. Este personaje es además un fugitivo de la justicia ya que se le culpa del asesinato de su esposa Mal (Marion Cotillard). Sin embargo, una de sus víctimas, Saito (Ken Watanabe), le ofrece la redención a cambio de que realice una última misión: insertarle una idea a una persona.
Bajo esa premisa parece que no hay nada nuevo bajo el sol, Parecen aseguradas las persecuciones, balaceras e intrigas propias de las anteriores cintas de Nolan. Sin embargo, aquí veremos que el director nos va a presentar un universo de sueños que hay que observar con detenimiento para poder entenderlo. ¿Es ese el error o el acierto de la cinta? Para mí es el acierto.
Como ya hemos señalado, Nolan siempre ha buscado en sus cintas explorar una sensación o tara psicológica, y en cada una de ellas ha buscado que el protagonista la enfrente para alcanzar así la redención. Si se tiene en cuenta que en la mayoría de los casos el personaje se enfrenta a un síndrome psicológico, ¿cuál puede ser la única manera de superar un problema de ese tipo?: la catarsis. Es en “Inception” donde ese proceso psicoanalítico busca ser más evidente, aunque disfrazado del artificio del mundo de los sueños. ¿Qué son estos ladrones más que psicoanalistas que buscan penetrar en los más profundos secretos de sus pacientes (en este caso, víctimas)? ¿No indica la teoría psicoanalítica que todos somos víctimas de la implantación de una idea por parte de nuestros progenitores (el Nombre del padre) y que marca nuestro camino en el mundo tal como sucede con el empresario Robert Fischer (Cillian Murphy)?
Veremos entonces cómo Cobb desde el inicio y hasta el final de la cinta se la pasa hablando y explicando a sus víctimas (primero con Saito y luego con Fischer) y a algunos de sus colegas (Ariadne, Ellen Page) el proceso por el que están pasando. ¿Es ese un error? Yo creo que no, ya que lo que vemos una alegoría al papel del psicoanalista que tiene que valerse de la palabra para poder lograr sacar a la superficie los pensamientos ocultos que torturan al paciente.
En la cinta entonces podríamos argumentar que Cobb sería el psicoanalista y Fischer el paciente y que es gracias a esa operación en el mundo de los sueños que el millonario logra la catarsis necesaria para poder dejar atrás sus complejos. O también podríamos decir que en realidad Cobb es el verdadero paciente que está pasando por el proceso catártico para librarse de la culpa que arrastra por la muerte de su esposa. Pero creemos que Nolan va más allá.
Las tragedias griegas lograban causar la catarsis entre los espectadores de las polis, que al identificarse con los personajes de la historia lograban expulsar sus propios demonios. Años después, los psicoanalistas freudianos acogieron la idea de la catarsis para lidiar con los síntomas de sus pacientes. Ahora los pacientes terminamos siendo los espectadores que acudimos a ver “Inception”. Somos nosotros los que pasamos por la terapia de Nolan.
La gran cadena de explicaciones, el despliegue de cámaras lentas y la música son las herramientas que el director británico usa para llevar al espectador a llegar a la catarsis y a inspeccionar si es que también ha sido objeto de una ‘inception’, de cuestionarse hasta al final aceptar como Cobb que es necesario librarse de ese peso que tiene en su interior.
Nolan no explica ese proceso, nos endulza presentándonos un mundo de fantasía, como el de los sueños, para que el proceso psicoanalítico pueda pasar suavemente. Ese proceso demostrativo nos está guiando sin darnos cuenta a la catarsis, ya que tiene un trasfondo que permite la identificación con Cobb y sus culpas. No nos reconocemos con ese ladrón de sueños, pero Nolan nos inserta la idea de dejar que las culpas no nos atormenten más. Cobb es el héroe como el de las tragedias griegas que pasa por la desventura que nosotros no somos capaces de aceptar.
Que el espectador salga sintiendo que ha dejado algo al final de la película es el gran triunfo de Nolan. Significa que ha logrado liberar al escuchar esa serie de discursos, que el uso de la palabra no fue en vano. Esa catarsis impide decir que es una película fallida. El psicoanálisis ha funcionado. De nuevo.