Estatuas hiperrealistas: los cómics (y más) cobran vida
El primero que te recibe por todo lo alto es Iron Man. Y no es un decir. En realidad está allí, la estatua del icónico personaje de Marvel suspendida por encima de las cabezas. Su presencia es intimidante, pero no no no, no es una amenaza, faltaba más, sino que pareciera que está a punto de aterrizar y darte la mano. “Hey, qué tal, soy Tony Stark, ¿y tú?”. Y al otro extremo del salón, en singular simetría, advertimos los colores y la figura de Spiderman. Y en medio, metros de metros por delante, una variopinta junta de réplicas a escala humana (y no humana) de personajes de DC (Superman, Batman, Joker…), de Star Wars (Yoda, Obi Wan…), de películas de acción (Stallone, Van Damme…) y más. Bastantes más.
Una veintena de estatuas hiperrealistas que permanecen inmutables al sopor y calor que ataca la ciudad, y que se han convertido en los acompañantes ideales para los selfies y las fotos grupales que adultos y niños se toman. Pose de malo, pose de amigo, pose de complicidad, pose de qué diablos hago aquí, pose de qué miedo me da este tipo aquí al lado… Para todos los gustos y edades, porque mientras estoy allí conversando con Walter Huamán, ingeniero y padre putativo de todas estas criaturas, delante mío se entrecruzan parejas de enamorados, familias enteras, amigos, frikis y niños que miran cómo sus papás se olvidan por un momento de ellos porque han vuelto a ser púberes otra vez.
“Queremos darles la mayor realidad y calidad posible a los clientes. Hace diez años incursionamos en esto y ya hemos tenido exhibiciones en la Comic Con de Nueva York, en el Instituto Ayrton Senna de Sao Paulo, en México también”, cuenta Walter Huamán, cabeza de Walt Wizard Designs, la empresa a cargo de la construcción y el diseño de estas estatuas hiperrealistas basadas en personajes arraigados en el gusto popular que se exhiben actualmente en el Parque de la Amistad en Surco.
Usando silicona de grado médico -para darle más realismo a las estatuas y mejorar su apariencia-, y con la comparsa profesional de escultores, sastres, pintores, museógrafos, etc., se trabaja cada estructura ósea, se moldean las partes del cuerpo que estarán visibles, se buscan los accesorios adecuados y, tras unos cuatro a seis meses, se obtiene cada una de estas estatuas. Y luego se les da un último toque de realismo avejentándolas, ensuciándolas un poco para que no luzcan salidas de fábrica sino más bien que parezcan que respiran, sudan y quisieran decirnos algo.
“Empecé con Sylvester Stallone, todo lo que era de Rocky: la casaca, los shorts, la toalla que usa para entrenar, las zapatillas All Starr… Si no consigo los aditamentos originales de la época, hacemos réplicas. Soy fan de las películas de los 80 y por eso seguí con Van Damme, Bruce Lee en Operación Dragón… Ahora estamos pensando en trabajar más personajes de Star Wars, en mayo sacaremos algunas estatuas más relacionadas con la película de Batman v Superman, y también estamos interesados en personajes históricos como Grau, Bolognesi o Santa Rosa”, indica Walter.
Signo inequívoco de nuestros tiempos, el personaje que más entusiasma a los asistentes a la exhibición parece ser el Joker. La interpretación que hizo Heath Ledger con su saco y zapatos sucios, la carta del arlequín en mano, los guantes de cuero, y esa maldad escondida, atrapada en su media sonrisa parecen ser argumentos suficientes para su atractivo. Y la técnica empleada en su elaboración también, añade el ingeniero, quien comenta que es la última estatua que han elaborado. Está recién nacida.
A fines del año pasado se exhibieron seis de estas estatuas en Lima Norte. Ahora son más de 20 en Surco que estarán a la vista hasta mediados de marzo, las entradas no están caras: S/10 y para los surcanos, S/7. Niños menores de 3 años no pagan. Acabada esta puesta en escena, los promotores se tomarán un breve descanso y mudarán sus cosas para un centro comercial en el Callao. Allí prevén incorporar algunas estatuas más (hey, te hablan Bruce Willis)…
Antes de irme veo cómo algunas personas se divierten posando y tomando fotos. Walter me comenta que nunca faltan quienes desean tocar y hasta pellizcar las estatuas. Incluso me cuenta que la imagen de Yoda casi se rompe porque alguien la quiso abrazar y cayó al piso. Por eso ahora una cinta de seguridad trata de mantener cierta distancia entre los visitantes y las imágenes. Una distancia preventiva pero que igual no achica esa sensación de estar ante unos perfectos conocidos de ayer, ahora y siempre.