Elsa, una marca hecha con mucho amor
No es fácil decirle adiós a tu compañera de vida. No es fácil saber que no podrás sostener la mano de la persona que más amas. No debe ser nada fácil no volver a sentir el aroma de la mujer que te trajo al mundo…
Cada vez que estoy angustiada o estresada corro a los brazos de mi mamá, apoyo mi cabeza en su hombro y respiro su aroma, no imagino lo duro que será el día que no pueda hacerlo más.
Escribo esto porque hace unos meses una amiga muy querida reinventó el sueño de su mamá, quien falleció hace 23 años. Dada la pandemia, decidieron llevar los servicios que ofrecían en el taller que les dejó Elsa Luna Mori a las redes sociales.
Por ello, hoy le cedo este espacio a Mary Huamán Luna, para que escriba la historia de ‘Elsa’, una marca llena de amor y de mucho compromiso.
Su último deseo fue que continuaran con su emprendimiento y su familia lo hizo realidad en plena pandemia
Cuando tenía siete años vestir como yo quisiera no era un problema. Mi mamá, Elsa, siempre estaba dispuesta a hacerme el vestido, short o polo que más me gustara. Y era así con todos. A mis primas les hacía blusas para sus entrevistas de trabajo. Y a los vecinos y vecinas del barrio, todo aquello con lo que soñaran. Pantalones, vestidos, carteras, peluches y hasta cortinas. Una hábil diseñadora y costurera que se las buscó siempre para salir adelante.
Así empezó el sueño de Elsa: abrir su propio taller de confección, en ese pequeño lugarcito que había acondicionado dentro de su casa en San Martín de Porres. Desde ahí ponía en marcha cada uno de esos proyectos al que le entregaba el corazón, acompañada de su máquina de coser, una Singer marrón claro. La misma en donde un día hizo su propio vestido de novia y donde años después me haría el último short azul oscuro con un lindo broche dorado en el centro, antes de irse de mi lado.
Casi a punto de entrar a primer grado, recuerdo que mamá Elsa enfermó fuertemente de un problema al hígado y el 27 de marzo de 1997 partió a un lugar mejor con apenas 47 años. Antes de hacerlo le pidió a Tochi, como le decía de cariño a Benturo Huamán -su gran amor y mi papá-, que mantuviera su taller abierto, que ese sería su soporte para vivir y cuidar de mí. Ella siempre estaría ahí para acompañarlo y darle fuerza.
¿Cómo un hombre dedicado a la pesca y a la construcción podría pasar a hacer ropa al mismo tiempo que cuidaba de una niña? Es una historia que amo escuchar. Después de quedarnos solos, mi papá había pensado cerrar el taller, pero algo lo impulsó a honrar el último deseo de su esposa. Fueron años bastante complicados, no solo por la ausencia de Elsita, sino por la escasez de dinero. Cuando hablamos sobre sus inicios en la costura dice que cuando por fin consiguió su primer pedido en el Emporio Comercial de Gamarra, luego de que se le cerraran muchas puertas, oró mucho. Oró pidiéndole a mi mamá que le diera sabiduría para no equivocarse mientras trazaba y cortaba tela por primera vez en su vida. Desde ese día no paró.
Miro hacia atrás y siento asombro, pero más admiración por mi papá. No solo guio mis pasos para crecer fuerte, como su taller. También me enseñó que es normal sentir miedo por aquello que no conoces, pero eso no puede detenerte si quieres avanzar. De pasar a tener cero conocimientos sobre moldes, hilos o tipos de costura, el tiempo fue llevándolo por un camino lleno de aprendizaje. No solo logró hacer blusas, también hizo vestidos de fiesta, pantalones para gestantes y hasta uniformes escolares.
Gracias a la ayuda de tres grandes mujeres que llegaron a lo largo del tiempo para sumar sus conocimientos al taller, este maravilloso ser -hoy de 69 años- siguió abasteciendo de prendas para Gamarra. Con algunas temporadas buenas, y otras un poco más bajas, siguieron adelante hasta que en marzo de este año la cuarentena paralizó todo y con ello también su trabajo.
Nadie imaginó que el coronavirus podría afectarnos tanto y a todos sin distinción. La incertidumbre de saber qué haría ahora para mantenerse a flote y a su taller puso a papá en un estado de gran ansiedad. Sin embargo, en lugar de dejar que la turbulencia lo deprimiera, le propuse crear algo nuevo, reinventarnos juntos. Así nació “Elsa – Prendas hechas con amor”, un homenaje a mamá y el inicio de un nuevo emprendimiento que nos llena de mucha emoción.
Hacemos blusas juveniles -tenemos modelos desde la talla S a la XL- para todos los gustos y bolsillos. Mientras él pone toda su experiencia en la confección de la ropa, yo me encargo de las redes sociales, ver los diseños y las fotos.
Con mucho esfuerzo estamos dando nuestros primeros pasos y sabemos que será difícil, pero vamos a hacer que ese “miedo a lo desconocido” se convierta en resiliencia.
De toda crisis habrá siempre algo positivo que rescatar. A nosotros nos ha unido más que nunca y estamos seguros que con la ayuda de Elsita saldremos de esta nuevamente. Hoy abrazamos la reinvención con esperanza, porque ese es el legado que mamá nos dejó.
Si quieres conocer más sobre Elsa, puedes ingresar al Facebook: Elsa – Prendas hechas con amor, al Instagram: @elsa.prendasperu