Lázaro Apaestegui Landeo, es un niño de 7 años que se despierta muy temprano cada mañana para ingresar a sus clases virtuales. Él vive en el departamento de Cajamarca, provincia de Celendín. Para conectar con sus profesores, Lázaro utiliza diversas herramientas como Zoom y WhatsApp. Pero no todo es como le gustaría, porque tiene algunas dificultades para entrar a ellas. El internet le falla muchas veces, por lo que en algunos momentos no comprende bien los temas y no puede afianzar tan bien sus aprendizajes. Así como Lázaro, muchos niños y niñas tienen los mismos problemas.
Según un estudio del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), con datos del primer trimestre de este año, “el 65,7% de la población entre los 6 y 17 años de edad hizo uso del servicio de internet”. Sin dudas, un gran avance, pero también la confirmación de que hay un 34,3% que están desconectados.
Esto queda reflejado en los resultados de una encuesta realizada en nuestra comunidad educativa Fe y Alegría 2, en la que la mayoría confirmó que los dos principales problemas a los que se enfrentan son la mala conectividad y la falta de dispositivos tecnológicos necesarios para todos los estudiantes en cada hogar.
“Lo negativo es la conectividad, ya que muchos estudiantes y sus familias son de escasos recursos. Entonces, no cuentan con el servicio de internet ilimitado así como tampoco disponen necesariamente de herramientas adecuadas como celulares, laptops o tabletas para que los estudiantes participen de manera activa”, nos explicó Livia García, docente del colegio Condevilla Señor 2, en el distrito de San Martin de Porres.
De mal en peor
Además del problema de la conectividad, se debe admitir la existencia de otros como la sobrecarga de trabajo, las dificultades para socializar en muchos estudiantes, el déficit de atención, la pérdida de calidad de la enseñanza y la dependencia de Internet.
De acuerdo con un reporte del Centro de Especialización en Gestión Pública (Cegep) “la soledad es el aspecto que el alumno debe enfrentar del estudio online, pues supone una desventaja en la interacción social con sus pares, las relaciones interpersonales y de amistad”.
En otra encuesta realizada en nuestra comunidad educativa, pero esta vez a los docentes, conocimos que casi el 50% de los estudiantes no se lograron adaptar a este nuevo tipo de educación virtual y no les fue sencillo el uso de las nuevas herramientas tecnológicas.
Beneficios en la educación virtual
Si bien es cierto que hubo dificultad en la conectividad, no todo fue malo pues, como peruanos, siempre buscamos la manera de solucionar los problemas y poder progresar.
En ese sentido, los docentes pudieron hacer uso de diversas herramientas tecnológicas, adecuándose de manera sencilla y buscando diversas formas de trabajar colaborativamente. Por otra parte, los estudiantes en su mayoría confirmaron que utilizaron aplicaciones como Zoom, Google Meet, WhatsApp y Google Classroom para las clases virtuales. “De esa forma podemos descansar más, ahorrando el tiempo en los trayectos de ida y vuelta entre la casa y la escuela”, nos aseguró Shirley Veramendi, una de nuestras compañeras de cuarto año de secundaria.
A estas opiniones se suman las de los padres de familia quienes. Un total de 45 de ellos fueron sometidos a una encuesta de elaboración propia, cuyos resultados indicaron que entre los aspectos positivos la mayoría considera que sus hijos han aprendido a usar programas virtuales que, sin dudas, aportan a su educación.
Lo que se nos viene: retorno a clase
Pese a la compleja situación, tanto los padres de familia como los estudiantes sienten ánimo y preocupación con respecto al próximo retorno a clases presenciales. Aunque un total de 219.000 adolescentes de 12 a 17 años ya cuentan con ambas dosis de vacuna contra el COVID-19 y 470.000 tienen solo la primera dosis, quedan muchos retos por afrontar para la educación virtual.