En marzo del 2020 empezó una pandemia que paralizó al mundo entero. Tiendas, restaurantes, colegios, mercados, aeropuertos, entre muchos otros, fueron cerrados. Las personas fueron obligadas a quedarse en sus casas y los gobiernos de cada país trataban de encontrar una forma de detener la crisis económica, verdaderamente era una situación que nadie esperaba y que nadie pudo controlar.
La inicial angustia e incertidumbre fue reemplazada por sufrimiento y dolor en muchas familias. Según el diario Gestión nuestro país cerró el 2020 con más de 190.000 muertes por coronavirus y el 2021 con más de 202.759 fallecidos. Hasta el 2022, el total de muertes acumuladas entre los años de la pandemia suman más de 300.000.
Más allá de la pérdida de seres queridos, las personas -que todavía debían seguir con sus vidas- hicieron lo mejor que pudieron para sobrellevar los tiempos difíciles. Así, poco a poco, cada uno se convenció a sí mismo que todo estaba bien, que lo podían superar y mientras los adultos trataban de mostrar en el exterior algo que no era, la población se olvidó de un sector profundamente afectado.
Miles de adolescentes vieron con sus propios ojos la desesperación de sus familias para traer un pan a la mesa, vieron cómo sus seres queridos sufrían por esta enfermedad, vieron su futuro desvanecerse delante de ellos y se dieron cuenta que debían madurar antes de tiempo.
Alrededor de 300.000 estudiantes de nuestro país sufrieron los efectos de la pandemia, no solo continuando sus estudios y terminándolos sin ver a sus compañeros y a sus profesores; sino que otro importante grupo ni siquiera pudo estudiar por diversos motivos. Terminaron una de las etapas más importantes de sus vidas sin abrazarse y despedirse, sin reír y llorar. Ese día que tanto soñaban, el día en que iban a ser los protagonistas de sus propias historias, se desvaneció en el aire en un abrir y cerrar de ojos.
Esta situación la sufrieron tanto los de las promociones del 2020 como del 2021. Aunque estos últimos no tuvieron tantas restricciones, y pudieron gozar de algunos privilegios con los protocolos debidos.
La promoción del año 2022, luego de dos años de encierros y restricciones, pudo continuar sabiendo que iban a volver a la presencialidad y que iban a vivir su último año de secundaria junto a los amigos y profesores que más querían.
Esta será el vivo testimonio a futuras generaciones sobre cómo sobrellevaron el colegio en medio de una pandemia. Ellos podrían decir en el futuro que volvieron a sus clases en medio de una crisis mundial y nacional, aún en una pandemia.