A puertas de celebrar el bicentenario, en plena crisis sanitaria, económica, política y social, las mujeres peruanas no han dejado de innovarse saliendo adelante con distintos emprendimientos. “La resiliencia en las mujeres es algo que ni siquiera lo tenemos que transmitir, porque es nato”, explica la fundadora de la Red de Mujeres Empresarias (RedMep), Dalila Gamarra.
Estos tres casos de emprendimientos liderados por mujeres son un ejemplo de cómo han podido salir adelante en contextos diferentes sin importar su edad, su origen étnico ni condición.
Sofía Gonzales Espinoza
Con 34 años de edad, Sofía sacó su propia marca de ropa deportiva llamada Veloz Sport en el año 2017. Con la pandemia tuvo que cerrar la tienda donde vendía sus productos, ubicada en el emporio comercial de Gamarra, y dedicarse a otros negocios en medios digitales.
Trabajó vendiendo tarjetas para eventos, en cajeros o comencializando ropa, pero ninguno de estos trabajos le daba la satisfacción personal que quería.
“Me sentía impotente trabajando para alguien más, ya que soy una persona que le gusta tener un orden y control propio. Además, tenía conocimientos previos sobre la venta de ropa. Crear prendas con una marca mía agregándole mi toque me hacía tener ese control que buscaba”, cuenta. Por eso, para no rendirse, decidió ampliar su stock y vender más que ropa deportiva: optó por pijamas, capuchas, polos con diseño, personalizado, entro otros. Según Sofía, esto fue muy bien recibido por los clientes que empezaron a contactarla para hacerle pedidos.
Qarla Quispe
Qarla es una artista plástica de 36 años que estudió en la escuela de Bellas Artes y diseño gráfico en SENATI. Ella fundó Warmichic como un emprendimiento para luchar contra la discriminación de la mujer andina revalorizando su cultura en Lima. “El mayor valor entregado a las clientas es la dosis de información vertida en la prenda, ya que lleva parte de una historia individual o colectiva. Las prendas son ilustradas por mí y cada una tiene un significado”, cuenta.
De joven Qarla no tenía la intención de dedicarse al arte, pero fue por el apoyo de su padre “un físico-químico amante del arte”, como ella lo describe, y con la revaloración del concepto “artista” en su vida que decidió dar un cambio transcendental. Al inicio, ella creía que su lado artístico y su lado empresarial nunca podrían ir de la mano, pero cuando entendió que ambos se complementaban mutuamente y la convertían en una mujer luchadora fue el punto de partida para su emprendimiento.
Nancy Huancas Chinchay
Nancy es una adolescente de solo 16 años que cursa su último año de secundaria. Junto a su familia tienen un emprendimiento llamado “Creaciones Lucero” que nació en el 2019.
Según cuenta, ella no estudió algún curso de confección ni fue capacitada. Todo lo aprendido fue gracias a la guía de sus padres y tíos. Al ser una familia numerosa, tenían que apoyarse entre todos para sustentar sus gastos que, durante la pandemia, disminuyeron considerablemente. Por falta de capital, incluso, tuvieron que rechazar muchos pedidos, pero esto los llevó a cambiar sus productos y a dedicarse exclusivamente a confeccionar mascarillas.
“Recuerdo que las ventas al principio no eran buenas, teníamos muchas deudas. Después miramos los logros, hemos crecido como emprendimiento y hoy en día vendemos en grandes cantidades”, dijo Nancy.
Estos tres casos tienen un mensaje de resiliencia, compromiso con el prójimo e igualdad de género que debe resaltarse a puertas del bicentenario. Ellas serán quienes reivindiquen el significado de la mujer en los años posteriores. Detrás de ellas existen muchos más relatos de vida que sirven de inspiración para el país.