Renzo Gómez Vega

Un apretón de manos entre un mapuche fornido y un afroperuano macizo. , un club fundado por obreros y profesores sin muchos recursos y , un club erigido por adoberos, ebanistas y choferes. Raíces similares. Propósitos iguales: honrar a sus barrios, y alegrar a sus pueblos. Una historia que comenzó con un amistoso en 1929, y que escribió su página más memorable en 1987, con un gesto inolvidable que aun hoy, casi 35 años después, nos sigue dando lecciones.

La tragedia la conocemos de sobra. . Alianza Lima perdió a su equipo en el mar de Ventanilla. Una generación entera que, seguramente, habría hecho menos catastrófica la década de los noventa. En medio de la desesperación por no tener cómo afrontar el torneo de aquel entonces, el Colo Colo de Chile cedió a cambio de ningún pago a cuatro futbolistas de su plantilla.

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Ninguno superaba los 23 años. Uno por puesto, como para cubrir todas las zonas: el arquero José Letelier, el defensa Parcko Quiroz, el volante Francisco Huerta, y el delantero René Pinto. A ellos se sumó el regreso de algunos históricos como Teófilo ‘Nene’ Cubillas, quien había colgado los chimpunes el año anterior, y José ‘Patrón’ Velásquez, quien había desplegado sus últimos quites en el Deportes Iquique de Chile.

Parcko Quiróz, Francisco Huerta, René Pinto y José Letelier. En el 2017 los reunieron después de 16 años para el libro.
Parcko Quiróz, Francisco Huerta, René Pinto y José Letelier. En el 2017 los reunieron después de 16 años para el libro.

Colo Colo nos salvó. Y eso, en tienda blanquiazul, no se olvida. Ni ayer ni hoy que la Copa Libertadores nos enfrenta. El periodista chileno Diego Bravo, uno de los artífices de Amistad sin fronteras (Avalancha ediciones), presentó el libro en Lima en dos momentos: en diciembre de 1987, a treinta años de la tragedia, y en abril de 2018. Sus recuerdos de aquellas visitas son dulces y festivos.

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“Pude palpar lo que implica Alianza Lima: un club tremendamente popular al igual que Colo Colo, con un folclore único, lleno de gracia y autenticidad. Pude conocer a la familia aliancista, que nos agasajó a punta de ‘chelas’ y diversas delicias peruanas. Tuvimos el respaldo de diversos grupos de la hinchada, como del Comando Svr y la Asociación Barra Aliancista (ABA 1972). La ABA nos organizó una ceremonia muy emocionante cuando los visitamos con Parcko Quiroz. Esas cervezas y ese cebichazo no se olvidan”, dice Bravo, paladeando esos instantes.

Amistad sin fronteras nació de la iniciativa de cuatro socios del Colo Colo: Juan Carlos Pérez, Carlos Vergara, Sebastián Salinas y Diego Bravo. Ellos buscaron a Martín Roldán, Víctor Vich, Aldo Panfichi y Alonso Pahuacho, un reconocido grupo de escritores, sociólogos y periodistas peruanos con una mirada sociocultural por encima del espectáculo del fútbol. Algunos más identificados con los colores blanquiazules que otros. El resultado es una obra de 173 páginas, donde se narra con detalle los orígenes y las repercusiones de la relación entre los clubes más populares de dos países que se involucraron en una lucha sin cuartel, en el siglo XIX: la Guerra del Pacífico. Un hecho que engendró odios de ambas partes, y que cierta prensa azuza cada vez que peruanos y chilenos se ven en las caras en un campo de fútbol.

En Santiago de Chile, donde la comunidad peruana es enorme, existe
una facción íntima llamada Chile grone.
En Santiago de Chile, donde la comunidad peruana es enorme, existe una facción íntima llamada Chile grone.

Por eso este libro es tan valioso. Porque inspira otros sentimientos. Sentimientos fraternos que parten de un pasado más feliz. “Como señaló en el primer capítulo Alonso Pahuacho: fue un gesto que trascendió formalidades de Estado pero que ocupó su lugar, de forma sincera, en el corazón de chilenos y peruanos. Además no hay que olvidar que está el gesto mismo pero el amor continuó. Desde ese entonces hasta hoy la relación entre colocolinos y aliancistas está llena de cariño, todos los días hay algún acto o una relación fraterna a partir de los colores”, explica el periodista Diego Bravo.

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Reencuentro colocolino e íntimo

Francisco Huerta era un juvenil indocumentado cuando la dirigencia de Colo Colo le habló de la posibilidad de reforzar a Alianza Lima en diciembre de 1987. Nunca había viajado en avión y nunca se había separado de sus padres. Un volante con llegada que, además, no había debutado en Primera División. “Debo confesar que estaba muerto de miedo. Imagínate, tener que subirme a un avión para jugar por un equipo que hace tan solo unos días había sufrido un accidente. Fue un poco aterrador”, dice ‘Pancho’, desde Santiago de Chile.

Ayer circuló una foto en las redes sociales de Alianza Lima. Con la blanquiazul puesta, Rodrigo Pérez, Fernando Martel, Francisco Huerta y René Pinto se acercaron al hotel para saludar al equipo dirigido por Carlos Bustos gracias a una invitación del club blanquiazul. “Nos trataron bien, como siempre nos ha tratado Alianza Lima”, comenta ‘Pancho’ Huerta. Wilmer Aguirre y Josepmir Ballón les dieron la bienvenida.

El lateral Rodrigo Pérez, el extremo Fernando Martel, el volante Francisco Huerta, y el delantero René Pinto. Chilenos pintados de blanquiazul.
El lateral Rodrigo Pérez, el extremo Fernando Martel, el volante Francisco Huerta, y el delantero René Pinto. Chilenos pintados de blanquiazul.

Huerta anotó dos goles en su paso por Alianza Lima. Uno al CNI de Iquitos y otro al Octavio Espinoza de Ica. En el Perú se enamoró, tuvo hijos, y acaso halló una segunda patria. “Yo estaba con muchas ganas de abrirme paso en el mundo del fútbol. Debutar con Alianza Lima el 3 de enero de 1988 me convirtió en profesional, en un deportista de élite. Eso marcó mucho mi vida. Conocí a grandes amigos. Pasé a ser de un muchacho a un adulto en apenas unos días”, dice el exmediocampista que hoy se dedica a formar nuevos valores en la academia de un club de la Primera B en Chile.

Una transferencia temporal, un préstamo por tres meses para completar el torneo Descentralizado de 1987, selló sin proponérselo un pacto inquebrantable. Hoy, a las 5:00 p.m., Colo Colo y Alianza Lima chocarán por la segunda fecha del Grupo F de la Copa Libertadores. Una rivalidad sana que ya el presidente del ‘Cacique’, Edmundo Valladares, se ha encargado de definir: “es nuestra única amistad institucional”. Una amistad sin fronteras.