Joan Laporta se sigue preguntando cómo pasó. En más de un siglo de historia, el Barcelona jugó por primera vez de visitante en el Camp Nou. Alrededor de veinte mil alemanes, hinchas del Eintracht Frankfurt, se agolparon en sus graderías. Y le arrebataron a los culés esa ventaja que tiene cerrar una llave de local: meterle presión al árbitro en alguna jugada dudosa, y empujar a su equipo hacia el triunfo.
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Nada de eso ocurrió. Frankfurt jugó como en el patio de su casa. Sus goles no silenciaron el Camp Nou. Lo avivaron. Primero fue el serbio Kostic a los 4′, de penal. Cortesía de Eric García, quien se puso cariñoso y abrazó torpemente a Lindstrom en el área chica.
Luego le tocó el turno a Rafael Santos Borré a los 36′. El colombiano aprovechó que Araujo se le quedó mirando más de la cuenta y disparó un cañonazo que le hubiera dejado las palmas rojizas a Ter Stegen si al menos hubiese tenido los reflejos para tocar aquella bola de fuego.
Borré, que había estado buscando su gol, le obsequió su celebración a Freddy Rincón: se señaló el número 19 de su short — el mismo número con el que Rincón alcanzó la fama— y, enseguida, se puso en posición de rezo. En Buenaventura y en Cali, seguramente, agradecieron el gesto con un par de guaros.
Pero la noche también le pertenecía a Kostic. A los 67′ recibió un pase del japonés Kamada, y sin pensarlo mucho lanzó un zurdazo seco y esquinado, de esos que rozan el palo. Kostic fue a gritar el 3-0 con su hinchada, como si estuviese en Alemania.
—La justicia europea—
El Barza salió en el segundo tiempo sin Pedri, la debilidad del comentarista promedio. Lo reemplazó Frenkie de Jong, quien según Xavi no había sido titular por una gripe. Debe haber sido más que un catarro, porque el holandés estuvo ausente.
Desesperado, Xavi envió a un regimiento: Adama Traoré, Dest, Luu de Jong y Depay. Quedó en evidencia que este Barza —que en la previa se jactaba de tener un invicto de quince partidos— no tiene ‘9′ ni falso ‘9′. Si Aubameyang no se levanta con el pie derecho, como ayer, acuden al uruguayo Araujo para que se interne en el área rival. Y Araujo tendrá la estatura, pero no el oficio.
En el último cuarto, Busquets empujó el balón a un metro del arco. Durante un minuto fue el descuento. Pero el árbitro portugués Artur Soares, que tiene muy poco de Anderson Daronco, se apoyó en la tecnología y lo anuló: el capitán culé estaba un pie adelantado.
Si lo convalidaba, quién sabe si finalmente el Barza no le daba vuelta. A los 91′, el mismo Busquets demostró un resplandor de aquel volante que sorprendió al mundo hace una década, y anotó el 3-1 con un misil inatajable.
A los 101 minutos, Soares cobró un penal a favor del Barza. Depay, ese pistero sudamericano que nació en Holanda, pateó sin calidad. Y la pelota ‘viboreó’ tras dar en el palo. El reloj inteligente de Soares sonó. En esta parte del mundo hubiera sido distinto. Barza cerró así su viaje en la Europa League: burlado en el Camp Nou.
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