Ricardo Mayta no precisa si quisiera ser piloto. No lo sabe, pero pregunta por el costo de los vehículos. Él es uno de los 32 escolares del I.E 31044 Fidel Ramiro Prado que la mañana de ayer se apostaron en la entrada a Tullpacancha (Huancavelica) para ver el paso Caminos del Inca. “Me gustan muchos los carros y nos dejan de tarea”, nos dice. En la segunda etapa fuimos testigos de lo que despierta esta carrera y Ricardo fue uno de los tantos protagonistas, como sus compañeros Ronny, como Alicia.
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La carrera sigue regándonos grandes momentos y Carlos Castro pasó a liderar la general con su EVO IX, por encima del N5 de Richard Palomino. Pero para los niños de Tullpacancha, todos los pilotos son iguales, todos les despiertan la misma pasión.
Haydee Malpartida es la profesora de la escuela. Conforme se van acercando los coches les recuerda a sus alumnos que deben apuntar el número y color del vehículo. "La tarea no solo es que estén atentos, si no que tomen apuntes porque acá hay niños de todos los grados y van conociendo los números, la cantidad, colores, todo les ayuda”, nos cuenta Haydee, que es una de las tres profesoras que atienden la institución educativa que solo es de inicial y primaria.
Zosimo Morán tiene 35 años y "Caminos lo he visto toda mi vida. Siempre ha pasado por acá", nos cuenta señalando la puerta de su casa. Él ahora está junto a su esposa y su pequeño Jhon Anthony de 5 años repitiendo la historia qué él vivió hace mucho, viendo la caravana. Ronny, de 8, está con los escolares –y es uno de los que mejor toma los apuntes- y Jimmy no puede ser parte de la fiesta porque estudia la secundaria en Churcampa.
Historias vividas
"Me venía caminando 3 horas desde Acco para ver la prueba. Lo seguí hasta el 2007 que me fui a Lima", cuenta Armando Gonzales. Hoy está de regreso de visita a su familia y aprovecha la ocasión para volver sentir el rugir de los vehículos.
"Al zorro Yangali lo recibían con flores. Él se bajaba, saludaba y luego volvía a la carrera", recuerda otro poblador. "¿A qué hora pasa Mario 'Kart'?", pregunta un escolar. "¿Por qué no está Orlandini?", cuestiona un tercero. Así, la historia y presente se combinan gracias a Caminos del Inca.
“Corre, corre”, gritan en coro los niños cuando ven pasar a los últimos vehículos. Se levantan, se emocionan. Es Caminos del Inca, la fiesta automotor que se contagia en cada rincón por donde pasa.